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Publicado 12 septiembre 2015



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"No podemos basarnos en la idea de que el Norte es la palanca que nos ayudará", afirmó el expresidente brasileño.

El expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, expresó recientemente su intención de seguir promoviendo en Latinoamérica la visión de encontrar “en nuestra propia casa soluciones a nuestros problemas” y no acudir a las llamadas potencias creyendo que ayudarán a superar conflictos en la región. 

En una entrevista exclusiva con el periodista argentino Martín Granovsky, el ex jefe de Estado insistió en la necesidad de “explotar el potencial latinoamericano”

“No creo que fuera de Suramérica y del Mercosur (Mercado Común del Sur) tengamos mucha alternativa (...) No podemos basarnos en la idea de que el Norte es la palanca que nos ayudará. No hay que pensar: “Tengo que ser bueno con EE.UU. porque me va a ayudar...tengo que ser bueno con Europa porque me va a ayudar...tengo que ser bueno con China porque me va a ayudar”. No. Los primeros amigos de nosotros somos nosotros mismos. Entonces cuidémonos”, expresó.

Del mismo modo, explicó su manera particular de ver las teorías financieras y afirmó que “yo aprendí economía con mi mamá, que era analfabeta. Cuando cobraba algo por un trabajo tomaba el dinero y lo ponía en sobres. Este de acá es para pagar el supermercado, éste para la cuenta de luz, éste para el agua, éste para viajar al trabajo... Si sobraba algo le daba  un poco más a cada uno. ¿Cuál es la lección que yo aprendí? Que uno no puede gastar más que lo que recibe”.

Ratificó su apoyo al candidato presidencial argentino, Daniel Scioli y aseveró: “Quiero que gane las elecciones alguien que quiera mantener una buena relación con Brasil. Alguien que vea a Brasil como socio y no como adversario; que quiera acrecentar la relación comercial, política y científica entre los dos países”.

A continuación, teleSUR transcribe de manera exacta la entrevista a Luis Inácio Lula da Silva:

-Tras una reunión usted le habría dicho a Scioli: “Scioli, no puedes permitir que Argentina retroceda”.¿Fue así?        

- Voy a decirte algo de todo corazón.Tengo una relación muy digna y muy respetuosa con Argentina. Comprendo perfectamente el papel que representa. Mantuve una relación extraordinaria con Néstor Kirchner...y también la tengo con Cristina. Desde Brasil obviamente yo apuesto para que Cristina consiga que el sucesor que ella quiere llegue a la Presidencia. Y más todavía cuando el sucesor es Scioli.Yo hincho para que Scioli gane las elecciones. Quiero que gane las elecciones alguien que quiera mantener una buena relación con Brasil. Alguien que vea a Brasil como socio y no como adversario; que quiera acrecentar la relación comercial, política y científica entre los dos países.

Por eso no debe haber retroceso en nuestra relación. Ya sufrimos la era militar. Ya vivimos la etapa de Carlos Menem y Fernando Henrique Cardoso, cuando fueron desmontados el Estado argentino y el brasileño. Después pasamos por momentos de dificultades pero más tarde vino la bienaventuranza para nuestros pueblos.

Hoy el momento es difícil. Ahora tenemos que buscar más que nunca esa aproximación. No creo que fuera de Suramérica y del Mercosur tengamos mucha alternativa. Para volver a crecer tenemos que creer en nuestro potencial. En el potencial del mercado interno del Mercosur y de la Unasur, en la capacidad productiva, en la capacidad de nuestros intelectuales, científicos y nuestros investigadores.  

Tenemos que explotar al máximo nuestro potencial. No podemos basarnos en la idea de que el Norte es la palanca que nos ayudará. No hay que pensar: “Tengo que ser bueno con EE.UU. porque me va a ayudar...tengo que ser bueno con Europa porque me va a ayudar...tengo que ser bueno con China porque me va a ayudar”. No. Los primeros amigos de nosotros somos nosotros mismos. Entonces cuidémonos.

