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    “Mucho corazón, querer mucho a los niños, esa profesión, que sale del corazón, es como un arte, hacer feliz a los demás, y darles un poco de aliento, para que puedan respirar y seguir adelante”, dice Vivian.

Vivian Lezcano, de Pinar del Rio, Cuba, desde la voluntariedad llega a los hospitales para llevar la sanación en el poder de una carcajada, usando la música y el amor para aliviar el dolor.

Nada puede ser más hermoso y digno que compartir un momento de tantísimo dolor con otro ser humano a través de la sonrisa y por el poder que tiene para acercarnos.

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Los hospitales tienen sus características: el silencio, las luces, los olores, los colores, y en ese escenario entran los payasos terapéuticos. Estas personas tienen la capacidad de cambiar el silencio por música, donde las miradas se tiñen de esperanza, pero sobre todo de consuelo.

Para los payasos terapéuticos, el objetivo más grande es el de contactar con la alegría y el bienestar, pero inicialmente pasa por la aceptación a interactuar, y esto se genera en un primer momento con el espacio del hospital y que las partes tengan ganas de transformar el lugar. Eso da paso a lograr su objetivo, el bienestar, la risa, la fantasía, el juego, la complicidad.

 

Vivian Lezcano, de Pinar del Rio, Cuba, desde la voluntariedad llega a los hospitales para llevar la sanación en el poder de una carcajada, usando la música y el amor para aliviar el dolor.

El amor por el arte y por los niños hacen que Vivian, desde la ternura y una inmensa humanidad marcada por la bondad y la compasión, esté dispuesta a estar con el otro y con intensión de ayudar. Desde su historia de vida como sobreviviente de cáncer, ahora acompaña a los niños haciendo visitas a los hospitales y trasmitiendo la alegría de vivir, como parte de las terapias y la recuperación, a través de la música y el juego.

Esta mujer trabaja en una heladería y, en su espacio laboral, tiene la posibilidad de un sitio de espectáculos para niños como payasa, pero además, llega hasta los hospitales provinciales de Pinar del Río, a servicios infantiles y de adultos, a las Salas de Quemados y de Quimioterapia.

Cuba en Movimiento
Para los payasos terapéuticos, el objetivo más grande es el de contactar con la alegría y el bienestar, pero inicialmente pasa por la aceptación a interactuar. I Foto: teleSUR.

“Mucho corazón, querer mucho a los niños, esa profesión, que sale del corazón, es como un arte, hacer feliz a los demás, y darles un poco de aliento, para que puedan respirar y seguir adelante”, dice Vivian.

En medio de la lucha por la vida, condicionada por la vulnerabilidad y ante la comprensión de no poder cambiar las circunstancias, les queda el convencimiento de que lo que se transforma es la aptitud.

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El propósito va más allá de una sonrisa, se aspira a que se convierta en un estilo de vida. I Foto: teleSUR.

El cuerpo de Vivian dibuja melodías que da ese espacio de juegos y participación con los niños y los adultos, quienes también juegan desde el silencio, que ayuda y potencia un lenguaje cómplice para entrar en esa zona de juegos, de escuchas de silencios.

El propósito va más allá de una sonrisa, se aspira a que se convierta en un estilo de vida con los beneficios psíquicos, físicos y emocionales que trae la risa sin importar edad, raza, sexo o estrato social.

Ella es encargada de llevar a los padres y las madres un momento de felicidad. A ellos y a sus hijos. Está segura de reír llena de vida al llevar sonrisas a espacios de dolor para hacer de los hospitales lugares más amables, para hacerse más fuerte y ser más autónomos frente a las circunstancias.

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En medio de la lucha por la vida, condicionada por la vulnerabilidad y ante la comprensión de no poder cambiar las circunstancias, les queda el convencimiento de que lo que se transforma es la aptitud. I Foto: teleSUR.

Cuando comparte sus emociones, cuenta que valora “la sonrisa de un niño, y que es muy triste ver un niño sufriendo, ver un niño enfermo, los niños no debieran de enfermarse, y explica independientemente que la sala de oncología es muy difícil, la sala de quemados, le rompe el corazón, siempre sale con el corazón roto, pero siempre dando gracias por la vida”.

Ante estas realidades, el desafío de transformar situaciones que son muy difíciles, en el que se experimentan dolores, incertidumbres, y sentir como el payaso suma emociones positivas, fomenta el clima afable, que favorece la salud del paciente, es maravilloso.

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Esta valerosa mujer se reconoce cubana y encuentra hermosura en su tierra y en la alegría de su pueblo. I Foto: teleSUR

El hecho de ponerse una nariz roja demanda de preparación, desde el cuerpo y la mente, en las emociones y trasmitirlo de manera que haga olvidar el sufrimiento por un momento,  puede ser catalogado como un don de servicio.

Esta valerosa mujer se reconoce cubana y encuentra hermosura en su tierra y en la alegría de su pueblo, la belleza de sus paisajes y, sabiamente, seguirá brindando sonrisas para que las cosas amargas pasen y podamos florecer.


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