GUAYAQUIL LLENA DE CADÁVERES

Y EL GOBIERNO DEL SILENCIO

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Cifras de una tragedia

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El Guayaquil “socialcristiano” reveló su precariedad crónica

Este año sería para Guayaquil un período de celebraciones y conmemoraciones. En octubre se cumplirán 200 años de su independencia de España y con ello, en particular desde las élites económicas, era la gran ocasión para reivindicar su modelo y hegemonía política.

 

Claro, los festejos incluían grandes “obras”, monumentos, una película de alta factura, eventos pomposos, con un presupuesto que superaba los 5 millones de dólares. La mayoría de proyectos no los asumía la Alcaldía de Guayaquil sino las empresas ligadas a esas élites económicas, bajo el modelo de contratación directa y sin subasta pública.

 

Dato curioso, de paso: el ex alcalde de Guayaquil (desde 2000 hasta 2019), el derechista Jaime Nebot, fue nombrado, durante su administración, como el presidente del comité de celebraciones del bicentenario de independencia. Curiosamente, él constituye la figura política guayaquileña que habla a nombre de la ciudad, por encima de su heredera la alcaldesa Cynthia, quien además organizó un grupo de benefactores para recaudar dinero y atender la emergencia sanitaria.

 

Pero lo ocurrido con la Covid-19 echó por los suelos no solo la celebración sino que al mismo tiempo reveló la precariedad -crónica- de una urbe sin la garantía de servicios públicos para todos sus pobladores, el sistema de salud privado costoso, excluyente y al mismo tiempo concentrado solo en determinadas zonas.

 

Como algunos historiadores, políticos y analistas han destacado: esta pandemia evidenció las falencias de una ciudad que mostraba al turismo solo la parte agradable, creando una ficción sobre una geografía social y física con grandes desigualdades e inequidades.

 

“La creación de ficciones es la clave para comprender a esta Guayaquil en los tiempos del coronavirus, porque lo ocurrido en esta ciudad a inicios del año 2020 se reconduce a que su ficción fundamental ha explotado, voló por los aires, se convirtió en confeti. Esta ficción es el llamado modelo “exitoso” de desarrollo. Un alcalde que administró esta ciudad por casi veinte años, Jaime Nebot, hizo popular dicha ficción. Era su estribillo”, señala Xavier Flores Aguirre.

 

Y acota: “El problema es que era un simple estribillo, que tenía escasa relación con la realidad. Ahora ya lo sabemos, muy dolorosamente ya lo aprendimos: a una auténtica ciudad “exitosa” no se le muere su gente en las calles”.

 

En todo lado queda la evidencia de las prioridades de las élites guayaquileñas: grandes centros comerciales, amplias avenidas para unir los alrededores de la ciudad (donde viven esas élites) y un conjunto de proyectos marcados por la gran inversión inmobiliaria. Mientras tanto los espacios marginados, donde confluyen migrantes de otras ciudades, constituyen el caldo de cultivo electoral, bajo esa ficción de que se integran a una ciudad que “poco a poco” los integrará, pero de la cual se deben sentir orgullosos porque es la de las “oportunidades”.

 

Casi como el mismo fenómeno que ocurre con la clase media que aspira ir a EE.UU., en los cantones y provincias aledañas a Guayaquil el anhelo es instalarse en el denominado Puerto Principal del Ecuador para “gozar” de sus beneficios, pero en realidad llegan a ocupar puestos de trabajo precarios y sin la formalidad laboral. Tan es así que esta ciudad tiene como actividad económica mayoritaria (alrededor del 60%) del comercio informal. Basta recorrer sus calles y barrios para entender esta realidad.

 

De eso han aprovechado los grupos políticos desde mediados del siglo pasado, anclados en el clientelismo para gobernar esa urbe. Pero sobre todo desde el año 1992 el control de la derecha oligárquica ha sido total, con las alcaldías del Partido Social Cristiano (PSC) con León Febres Cordero, Jaime Nebot y ahora Cynthia Viteri. Todos ellos han enarbolado su gestión con la denominación de “modelo exitoso”, pero solo porque lo que se ve de cemento, como dicen sus críticos.