No podemos hacer política del mismo modo que usamos el celular. El celular es una desgracia, por más útil que sea. Distancia al que está cerca de ti y acerca al que está lejos. Invitas a alguien a comer a tu casa. Se sienta en tu mesa, come de tu comida y toma tu vino, pero tú estás hablando con Nueva York. Y te quedas solo.

La política es lo mismo. Hagamos más política cara a cara. Brasil y Argentina, Brasil y Uruguay, Brasil y Paraguay o Venezuela... Ya hicimos todo lo posible para explotar nuestro potencial. En vez de filosofar, usemos a nuestros académicos para que piensen en términos concretos y prácticos: ¿Qué falta hacer entre nosotros? ¿Qué falta hacer en cada país? ¿Qué debemos hacer dentro nuestros países para que después...en forma bilateral, podamos hacer algo entre los dos países? ¿Ya hicimos algo al respecto?

A veces pensamos que nuestra solución está en la casa del vecino. No. Ahí no. La solución está en casa. Hay que explorar el tema. Sobre todo en momentos de crisis. Escuchamos que la economía de EE.UU.va a crecer apenas un 2,5%, que la europea crecerá 0,5%, que la economía china bajará su crecimiento no sé cuánto.

Dicen, como si fuera una novedad, que el mundo está en crisis. Pero el mundo está en crisis desde 2008.Y el mundo está en crisis por una razón: El sistema financiero ya invirtió diez billones de dólares para resolver la crisis del propio sistema financiero y no logró resolver la crisis. Si hubiera invertido la mitad de ese monto para incentivar a los países pobres del mundo, tal vez hubiera tenido otra suerte y hubiese acabado con la crisis.

Ahora que todo está más difícil tenemos que pensar qué podemos hacer. Hay que examinar cuál es el potencial de nuestro mercado interno. Solo con 40 millones de argentinos y los más de 200 millones de brasileños llegamos a 250 millones de habitantes.

¿Cuál es el potencial de ese enorme mercado interno conjunto? ¿Qué podemos hacer juntos? ¿Qué podemos flexibilizar? Ya una vez Brasil y Argentina llegamos a tener $40 mil millones de flujo comercial. 40 mil millones. Entonces ya hay un potencial para que volvamos a esa situación. Tenemos todas las condiciones para discutir el futuro. Por eso me gustaría que ningún país retrocediera. Por la victoria del candidato que vea la solución en la Unasur... en el Mercosur, en la integración es muy importante.

Voy a contar el caso de un presidente latinoamericano. Una vez un presidente de Bolivia, Goni (Gonzalo Sánchez de Lozada), fue a Brasilia a conversar conmigo. Me dijo: “Me quiero acercar a Brasil porque toda la historia de Bolivia creímos que los EE.UU. nos ayudarían”.

“En siglos y siglos nunca nos ayudaron, así que ahora quiero mirar hacia Brasil a ver si tenemos más suerte”. Hay que hacer eso: creer en nosotros mismos. Claro que respeto el derecho del pueblo argentino a elegir a quien quieran. Y Brasil tendrá que convivir con el vencedor de las elecciones. Pero sería extremadamente importante que gane quien tenga vocación integracionista y latinoamericanista y no quien piense que la solución está en el Norte y que el Norte será nuestro salvador.

-¿Qué falta? Hace dos años, dijo que hacía falta una teoría de la integración, en la embajada de Brasil en Buenos Aires.

