La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, reconoció que su país atraviesa por un momento de dificultades, que en parte, es causado por la sistemática crisis política provocada por opositores al Gobierno que no se conforman con la derrota en las urnas.
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Rousseff reiteró que "la oposición tiene absoluto derecho a divergir, pero no puede continuamente dividir al país". Señaló que "hay un cierto tipo de lucha política que crea un problema sistemático no solo en este ámbito, sino también para la economía y eso afecta la creación de empleos y el crecimiento de las empresas".
La líder de izquierda calificó de inaceptable el uso de la fuerza que realizaron los agentes de la Policía Federal contra el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva para llevarlo a declarar el pasado 4 de marzo.
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"No es posible aceptar que personas como Lula, que nunca se rehusaron a prestar declaración ante la justicia, sean conducidas bajo coerción para que lo hagan", manifestó la jefa de Estado durante un acto de entrega de viviendas del programa social "Mi casa, mi vida", en el estado de Río Grande do Sul.
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La inversión social como prioridad
Roussef explicó que los ajustes hechos por su Gobierno ante las dificultades económicas que traviesa el país se realizan con el propósito de poder "preservar aquello que consideramos más importante, como es el caso del programa Mi casa, Mi vida".
El programa social "Mi casa, Mi vida", según Roussef, es "el mayor proyecto habitacional de América Latina, pues ya fueron entregados dos millones y medio de viviendas y se entregarán un millón 600 mil más", aseguró.