El jefe de Estado gobierna el país centroasiático desde 1989, su mandato ha sido acusado numerosas veces de violar los derechos humanos.
El primer mandatario de Uzbekistánm, Islam Karímov, de 78 años de edad, sufrió un derrame cerebral esté sábado y fue ingresado en una unidad de cuidados intensivos de Tashkent la capital de ese país, informaron este lunes sus familiares.
"Con el objetivo de evitar malentendidos en su página, quiero anunciar las tristes noticias que tuvieron lugar en nuestra familia este fin de semana; mi padre, como resultado de un derrame cerebral que tuvo lugar en la mañana del sábado fue hospitalizado y se encuentra en terapia intensiva" escribió a través de Facebook Lola Karimova Tilliayeva, una de las hijas del presidente.
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Más tarde reveló a través de Instagram que "está hospitalizado y se halla en reanimación debido a una hemorragia cerebral ocurrida el sábado. Su estado es considerado estable".
Karimov subió todos los escalones del aparato del partido comunista en la época de la Unión Soviética para, finalmente, ponerse al frente del Uzbekistán soviético en 1989. Consiguió mantenerse en el poder tras la independencia del país en 1991.
Uzbekistán es rico en muchos minerales, representa un país clave para la región, y su vecindad con Afganistán, con el que limita al sur, le otorga una gran importancia estratégica.
El país vive bajo un régimen dictatorial, en el que se han denunciado numerosas violaciones de los derechos humanos, y además cuenta con el apoyo del Gobierno de EE.UU.
A pesar de que Karímov está en el poder desde hace 27 años, no tiene un sucesor claro, a diferencia de otros gobernantes de la ex Unión Soviética que han creado auténticas dinastías.
Karímov se convirtió en el máximo líder del país en junio de 1989, cuando fue elegido primer secretario del Partido Comunista de Uzbekistán, desde entonces, su Gobierno ha estado asociado a largos mandatos presidenciales, victorias aplastantes sobre competidores de poca notoriedad, y una participación presentada como masiva en cada una de las elecciones convocadas.
El año pasado, cuando compitió con otros tres candidatos, todos leales al régimen; el que obtuvo el segundo lugar consiguió solo el 3,08 por ciento de los sufragios.
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