El presidente colombiano Juan Manuel Santos entregó este miércoles al presidente de Estados Unidos (EE.UU.), Barack Obama, el Acuerdo de Paz como reconocimiento por su supuesto apoyo para la terminación del conflicto de más de 50 años con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP).
El encuentro entre ambos mandatarios se celebró en la ciudad de Manhattan, Nueva York, en el marco de la 71 Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), donde Santos también entregó el Acuerdo de Paz ante el Consejo de Seguridad y las naciones miembros del organismo.
El presidente colombiano hizo entrega a su par estadounidense de una edición especial del documento, con 297 páginas. Asimismo, reconoció que fue Obama una de las primeras personas a quien le contó, seis años atrás, sobre sus planes por la paz.
Según Santos, Obama merece mucho crédito en el acuerdo de paz con las FARC-EP, que cambiará no solo a Colombia sino a toda la región.
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“Esta es una oportunidad para Colombia para abrir un nuevo capítulo de su historia. Me siento muy orgulloso de haber participado en este proceso y haber apoyado a nuestro aliado más cercano en la solución de este conflicto”, aseguró el presidente Obama en un diálogo breve que sostuvo con su homólogo durante el la reunión.
Por otro lado, anunció que no asistirá a la firma del acuerdo de paz pautada para el 26 de septiembre en Cartagena. En cambio, apuntó que irá en su representación el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, junto a un grupo de congresistas republicanos y demócratas.
En contexto
La posición de las FARC-EP respecto al papel de EE.UU. en el conflicto colombiano es muy distinta a la del presidente Santos. El grupo insurgente asegura que el Plan Colombia es “una dolorosa tragedia nacional” y que ha derivado en la agudización del paramilitarismo, ajusticiamientos extrajudiciales y pobreza en la nación suramericana.
El aumento del número de "víctimas, desplazamiento y desapariciones forzosas", además de provocar el problema de los "falsos positivos" e "incitar la guerra y el odio", son algunas de las consecuencias de la participación de EE.UU. en los asuntos internos de Colombia.