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Miles de partidarios del EI promueven mensajes a través de Twitter.

Miles de partidarios del EI promueven mensajes a través de Twitter. | Foto: EFE

Publicado 30 junio 2015



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En junio de 2014, el grupo terrorista autodenominado Estado Islámico declaró un califato de terror y actualmente sigue derramando sangre, renovando sus técnicas de matanzas. 

Después de una serie de ataques que comenzaron en Irak desde enero de 2014, con la invasión estadounidense, un grupo de sunníes (musulmanes de la comunidad islámica mundial) conocidos entonces como el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) tomaron el control en Mosul, conectando estas zonas del norte iraquí con otras que ya dominaban en Siria, y a través de un comunicado, proclamaron un nuevo “califato”, el cual hoy ha crecido, sin haber podido ser derrotado por los bombardeos de la coalición internacional.

Aquí- Siria: Estado Islámico ejecuta a 20 hombres en Palmira.

El 29 de junio de 2014, cuando comenzaba el mes sagrado del Ramadán, el grupo EIIL se extendió al este de Irak hasta la ciudad siria de Alepo, cambiando su nombre a Estado Islámico (EI). Días después, su líder Abu Bakr al Bagdadi, autodesignado califa y “príncipe de los creyentes” (segundo terrorista más buscado por el FBI, detrás del sucesor de Bin Laden en Al Qaeda) llamó a los musulmanes y a todo el mundo a jurarle lealtad.

¿Quién financia al Estado Islámico?
 

Ahora, a un año de ese llamado, hay decenas de miles de muertos y más de tres millones de desplazados por no acceder a ese juramento. El EI, conocido por la resistencia y la comunidad árabe con el acrónimo Daesh, ha logrado sobrevivir con apoyo financiero de algunas potencias (WikiLeaks reveló recientemente que Arabia Saudita y Estados Unidos estaban relacionados con este asunto) a los combates con el ejército sirio y kurdo, mediante la ocupación de territorios que abarcan cerca de un tercio de Irak y mucho desierto de Siria; más de la mitad. 

Las autoridades iraquíes estiman que los fondos de financiación del grupo alcanzan los dos mil millones de dólares.

Un sólido colchón financiero hizo que los terroristas instalaran su “califato” en Mosul, Irak, mientras que en Siria lograron asegurar su bastión en Al Raqqa, al norte del país, tras el arrebato a otras facciones islamistas.

Su dominio se basa en varios aspectos:

1.- Una interpretación radical y excluyente de la religión como justificación teórica

2.- Utilizar el terror y la violencia como “método coercitivo”

3.- Propagada en la que reclutan combatientes y simpatizantes en todo el mundo, con difusión de mensajes, videos y fotos, sobre todo en las redes sociales de Internet.

4.- Difusión masiva de sus matanzas, decapitaciones, explosiones y ahogamientos para intentar amedrentar a las personas que pudieran denunciarlos o “espiar” sus acciones. 

En septiembre de 2014, el EI difundió un video donde decapitan a un periodista norteamericano.
La víspera de su primer aniversario estuvo marcada con una sangrienta oleada de atentados, algunos de los cuales fueron vinculados al EI. Al menos 27 muertos en un ataque contra una mezquita chií en Kuwait; 37 turistas asesinados en un hotel de Túnez, un decapitado en una fábrica de la ciudad francesa de Lyon.
Mientras que el pasado jueves, milicianos del EI mataron al menos 200 personas en un ataque a la ciudad fronteriza de Kobani, durante los combates con las fuerzas kurdas que intentaban recuperar territorio.

Contexto

Según el último recuento realizado por la Misión de la ONU en Irak, entre junio y mayo de este año murieron más de 10 mil 600 civiles por la violencia en este país. Y de acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones, tres millones de iraquíes se encuentran desplazados desde enero de 2014, cuando comenzó la ofensiva del Estado Islámico.

La coalición internacional está integrada por Estados Unidos, Australia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Francia, Jordania, Países Bajos y Reino Unido, que participan en los bombardeos en Irak, “para tratar de combatir el terrorismo del EI”, mientras que, paradójicamente, algunos de ellos intervienen en Siria junto a Bahrein, Jordania, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos en acciones contra el Gobierno.

En fotosPalmira, la ciudad arqueológica siria que el Estado Islámico quiere destruir.


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