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    Han transcurrido 26 años de la partida física del salsero caraqueño.

Carlos "Tabaco" Quintana falleció el 30 de mayo de 1995 con apenas 51 años de edad, dejando un gran legado musical.

La trayectoria de Carlos Quintana 'Tabaco' en la vida salsera venezolana es extraordinaria. Memorable autor de temas como “Mi Calvario”, “La Cárcel”, “Cuando llora un hombre”, “Vergüenza” y “Caramelo e' chocolate”, contó que casi se infartó cuando Daniel Ortega le pidió un autógrafo en Managua. Partió hace 26 años.

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Nació en Caracas el 14 de septiembre de 1943, y desde pequeño lo suyo fue el trabajo. Había que ayudar en casa. Ya a sus 12 años era discípulo de Panchito Mandefuá, el popular personaje creado por José Rafael Pocaterra, y se dedicó a gritar por las calles “Limpio pulío, limpio pulío”. Era limpiabotas a mucha honra, y el pregón de su oferta le abrió las ventanas de la música. También vendía periódicos, hacía mandados y dibujaba modelos de trajes para damas. A los 16 años Carlos ya sabía que su “limpio pulío” desembocaba en el ritmo y la melodía. Alto, muy alto y flaco, muy flaco. Tabaquito lo llamaron y Tabaco se quedó.

A los 18 años no le  importaba la brega diurna. Lo sabroso venía después, en la noche caraqueña que, como cómplice de sueños y tertulias lo amparaba en las escaleras del bloque 44 del 23 de enero de Caracas para escuchar los ensayos de un grupo que se estaba formando allí. De tanto pararse a escuchar fue conociendo a los integrantes de la agrupación, y en lo que se produjo la primera ausencia entró Tabaquito a tocar el bongó. Su amigo Elio Pacheco fue quien lo presentó ante aquél grupo sabiendo que ese joven haría historia.

Carlos Quintana junto a su amigo Pablo Álvarez.

Ese grupo se conocería posteriormente con el nombre de Sexteto Juventud y en él pasó por casi todos los puestos musicales. Fue timbalero sustituyendo precisamente a Elio Pacheco y cuando se presentó la oportunidad de grabar el primer 45 rpm para el sello Velvet, por diversas circunstancias entonó el tema clave, “Guasancó”, y le salió bien. El asombroso parecido del timbre de voz con la de Ismael Rivera se sumaría a la calidad interpretativa y haría maravillas para imponer al Sexteto entre la fresca juventud salsosa que emergía en la capital venezolana.

 


“Fue una época muy rica. Se sentía la influencia del sexteto de Joe Cuba pero creamos un estilo propio que no ha podido ser superado. Trabajamos muy duro: hasta 16 bailes seguidos por semana y con todos los hierros porque en un sexteto se es bueno o se es malo. La orquesta completa puede tapar los errores del vocalista, pero la instrumentación del sexteto no permite sino calidad”.

Tocó  y cantó alternando con los grandes. Era la época de Federico y su Combo Latino y Los Dementes de Ray Pérez entre otros. Los temas de Tabaco tenían identificación clara en las multitudes: La Cárcel, Mi Calvario, Caramelo e' chocolate, Cuando llora un hombre, en fin, los grandes éxitos del Sexteto al que un día de 1973 decidió dejar. Ni Olinto Medina, director del sexteto, ni Carlos Quintana dieron razón de las causas del alejamiento. 

 

Tabaco formó su propio sexteto: “ Nadie me conocía como individuo y me las vi duras para darme a conocer. Inclusive una vez viajamos a Colombia con (nada menos que) Renny Ottolina, Rudy Márquez y Los Tres Tristes Tigres, y ante 40.000 personas me sentí perdido. Tan solo cuando empecé a cantar “Mi calvario” sentí la ovación más cerrada que haya oído y comprendí que sí era conocido, pero por mi anterior etapa”.

Carlos Quintana 'Tabaco' y  José Natividad Martínez,'Naty', se conocieron en La Vega (parroquia de Caracas). Naty (flautista) estuvo en el sexteto de Tabaco y fue quien le sugirió que incorporara trombón y trompeta a la agrupación. Quedó una sólida amistad, pero Naty siguió su camino de charanga y orquesta. La agrupación de Carlos Quintana quedó convertida en Tabaco y sus Metales. Así viajaría a Nicaragua. Ya su excelente álbum “Homenaje a los Bravos” estaba en circulación.

 

Nicaragua

Surgió la invitación para que participara en el Festival  Internacional de Managua al que también iría “Un Solo Pueblo”. Tabaco dijo que sí, encantado de la vida. Dimas Pedroza como vocalista lo acompañaría. Ya para el 20 de agosto de 1984  estaban en Nicaragua. El I Festival Internacional de la Música Managua 84 se desarrollaría entre el 21 y el 29 de agosto. Asistieron representantes de 24 países.

