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La guerra antidrogas impulsada por el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, dejó este año miles de muertos e innumerables protestas en la nación.
Organizaciones defensoras de Derechos Humanos denunciaron que la policía realiza redadas casa por casa y disparan a matar si el sospechoso opone resistencia, así como lo ordenó el mandatario.
En las operaciones han muerto al menos cuatro mil supuestos traficantes y toxicómanos, y unas 100.000 personas fueron arrestadas desde junio 2016, cuando Duterte arribó al poder.
Las organizaciones de Derechos Humanos también informaron que durante la operaciones policiales, al menos 2.300 personas fueron víctimas de ejecuciones extrajudiciales por estar supuestamente implicados en hechos de narcotráfico.
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Las criticas a la guerra antidrogas tanto por parte de los filipinos como por la comunidad internacional no se han hecho esperar, tampoco las protestas.
Duterte se vio en la necesidad de interrumpir en dos ocasiones la campaña contra el narcotráfico.
A principios de año, en febrero, el mandatario suspendió las operaciones policiales para eliminar la corrupción existente, pues explicó que bajo el escudo de las operaciones antidroga, algunos policías cometían abusos.
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En octubre, el jefe de Estado suspendió las labores de la policiales debido a una serie de escándalos, entre ellos la muerte de un menor de edad.
Pese a las protestas, las encuestas indican que el 80 por ciento de los filipinos aprueba la gestión presidencial y casi el 90 por ciento está a favor de la "guerra contra las drogas".
Después de la llegada de Duterte a la presidencia, el número de robos, atracos y violaciones se redujo a la mitad.