 

¿En qué se fundamenta el llamado “modelo exitoso”? En una estructura institucional y social donde las principales tareas del municipio se derivan a fundaciones, supuestamente sin fines de lucro, la mayoría de las cuales está relacionada con los amigos o socios de las autoridades municipales. De hecho, cada vez que se alude al enorme gasto fiscal los líderes del PSC señalan que en sus alcaldías no hay un gasto corriente alto, pero no dicen que buena parte de ese “ahorro” se va por la vía de las fundaciones, incluso en temas como seguridad y salud públicas.

 

Todo esto además está imbricado a una red de medios de comunicación y periodistas cooptados por la derecha que han maquillado, justificado y ocultado la realidad de Guayaquil, incluso por la vía de la inclusión de “estrellas” de la televisión en sus listas de candidatos a concejales o legisladores. La maquinaria mediática, con muy pocas excepciones, ha permitido crear la ilusión de que se vive en una de las ciudades mejor desarrolladas del Ecuador, pero al revisar los índices de desigualdad y pobreza la situación es otra.

 

Para entender bien esta realidad, su historia y los resortes que mueven el control político y económico del PSC es bueno revisar el artículo de Xavier Flores, señalado en el link de la cita a sus reflexiones sobre la ficción de este modelo. Pero también es clave para entender lo ocurrido con la pandemia, el mismo Flores señala lo siguiente:

 

“Por la impermeabilización del suelo urbano, el llamado “efecto de isla de calor” eleva la temperatura de Guayaquil en unos 4 ó 5 grados centígrados. Por su crecimiento horizontal, Guayaquil es una ciudad que tiene un tráfico intenso, y mientras más se construye en ella, más intenso se torna. Una ciudad calurosa y traficada, con escasas áreas verdes, sin una atención integral de los servicios básicos y, en el caso de los barrios populares, con un aprovechamiento político de sus necesidades y, en consecuencia, con una satisfacción de ellas a cuentagotas. Si resumimos el modelo “exitoso” en una sola frase, ella sería: “para la mayoría, los servicios llegan tarde, pero para los más pobres, llegarán tarde y mal”.”

 

Nebot como Viteri fueron parte de una férrea oposición a Rafael Correa durante los diez años de su mandato. Y ahora los dos son aliados políticos de Lenín Moreno, el primero como su amigo personal, tal como se han confesado mutuamente; mientras la segunda ha secundado las políticas y las decisiones del gobierno actual.

 

La izquierda no ha podido arrebatar ese espacio político y a pesar de que en el período de gobierno de Correa hubo una fuerte disputa local, en las elecciones para la Presidencia y Asamblea Nacional la votación fue favorable para el movimiento de la Revolución Ciudadana, pero para la alcaldía la derecha dominó esa institución.

 

Por todo ello, además, las disputas nacionales, han tenido en Guayaquil una base de la derecha después que dejó la presidencia Febres Cordero. Después de él ningún candidato del PSC ha ganado la presidencia de la República del Ecuador. Por el contrario, Nebot ha perdido en dos ocasiones en segunda vuelta y Viteri no ha llegado ni a segunda vuelta en las dos ocasiones que ha participado para ese cargo.

 

De ahí que las imágenes de muertos en las calles y conteiners, bodegas y hospitales, desde marzo pasado, han desmontado la ficción de Nebot y Viteri. En varias encuestas los propios guayaquileños responsabilizan a los socialcristianos, por encima del 70%, de las consecuencias de la pandemia.

 

Ha sido muy difícil ocultar las fotografías de los cadáveres en barrios sin alcantarillado, con viviendas precarias, con espacios reducidos para familias extensas. Pero sobre todo la atención deficitaria en morgues y funerarias dan cuenta de una situación precaria, sin descontar que los grandes hospitales -construidos por el gobierno de Correa- no dan abasto a las decenas de miles de infectados y también para los pacientes con grave estado de salud, ya no solo por el Covid-19.

