La Policía de Estados Unidos (EE.UU.) almacena bombas fétidas fabricadas en Israel para reprimir manifestaciones, de acuerdo a un informe publicado en la página web del cuerpo castrense.
Se trata de la Skunk Bomb (bomba mofeta), que es "un líquido maloliente y técnicamente no tóxico, pero increíblemente repugnante con un olor a animales muertos y excrementos humanos. Si no se quita, el olor persistirá durante semanas”, explica el informe.
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El propósito es que la bomba mofeta sea utilizada en localidades donde está prohibido el uso de gases lacrimógenos o balas de goma.
De acuerdo al texto, la compañía Mistral, establecida en estado Maryland (noreste), es la encargada de suministrar las bombas mofetas a los departamentos de policías de Baltimore y Ferguson, en Misuri (centro-este), donde actualmente se presentan fuertes protestas contra el racismo y el abuso policial.
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El director de programas Mistral, Stephen Rust, indicó que tras ser lanzada la bomba mofeta puede ser “neutralizada” con un jabón especial. Sin embargo, un portavoz del ejército israelí dijo al medio británico BBC que otro líquido solo intensifica sus efectos.
La bomba mofeta fue utilizada por primera vez por el ejército israelí en 2008 para reprimir una congregación pacífica de palestinos que protestaban contra la expansión del muro de apartheid en Cisjordania.
Los manifestantes afectados dijeron que el mal olor de la bomba cubrió la zona durante seis semanas después de su aplicación.
EN CONTEXTO
En los últimos días, han ocurrido protestas en Filadelfia, Nueva York, Chicago, y Oakland contra el racismo policial a raíz del reciente asesinato a manos de la policía del joven Freddie Gray en Baltimore.
Se trata del cuarto día consecutivo de manifestaciones en la que miles de personas salieron a las calles a exigir justicia por el asesinato de Gray, quien murió a causa de heridas sufridas cuando se encontraba bajo custodia policial.
En los últimos meses han ocurrido varios casos de abuso policial que han resultado en la muerte de jóvenes afroamericanos. Un caso bastante relevante fue el asesinato de un afroamericano de 38 años de edad que padecía de bipolaridad y esquizofrenia a manos de oficiales blancos.