Los exalcaldes ruandeses Octavien Ngenzi, de 58 años, y Tito Barahirwa, de 65 años de edad, fueron sentenciados a cadena perpetua este miércoles por la justicia francesa por su participación en el genocidio del país africano en abril de 1994.
Se les condenó por "crímenes contra la humanidad", "genocidio" y "práctica masiva y sistemática de ejecuciones sumarias".
La condena pone fin a dos meses de proceso, durante el cual fueron juzgados y declarados culpables por su participación en el genocidio de tutsis en su localidad de Kabarondo, en el este de Ruanda, en abril de 1994, donde ambos ejercieron como alcaldes.
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El fiscal del caso Philippe Courroye indicó que los dos condenados, que se sucedieron como alcaldes en el mencionado lugar, fueron los "engranajes fundamentales" del genocidio en la localidad y actuaron como "supervisores" y "verdugos". Aplicando un "plan concertado con el fin de destruir" el grupo tutsi.
Courroye subrayó que ambos habían sido "servidores de los planificadores del genocidio" y que "perdieron su cita con la humanidad" al no pedir perdón y negar las acusaciones hasta el final.
Es el segundo juicio celebrado en Francia de una serie de procesos judiciales contra ruandeses acusados de genocidio. El primero se realizó en marzo del 2014 cuando el Tribunal de lo Criminal de París condenó a 25 años de cárcel al ex capitán hutu Pascal Simbikangwa.
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Por su parte, la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) calificó este miércoles de "histórica" esa segunda decisión judicial, resultado de un proceso en el que han testificado más de 100 personas y en el que, en su opinión, "los derechos de la defensa se han respetado".