El subsecretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Asuntos Políticos, Jeffrey Feltman, reveló que el autodenominado Estado Islámico (EI) tiene al menos 50 mil cuentas en la red social Twitter.
Feltman lamentó que el grupo armado se valga de todos los recursos tecnológicos para seguir promoviendo el odio. “No es posible que el terrorismo siga siendo un problema latente no sólo en Oriente Medio, sino en varios países del mundo”, dijo el funcionario.
El también director ejecutivo del Centro contra el Terrorismo del foro mundial, dio a conocer que desde el año 2014 los perfiles de las cuentas en Twitter han sido usados por partidarios del Estado Islámico.
“Con su mensaje de odio, los extremistas violentos directamente agreden la legitimidad de la Carta de la ONU y los valores de paz, justicia y dignidad humana en los que se basan ese documento y las relaciones internacionales”, lamentó Feltman.
Las imprecisiones de la ONU
Luego que el joven Dylann Roof asesinará a nueve afrodescendientes dentro de una iglesia en el sudoriental estado de Carolina del Sur (Estados Unidos) la ONU no ha dejado muy en claro si el hecho fue un “crimen de odio” o un “acto de terrorismo”.
Para el director ejecutivo del Consejo sobre Relaciones Estadounidense-Islámicas, Nihad Awad, el organismo internacional no fija posición sobre lo que significa para el mundo un verdadero ataque terrorista.
“Fuimos condicionados para aceptar que si la violencia la comete un musulmán, entonces es terrorismo”, dijo Awad al tiempo que lamentó que casos como el ocurrido en Carolina del Sur sea visto como racista y no como un acto terrorista.
“Si la misma violencia la comete un defensor de la supremacía blanca o simpatizante del apartheid y no es musulmán, empezamos a buscar excusas. Es posible que sea un demente o que lo hayan presionaron demasiado”, comentó.
El Estado Islámico (EI) es considerado una de las organizaciones terroristas más adineradas del mundo, su gran capital económico es el resultado del robo de enormes cantidades de dinero en efectivo y lingotes de oro de algunos bancos durante el asedio a Mosul, la segunda ciudad de Irak.