Cuando le correspondió a Tabaco y sus Metales presentarse los primeros sorprendidos fueron los cubanos del “Son 14”. También se sorprendieron Pupi Legarreta y Johnny Colón, quienes pensaban que en materia salsosa Venezuela estaba reducida a Oscar D' León y a la Dimensión Latina. Tabaco no le quitó nada al Sexteto Juventud porque fundamentalmente entonó temas de su autoría como “Mi Calvario”, “La Cárcel”, “Caramelo e' chocolate” (era un talentoso compositor) y otros como “Agua de mayo” y “Tuntuneco”, pero cuando entonó “Una sola Bandera” (tema de su conguero Pablo Álvarez) la cosa se transformó en delirio. Los presentes en el concierto de Managua aprendieron el coro rápidamente y se propagó con rapidez (se viralizó, dirían ahora). Tan fue así que en la clausura del Festival, Tabaco se presentó por última vez y los del Son 14 subieron  tras él y le pidieron hacer un 'todos estrellas' para entonar “Una sola Bandera”. “El negro y el blanco deben/ tener sólo una bandera”.

 

Firmó autógrafos como nunca antes, incluso uno solicitado por el presidente de Nicaragua, lo que le impactó mucho. Le llovieron contratos para ir a México, EEUU, Costa Rica, Panamá, Italia, Grecia, sí,  Grecia... fue a programas de televisión y radio como no lo había hecho en su tierra natal. Incluso fue invitado al Festival de Varadero en Cuba. Nada se concretó.

Tabaco regresó a Caracas. La cotidianidad volvió, y con ella la anhelada proyección internacional se hizo sal y agua…

Siempre, siempre que pudo hacerlo visitó alguna cárcel los días 24 de septiembre, día de Las Mercedes, patrona de los cautivos, Obatalá en el seno de los Yoruba. Muchísimos presos y sus familias le bendijeron por el gesto natural, sin pedir nada a cambio, de alegrar por un día la tristeza de la prisión de muchos. Él, Tabaco, nunca estuvo en prisión. “Qué malo es estar/ estar entre rejas/ y qué soledad/ qué soledad se siente...”

Recta final                                     

Sexteto Juventud, Tabaco y su Sexteto, Tabaco y sus Metales, Tabaco y su orquesta, Tabaco y su grupo Futuro… ¿Quién iba a decir que el último disco con la voz de Tabaco sería con orquesta ajena?. Bueno, ni tan ajena porque era la orquesta de su amigo José Natividad Martínez, Naty.

Naty se ocupó de cumplir uno de los dos sueños de Tabaco: Un disco en homenaje a Ismael Rivera. ¿Por qué a Maelo?.

“En una oportunidad Ismael fue contratado para actuar en Caracas y el empresario lo dejó embarcado, sin tener siquiera con qué comer. Para regresar a Puerto Rico comenzó a vender sus instrumentos y yo bajé a La Guaira para comprar el Bajo que vendía. Conversé mucho con él y caminando por Macuto (litoral) escuchamos de repente a un grupo descargando. Maelo se montó a cantar, y yo con él. Sólo así se dio cuenta del asombroso parecido de nuestras voces. Apartó su propia angustia y me dijo: “¡Pa' lante! ¡Ahora es cuando tienes que dar…!”

Tabaco regresó a Caracas. La cotidianidad volvió, y con ella la anhelada proyección internacional se hizo sal y agua.

Estaba evidenciando síntomas de enfermedad. Fue internado en “El Algodonal” el hospital capitalino especializado en afecciones pulmonares. Allí había ingresado el Sonero Joe Ruiz, fallecido en febrero de 1995. Tabaco había comenzado a grabar con Naty  el “Proyecto Maelo” y no quería dejarlo inconcluso. Naty se las arregló para sacarlo del hospital y llevarlo unas cuantas veces al estudio de grabación. Amistad y perseverancia además del heroico esfuerzo de aquél músico que estaba en las postrimerías de su vida. Aún así no pudo concluir el homenaje a Ismael Rivera. Lo que faltó lo hizo el vocalista Ángel Flores. El otro sueño de Tabaco era grabar un disco de Boleros. No se pudo. Y se sabe que el flaco, haciendo boleros, era excepcional.

 

Tenía apenas 51 años al momento de su partida física. Carlos Quintana falleció el 30 de mayo de 1995. La noticia se regó como pólvora a pesar de los medios de comunicación, estigmatizadores del ritmo de los pueblos. Los locutores comprometidos, periodistas salseros, músicos por centenas y pueblo por miles, mucho pueblo, desbordaron todo lo previsible para acompañar desde la funeraria cercana a La Vega y hasta su destino de siembra final a aquél 'Tabaco' que cantaba como los dioses.

Han transcurrido 26 años. Más de un cuarto de siglo de aquella partida, y “Guasancó”, “Mi calvario”, La cárcel, “Vergüenza”, “caramelo e' chocolate”, “Una sola Bandera”, “Agua de mayo”, “Cuando llora un hombre”, “Tuntuneco” y todo lo que aquél flaco caraqueño cantó, se sigue radiando y cantando en Venezuela, como si nada. 

Es que el privilegio de la eternidad se conquista.


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