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    La población de Yemen padece los estragos de las agresiones de Arabia Saudita.

Analistas internacionales consultados por teleSUR coinciden en que Arabia Saudita busca consolidar el liderazgo en el mundo árabe penetrando en Yemen, país que tiene una ubicación geográfica estratégica en el cuerno de África y que actualmente es víctima de agresiones por parte de potencias extranjeras.

Los grandes medios de comunicación han reseñado la crisis en Yemen como un conflicto religioso entre hutíes (una fracción de los chiítas) y sunitas que cuentan con la “mediación” de Arabia Saudita. Por otra parte, ocultan el ámbito político que es predominante en esta pugna: el interés por posiciones estratégicas que facilitarían a los saudíes -aliados de EE.UU.- el tránsito de petróleo y armas por África.

El analista internacional Sergio Galiana plantea que la crisis en Yemen se trata de un conflicto interno, del que factores externos buscan sacar provecho. Si bien Yemen es un país territorialmente pequeño, de unos 25.2 millones de habitantes, su ubicación geográfica limítrofe con el golfo del Adén y entrada al Cuerno de África le otorga una posición estratégica, que beneficiaría a Arabia Saudita en su claro objetivo de convertirse en el líder de la región.

Yemen, por su paso respecto al mar Rojo, es un punto estratégico que de alguna manera permite el control o el paso de mercancía desde el Mar Mediterráneo hacia el Océano Índico.

“Hay un vacío de poder dentro del mundo árabe, donde los distintos países buscan cubrir el liderazgo. Antes de la 'primavera árabe' Libia, Egipto e Irak (que hacían bandera de la modernización de la sociedad) en algún punto lideraban al mundo árabe”, explicó Galiana.

Asimismo, considera que la disciplina de ataque que tiene Arabia Saudita sobre Yemen está relacionada con el objetivo de erigirse como el nuevo líder del mundo árabe y ratificar su capacidad de imponerse ante cualquier situación de conflicto.

¿Cuál es la diferencia entre chiíes y sunitas?
Ambos creen en el islam. La diferencia es que los chiítas creen en Alí, yerno de Mahoma, como su sucesor. Consideran también que los imanes tienen autoridad en el plano político, además del religioso. En cambio, los sunitas apoyaron al suego de Mahoma, Abu-Bakr, como su sucesor. Los sunitas wahabitas-salafistas son más conservadores y creen que deben castigar las desviaciones chiítas. En Yemen 98 por ciento de la población tiene al islam como su religión, 52 por ciento es sunita y el 46 Chiíta.
¿Quiénes son los hutíes?
Galiana explica que los hutíes provienen de una rama particular del Chiísmo, “es una especie de familia milenaria que gobernó el norte del país durante mucho tiempo (más o menos hasta la década del 60 del Siglo XX)”. Sin embargo, las diferencias religiosas no son el motivo de la disputa política. Arabia Saudita argumenta que los hutíes se transformarían en la basa iraní en la región. Con ese mismo argumento Arabia Saudita invadió Bahrein (país de mayoría chiíta).

INTERVENCIÓN INDIRECTA DE EE.UU.

Arabia Saudita es un aliado para Estados Unidos -como también lo ha sido Israel- que le permite la penetración indirecta en territorio yemení. “Claramente EE.UU. tiene un interés estratégico que es garantizar el aprovisionamiento del petróleo barato de la región para su propio mercado”, explicó Galiana.

Por su parte, el analista internacional y profesor de Geopolítica Petrolera Energética en la Universidad de Los Andes (ULA) en Venezuela, Miguel Antonio Jaimes, asegura que los grupos en el norte de Yemen son blanco de bombardeos por indentificarse con los chiítas e Irán, además de resistir al imperialismo.

¿Por qué se disputa el sur de Yemen? Porque limita con el Océano Índico, donde también está Somalia y es la entrada al Cuerno de África, donde transitan diariamente más de 20 millones de barriles de petróleo.

Para Galiana, el papel de Estados Unidos en los conflictos de Oriente Medio y del Golfo Pérsico es algo más que irresponsable. Considera que la política de no intervención directa, en términos de un despliegue militar de fuerzas que resulta muy costoso “es parte de una política regional” en la que el país norteamericano busca ejercer un papel de “gendarme regional a nivel mundial... no en vano tiene una flota importantísima anclada para el control del Golfo Pérsico”.

La estrategia de EE.UU. consistente en armar y financiar a grupos que le sirven a sus intereses, acción que por lo general se le viene en contra debido a que “estos aliados cobran cierta autonomía, por ejemplo los talibanes e incluso al Qaeda. El autodenominado Estado Islámico surgió como un desprendimiento de estos grupos cuyo origen claramente es la CIA”, detalla Galiana.

CONFLICTO INTERNO CON REPERCUSIONES REGIONALES

Yemen comparte fronteras con Omán y Arabia Saudita.  Su ubicación en el extremo sur Asia, rodeado por el mar Arábigo, el golfo de Adén y el mar Rojo es de vital importancia para el comercio mundial.

La situación en Yemen es producto -no deseado por Occidente- de la transición política de la “primavera árabe” y el acuerdo que selló la salida de Ali Abdullah Saleh, presidente del país hasta 2012,  para ir hacia un gobierno democrático donde los grupos minoritarios principalmente los hutíes (que son chiitas) obtuvieran autonomía y el respeto a su credo y  el cese de las persecuciones.

Lo que desató el conflicto actual es la negativa del presidente al-Hadi (quien asumió la presidencia de ese país) de implementar las reformas prometidas durante las protestas de 2011. Los hutíes iniciaron una ofensiva sobre Saná (capital) que provocó la huida del mandatario. Por su parte, la fuerzas de seguridad se mantienen leales al presidente.

Arabia Saudita y sus aliados intentan “satanizar” a los rebeldes hutíes y los relacionan con la expansión del chiísmo iraní para poder “reforzar un discurso que se va montando dejando de lado el problema doméstico que es la construcción del estado yemení y el problema político y económico y que no es estrictamente religioso”.

NO ES UN CONFLICTO RELIGIOSO

Aunque la opinión pública trata de hacer ver que lo que pasa en Yemen es por problema ligado a la religión, Galiana afirma que lo que está pasando en el país no es un conflicto entre dos facciones de una misma religión.

“La diferencia religiosa no es el motivo de la disputa política. La disputa política adquiere un lenguaje religioso en el sentido de que estos grupos (los chiítas) que se consideran excluidos del poder político, marginados, reprimidos justamente por ser una minoría religiosa...Adquiere una dimensión política porque es el Estado que los reprime...(solo en ese sentido ) uno puede pensar en términos políticos de chiítas Vs. sunitas”.

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