El director de Bailando con Margot, Arturo Santana, manifestó que espera que el estreno sea una experiencia loable para el espectador y estéticamente atractiva gracias a la visualidad y misticismo impregnados en las primeras décadas del siglo pasado y sobre las que se recrea la historia.
Margot, incluida en la selección de óperas primas del pasado Festival Internacional de Cine Latinoamericano de La Habana, es el resultado de la maduración de una idea producto del contexto y que migró de una película centrada en el boxeo hacia una mezcla de cine negro, musical y deportivo.
>> Festival de Cine de Berlín aborda el tema de los refugiados
Santana explicó en rueda de prensa que fue necesario entonces modular cuidadosamente el tono en los cruces de género para lo cual prefirió dejarse guiar por las peripecias de los personaje y evitar evidentes saltos genéricos.
El cineasta destacó, además, la asesoría dramatúrgica como un proceso inevitable y fundamental que los conminó a revisar insistentemente los textos, diálogos y secciones del guión.
El cuerpo actoral representado por Mirtha Ibarra, Edwin Fernández, Max Álvarez y Niu Ventura coinciden en los referentes visuales y culturales que les permitieron asumir cada uno de sus personajes.
Edwin Fernández enfatizó la confianza del director depositada en los actores para su primera incursión en el largo.
Además de la producción, la fotografía y los efectos visuales, la música de Bailando con Margot emerge como uno de los mayores aciertos gracias al concurso de Rembert Egües, quien reconoció en el guión la posibilidades para transitar por varios géneros.