-Hay una contradicción: Por un lado nos cerramos debido a lo grave de los problemas internos en Brasil, Argentina, Venezuela... Todavía hay contradicciones. Pero no es lo único. El 2 de abril del 2009 hicimos una reunión del G20 en Londres. Lo primero que se dijo allí fue que una de las formas de generar empleo...y cuidar el salario era evitar el proteccionismo. Que hacía falta más comercio.Claro, ése fue el plano del discurso político. Pero en la práctica cada jefe de Estado salió de ahí y comenzó a cerrar su economía. A mí me parece que el proteccionismo es un error. En los momentos de crisis debe haber más comercio, más crédito, más inversiones. Las inversiones dependen de la credibilidad que la gente tenga en el gobierno y la economía. Y para lograr confianza hay que convencer a la gente; el Estado debe tener capacidad de inversión.

Ahora, cuando los Estados se debilitan y tienen menor capacidad de inversión hay que apelar aún más a la sociedad. Hay que saber cuál es la capacidad de financiamiento que tiene la sociedad y qué nivel de crédito precisa. Cuando uno sabe eso, se puede hacer que el pueblo vuelva a entrar en el escenario económico de cada país. Si no, ¿qué pasará? No crecerá la economía; Si la economía no crece el Estado no recauda; Si el Estado no recauda, el Estado no invierte; Si el Estado no invierte, los empresarios no invierten, porque no tienen confianza.

Si el Estado no recauda por culpa de ese ciclo, el Estado tendrá que aumentar los impuestos. Si el Estado aumenta los impuestos,se debilitará políticamente. Es decir: hay toda una ingeniería que no está en los libros de economía.Porque es política, más que económica. Puedes juntar a diez economistas y encerrarlos en una habitación. Les planteas que hay problemas y todos te dirán: recorta, recorta, recorta... Cuando era presidente de la república me cansaba de decir que no era economista pero que adoraba a los economistas, porque cuando están fuera del gobierno saben todo.

Yo aprendí economía con mi mamá, que era analfabeta. Cuando cobraba algo por un trabajo tomaba el dinero y lo ponía en sobres. Este de acá es para pagar el supermercado, éste para la cuenta de luz, éste para el agua, éste para viajar al trabajo... Si sobraba algo le daba  un poco más a cada uno. ¿Cuál es la lección que yo aprendí? Que uno no puede gastar más que lo que recibe. Que uno no puede gastar más que lo recaudado. Que si quisieras endeudarte, no puedes hacerlo más allá del límite de tus posibilidades de pago. Si no puedes pagar una cuota del auto nuevo, mucho menos vas a poder pagar dos. Si no puedes pagar dos, mucho menos tres. Después tendrías que vender el auto a un precio bajo para pagar las cuotas atrasadas. Y no te va a convenir.Bien, lo que vale para un ciudadano vale para el gobierno.

El gobierno siempre tiene que medir los gastos. Hacer política económica es como manejar las compuertas de una represa hidroeléctrica: Saber cuándo hay que dejar salir el agua y cuándo no. Hay que gastar lo que se puede gastar, con un límite. Si adoptas una política de exención impositiva, tienes que saber cuál será la consecuencia.

Para el Estado nacional, para una provincia o para una intendencia, no importa. Es el mismo criterio para todo. Lo que importa es la capacidad de recaudación del Estado, eso es lo que marcará sus posibilidades de ser inductor en la economía. El Estado no debe meterse en todo y ser empresario, pero sí tiene que ser inductor y convencer a la gente de que hay que hacer tales y tales cosas, con tales y tales prioridades, porque será bueno para todo el mundo.Así se llegará al punto en que la gente creerá. La gente no invierte cuando hay confusión política.

Precisamos recuperar esa confianza en la capacidad de inducción del Estado. Del modo en que acabo de plantearlo sin que por eso tampoco descuidemos la necesidad de generar la convicción de que el Estado no va a derrochar. También hay que tener el coraje de decir a los empleados públicos que el dinero no será solo para ellos, sino para todos. Una parte importante tiene que reflejarse en beneficios para la sociedad.

