El primer ministro de Iraq, Haider Al Abadi, ordenó la destitución de los principales responsables de seguridad para Bagdad (capital), tras el nuevo atentado que dejó al menos 30 muertos.
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La autoridad solicitó que el comandante de las operaciones en la localidad sea apartado de su cargo, igual que los encargados de la seguridad y de inteligencia, luego que las fuerzas policiales se mostraran incapaces de impedir los últimos ataques en la nación.
La medida forma parte de un conjunto de acciones que el primer ministro prometió adoptar tras uno de los atentados más sangrientos desde la invasión del país por parte de los Estados Unidos en 2003 y el terrorismo implementado por el Daesh / autodenominado Estado Islámico.
Los cambios también surgen tras las manifestaciones de ciudadanos de este país que exigen una respuesta contundente a las acciones extremistas y mayor protección a la población, especialmente a los chií (Rama del Islam), que suelen ser el blanco de los ataques sunitas (la gran corriente actual entre los musulmanes).
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Durante las protestas se ha solicitado además la salida del ministro de Interior, Mohamed al Gaban, quien puso su cargo a disposición el pasado martes, pero no fue aceptado por el primer ministro.
Señaló que Irak ha invertido enormes sumas de dinero en unas agencias de inteligencia que son “defectuosas” y que, por ello, no consiguen resultados. "No es posible hacer frente al terrorismo con métodos antiguos”, sostuvo.
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