Documentos desclasificados revelaron que durante la guerra de Irak e Irán (1983) instigada por las potencias occidentales y Reino Unido, el Gobierno de ese país estuvo al tanto del uso y producción de gas por parte de Bagdad, pero no tomaron medidas para persuadir a su aliado árabe.
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De acuerdo con varios documentos, la principal razón por la que Londres (Reino Unido) se abstuvo de intervenir fue que una firma británica estaba suministrando los elementos necesarios para fabricar armas químicas.
En el archivo secreto de 1983, titulado Fabricación de armas químicas en Irak, los diplomáticos advierten al Gobierno de Londres sobre cualquier acción en contra de este país. “Hay que tener cuidado, ya que incluso nuestro propio uso de gases lacrimógenos (un especie de arma química) no ha escapado a la crítica. (Los rusos afirman que el uso de armas químicas en Irlanda del Norte por parte de Londres violó el Protocolo de Ginebra)”.
“Otro factor relevante es que la empresa británica Weir Group ha suministrado, al parecer, bombas a la fábrica Samarra, con la impresión de que serían empleadas en la fabricación de pesticidas”, agregó el archivo.