Éste es un período en el que intentamos reconstruir lo que hicimos en 2003. Argentina pasó por un ajuste. Brasil pasó por un ajuste. No fue pequeño: En Brasil fue de 4%. Mucha gente se fue del PT por eso. Pero hice lo que tenía que hacer: cambiar parte de mi gordura política por un ajuste para ganar credibilidad y poder llegar a los resultados que quería. Y conseguimos hacerlo. Este momento exige otra vez algo así: En economía no existe la magia. Cuando tienes diez dólares en el bolsillo y le preguntas a 50 banqueros, cada uno te va a decir algo diferente. Pero siempre vas guardar tu dinero donde tengas más confianza, donde tengas más credibilidad. Debes generar confianza para la inversión. Previsibilidad. Si no, no te van a seguir.

-¿El recorte ofrece confianza?  
-No. Cuando gastas demás, cuando recaudas menos de lo que produces, cuando gastas más de lo que recaudas; en el Estado o en la casa de un trabajador, está mal. El trabajador, cuando recibe su salario al final de mes, sabe que no puede gastar más que su sueldo. Si su hija quiere una computadora o celular nuevo, televisor ...viajar a Miami o Disney, no importa. Tiene que tener el coraje de decir que no. Lo mismo con el Estado. Cuando percibe que gastará más de lo que recauda debe parar y hacer el ajuste para evitar que los gastos superen la capacidad recaudatoria y sobre dinero para la inversión.

Si aplicamos el modelo de ajuste del 2008, vemos que en todos los países que hicieron un ajuste, en todos, sin excepción, crecieron la deuda pública y la deuda líquida. Eso significa que el ajuste no ayudo para nada. Grecia es el mayor ejemplo: Tenía 106% de deuda con relación al Producto Bruto Interno. Hizo el ajuste y la deuda pasó a 184% del PIB. Lo mismo los EE.UU., que pasaron de 84% a 106%. Y uno verá el mismo resultado en Italia, Francia, Portugal... Los ajustes empeoraron las cuentas públicas en todos. El recorte no es la solución, sino una señal de responsabilidad. Es como decir: “Estoy pasando por una situación difícil. No voy a gastar más de lo que tengo, voy a reducir el gasto, y entonces puedo pedir confianza y demostrar seriedad, a unos les pido sacrificio, a otros paciencia,entonces tengo hacer mi parte”. Hago el ajuste necesario, teniendo en cuenta que es temporal para dar un salto de calidad el año siguiente. Cada país tiene que hacerlo. Es una necesidad. Una responsabilidad. El dinero del Estado no es tuyo.

Ahora pasamos por una crisis internacional. Antes el petróleo estaba a $106 el barril, la soja valía oro y el mineral de hierro estaba a $140 la tonelada. Todo eso cayó drásticamente. Entonces bajó la entrada de recursos.¿Qué hace uno cuando los recursos disminuyen? ¿Llora? No, se adapta a las nuevas realidades. Y debe pensar en esa adaptación sin que las víctimas no sean justamente los pobres.

-¿El impeachment está descartado en el escenario de la política brasileña?      
-No hay ningún motivo para un juicio político. Dilma es una persona seria.Todo el mundo conoce su carácter. No se puede pensar en un impeachment solo porque hay problemas económicos. Al mismo tiempo hay denuncias de corrupción pero eso debe apartado del ámbito de la gobernanza del país. En el sentido de que toda denuncia pueda seguir siendo investigada como corresponde, por fiscales y jueces.

Mientras tanto, la obligación de Dilma es gobernar, porque fue electa para cuidar los intereses de 204 millones de brasileños. Debe concentrarse en eso y que los otros asuntos sean discutidos por otras personas. No es difícil encontrar una salida. Sé que hoy tenemos cierta inseguridad en la base de sustentación política del gobierno por divergencias entre la cámara de diputados y el gobierno, entre los partidos políticos... Pero si recuperamos la armonía política, resolveremos los problemas económicos. Hace mucho que discuto de economía. Por primera debatí con personas que ven el tema político como agravante de la economía.Y siempre miro la política.

