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Tras un historial repleto de polémicas acciones en Latinoamérica, Abrams fue nombrado por Donald Trump como el encargado del manejo de la política de EE.UU. hacia Venezuela.

Tras un historial repleto de polémicas acciones en Latinoamérica, Abrams fue nombrado por Donald Trump como el encargado del manejo de la política de EE.UU. hacia Venezuela. | Foto: AP

Publicado 18 febrero 2020



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El exdiplomático cuenta con un historial oscuro en América Latina y Medio Oriente, con ventas de armas prohibidas, el apoyo a las guerrillas y gobiernos sanguinarios y mentiras al Congreso estadounidense.

La congresista estadounidense-somalí, Ilhan Somar, interrogó al exfuncionario de alto nivel del Departamento de Estado, Elliot Abrams por su responsabilidad en el controversial caso Irán-Contra, que involucró el financiamiento del movimiento Contra en Nicaragua, agrupación financiada por EE.UU. para atacar al gobierno sandinista durante la década de los 80.

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Tras un historial repleto de polémicas acciones en Latinoamérica, en las que estuvo involucrados en genocidios y asesinatos, Abrams fue nombrado por el mandatario estadounidense Donald Trump como el encargado del manejo de la política de EE.UU. hacia Venezuela.

El exdiplomático cuenta con un historial oscuro en América Latina y Medio Oriente, con ventas de armas prohibidas, el apoyo a las grupos armados de derecha y gobiernos sanguinarios y mentiras al Congreso estadounidense.

Escuadrones de la Muerte

Los escuadrones de la muerte fueron grupos paramilitares de extrema derecha, conformados por militares, policías sin uniforme y civiles, quienes ejecutaron acciones en contra de opositores políticos o sospechosos de ser opositores al Gobierno y al sistema político vigente en El Salvador durante la guerra civil salvadoreña. La particularidad es que estos grupos frecuentemente eran entrenados en EE.UU. 

Como secretario de Estado adjunto de derechos humanos de la Administración de Ronald Reagan en la década de 1980, Abrams apoyó a los dictadores respaldados por Estados Unidos en Guatemala, El Salvador y Honduras en sus campañas de represión, incluidos los escuadrones de la muerte.

Recientemente, el expresidente salvadoreño Mauricio Funes (2009-2014) pidió disculpas y perdón por la masacre de El Mozote en 1981, en la cual el batallón Atlacatl, un notorio escuadrón de la muerte entrenado en EE.UU. mató a 1.000 personas. 

El presidente estadounidense para ese entonces, Reagan, con la ayuda de Abrams, armó y encubrió simultáneamente los abusos de los derechos humanos en El Salvador, país que padeció 12 años de guerra civil que causó la muerte de unas 70.000 personas, y se cree que el Gobierno y los paramilitares respaldados por Reagan fueron responsables de más de un 70 por ciento de las muertes. 

En 1993, cuando el Congreso planificó una investigación del papel del Gobierno de Reagan en los abusos de los derechos humanos en El Salvador, Abrams indignado la calificó de “una reprensible acusación McCarthista”, y sostuvo que “El historial del gobierno en El Salvador es un logro fabuloso”. 

La táctica y la estrategia de los escuadrones de muerte fue seguida por varios de los gobiernos latinoamericanos de extrema derecha, de tendencia anticomunista y algunos de corte neoliberal, como sería en los casos de Argentina, Ecuador y Perú.

En Guatemala, Efraín Ríos Montt, un general evangélico que gobernó Guatemala entre 1982 y 1983 después de tomar el poder mediante un golpe militar, está siendo procesado por genocidio y crímenes contra la humanidad. Ríos Montt fue un cercano aliado de Washington y está acusado de ser responsable de “1.771 muertes, 1.400 violaciones de los derechos humanos y del desplazamiento de 29.000 indígenas guatemaltecos”.

Reagan, con la ayuda de Abrams, encubrió, ayudó e instigó los crímenes de guerra y el genocidio en Guatemala.


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