 

Y a eso se añade un hecho lamentable que también escandalizó al mundo entero: el gobierno, frente la pandemia y la secuela de muertes advertida, propuso la creación de fosas comunes. Días después del impacto noticioso y en la comunidad cambió la versión y habló de “campos santos” y también de un “Campo eterno” con publicidad incluida desde la Secretaría de Comunicación.

 

En conclusión, Guayaquil ha sido -ya históricamente- una ciudad sin planificación, al servicio de las élites financieras, agroexportadoras e importadoras. Al mismo tiempo, una urbe con una extraordinaria informalidad donde manda el desorden y el caos urbano (por ejemplo si un turista llega y quiere usar un táximetro no existen o no funcionan, porque la tarifa se pacta con el chofer). Y en ese sentido, era muy difícil, para cualquier autoridad, actuar y responder adecuadamente a una catástrofe sanitaria como la que se lamenta ahora.

 

Orlando Pérez

Irregularidades durante

la pandemia

  • CASO 1:

    La ecuatoriana Alba Maruri Granda, de 74 años de edad, fue ingresada el pasado 27 de marzo en el hospital Abel Gilbert Pontón de la ciudad de Guayaquil, presentando fiebre y dificultades para respirar, por lo que era sospechosa a la Covid-19. Debido a su estado de salud, perdió la conciencia y fue declarada como muerta ese mismo día.

     

    La familia decidió incinerar el cuerpo que les fue entregado. El pasado 24 de abril, varios especialistas acudieron al hogar de los Maruri para notificar que había sido una confusión y que la septuagenaria había recuperado la conciencia, pidiendo hablar con su hermana.

     

    El personal médico del hospital pidió disculpas y permitieron que la familia se reencontrara con Alba para que comprobar realmente que estaba con vida. La familia se hizo eco del suceso en las redes sociales, luego de que pasaran tres semanas de las denuncias de decenas de familias sobre la desaparición de los restos mortales de sus seres queridos en las morgues.

  • CASO 2:

    Téofilo Velasco fue ingresado en el hospital del Guasmo, en la ciudad de Guayaquil, el 9 de marzo por un preinfarto. Hasta el 21 de ese mes, sus cuatro hijas estaban en contacto con él y recibían detalles de su estado de salud, pero después no supieron más de él.

     

    El personal médico que atendió a Teófilo aseguró que fue dado de alta y él mismo había firmado su salida. Tras buscarlo en varias instalaciones médicas y pedir ayuda en redes sociales, regresaron al hospital de Guasmo el 6 de abril y una de sus hijas vio que Teófilo había sido dado por muerto el 23 de marzo en el registro del centro de atención.

     

    Luego de hacer público su fallecimiento, en el cementerio informaron a sus hijas que debían esperar tres meses para acceder a su tumba. El 30 de abril, una de ellas comentó que su padre estaba vivo, gracias a la información de una amiga sobre una noticia difundida en grupos de WhatsApp de un hombre que estaba buscando a su familia en el hospital. Al dirigirse al centro hospitalario con los documentos del supuesto difunto, comprobaron que su padre estaba vivo.

  • CASO 3:

    Solange Ortiz era una mochilera chilena que falleció el 8 de abril en Otavalo, mientras que Marta Santillán era una ecuatoriana, que murió el 13 de abril en Ibarra, perteneciente a la provincia en Imbabura, en el norte del país. Los cuerpos de ambas mujeres fueron ingresados en la morgue de Ibarra.

     

    Ortiz perdió la vida en un accidente de tránsito y Santillán a causa de la Covid-19, según consta en su certificado de defunción. A los familiares y amigos de esta última no se les permitió reconocer su cuerpo debido a las medidas de bioseguridad. Sin embargo, ellos expresaron sus dudas sobre si se trata de ella, luego que le informaron que la sepultaron en otra tumba del cementerio San Miguel de Ibarra, por lo que solicitarán la exhumación.

     

    En el caso de la viajera chilena, a sus familiares le indicaron que el cadáver había sido entregado por error a otra familia. Posteriormente, se realizó la exhumación y se trasladaron sus restos al Servicio de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Quito para su reconocimiento, aunque por la situación de la pandemia se ha dificultado, y aún esperan por una respuesta desde Chile.

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