Este miércoles Chile recuerda a uno de sus más grandes héroes mapuche: el guerrero Caupolicán. Un día como hoy, hace 460 años, murió asesinado vilmente en manos de los españoles por haber liderado la resistencia de su pueblo contra la invasión.
La guerrera muerte
El toqui (como se le llama en mapudungún, la lengua originaria mapuche, a los líderes militares de este pueblo), fue capturado y condenado por los españoles a morir en la pica, la más terrible y humillante de las ejecuciones de la época, que consistía en ser empalado, es decir, atravesado de abajo hacia arriba por un tronco afilado, produciéndose muerte por perforación intestinal.
La idea de los invasores de utilizar este método, era causar pánico al pueblo mapuche que presenciaba el hecho y, al mismo tiempo, doblegar al líder humillándolo frente a su pueblo, creyendo que el guerrero lanzaría gritos de dolor.
Al momento en que Caupolicán fue subido a la tarima para ser empalado, aún con las manos atadas, propinó una gran patada a su verdugo, que cayó del estrado.
Luego de esto, él mismo se sentó en la pica y sin hacer algún gesto o sonido de sufrimiento, en silencio, y con el rostro impávido murió.
¿Quién fue Caupolicán?
Fue uno de los dieciséis grandes caciques mapuche que formaron una junta de guerra para enfrentarse a la dominación española de Pedro de Valdivia.
Como toqui, dirigió decenas de campañas de lucha indígena, organizando la resistencia ante la invasión extranjera. En 1553, convocó a los caciques en junta de guerra para preparar una gran campaña que acabara con las construcciones de guerra hispanas.
Atacó la localidad de Tucapel, en la que peleó junto a otro gran guerrero, Lautaro. En esa batalla, vencieron a los españoles y capturaron al gobernador Pedro de Valdivia -hasta el día de hoy, el más importante de los invasores en Chile-. Fue el mismo Caupolicán quien presidió el juicio que decidió la muerte de Valdivia, ejecutado junto a cincuenta de sus hombres.
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Meses después, y tras perder la batalla de Millarapue, los mapuche se refugiaron en los bosques. Los españoles, a sabiendas del poder y el liderazgo de Caupolicán, temían un nuevo contra-ataque, por lo que muchas veces acudieron al toqui para ofrecerle ofertas de paz y rendición. Pero él las rechazó una tras otras, manteniéndose en la resistencia.
Luego de eso, organizó una nueva arremetida, pero fue capturado durante ella y, posteriormente empalado para darles un escarmiento a los mapuche, pero su asesinato sirvió para avivar más el espíritu indómito de los araucanos.
"La muerte de Caupolicán no sólo no enfrentó, ni puso terror a los araucanos, sino que los irritó y encendió aún más en el deseo de la venganza y en el odio hacia los españoles", escribió el cronista español de esa época, Alonso de Ovalle.