En Argentina vivieron varios momentos de tensión. Me acuerdo se decía: “Cristina se cae”, “Cristina no saldrá indemne de esta crisis”. ¿Y qué pasaba? Que resurgía más y más fuerte, como el ave fénix. En Brasil vivimos lo que yo llamo “irracionalidad emocional”. Tal vez los sociólogos se reúnan a discutir si yo estoy diciendo una estupidez o no. Pero creo en esto que digo.

Brasil sigue siendo un país extraordinario, con un potencial fabuloso, un mercado interno fantástico;$300 mil millones de reservas. Nunca tuvimos esa cifra. Solo tenemos un desajuste en la economía, pero para una economía del tamaño de la brasileña, el desajuste no es grave. Es como una fiebre de 39°.¿Alguien se muere por 39°? Toma un remedio y listo.

Los brasileños necesitan recuperar la autoestima, y la confianza en su país; que se convenzan de que no se acaba el mundo. Pero como logramos un progreso social impresionante, la gente empieza a preocuparse. En 12 años, inscribimos más estudiantes en la universidad que la élite brasileña en un siglo. Lo logramos en tan solo 12 años. Los pobres empezaron a viajar en avión... y no en buses. La gente empezó a tener acceso a servicios que estaban reservados a un solo sector de la sociedad. La gente no quiere perder lo que alcanzó.

Mucha gente de la clase C de Brasil viajó a Argentina y volvían con una gran alegría. Recién conversé con un señor que quería ver la nieve en Argentina. Eso no sucedía antes. Antes la mayor aspiración era ir al pueblo natal a ver a los padres, viaje que era de 30 horas en bus, pero ahora podemos ir en 2. Hubo un progreso social en la educación, en el empleo... con doce años de aumento de salarios; doce años en los que se aumentó el salario mínimo; de 1.700.000 autos por año se pasó a más de 4.000.000. Es mucho. Por eso la desesperación: la gente tiene miedo de que se termine el progreso.

El papel del gobierno es hacerle entender a la gente que no habrá vuelta atrás. Y el gobierno tiene que estar convencido de eso.

En 2008, cuando comenzó la crisis, la prensa brasileña y la internacional... Decían que el comercio mundial caía porque la gente temía perder su empleo y por eso estaba dejando de comprar.

Inmediatamente, di una declaración de ocho minutos por televisión y le dije al pueblo brasileño: “es cierto que pueden perder el empleo, pero es más cierto todavía que, si dejan de comprar cosas, el comercio se detendrá, la industria reducirá la producción y el riesgo de desempleo será mayor.

Hago un llamado al pueblo brasileño: salgan a comprar, pero háganlo de forma responsable y solo si pueden pagarlo. Las clases C y D gastaron más que las clases A y B ese año. Entonces, creo que el gobierno tiene que convencerse de esta necesidad.

No hablo del ministro de Hacienda ni de cualquier economista o cualquier otro supuesto experto,porque ellos no saben nada.Hablo de la decisión política. Si estoy en un avión y este se cae en medio del Océano Atlántico ¿para dónde voy? Tengo que tomar una decisión, no puedo quedarme parado esperando la muerte. Es momento de arriesgarnos, de intentar lo que no se ha intentado, en Brasil, en Argentina en todos lados.

No podemos creer que no hay solución. La solución es más política que económica en mi opinión. Si se adopta una buena política, la economía se beneficiará;pero si no se acierta en la economía, la política se verá afectada. Nunca pierdo mi optimismo, ni creo en imposibles. Brasil puede salir de la situación actual. La gente tiene que convencerse de eso. No se puede ir a un restaurante con miedo de quedarse sin comida, o ir a trabajar con miedo de quedarse sin empleo. Hay que acabar con ese pesimismo. Y esa tarea debe asumirla la compañera Dilma...porque ella es la presidenta. Nadie más que ella puede hacerlo, ella tiene las condiciones para lograrlo. 


Por: teleSUR

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