El Gobierno de Recep Tayyip Erdogan recibe un golpe de Estado el 15 de julio, pero desde antes abrió todos los frentes de guerra. Provocaciones a Rusia, Grecia, Chipre y la alianza con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para "combatir el terrorismo" en Siria, Irak y Libia.
El terrorismo empieza por casa. En lo que va de 2016 Turquía registra al menos un atentado terrorista al mes y grupos extremistas nativos que suman al caos.
Erdogan, quien ha sido catalogado por los medios como "islamista moderado", lleva más de una década al frente de Turquía. Entre 2003 y 2014 fue primer ministro, y desde hace dos años es jefe de Estado.
Los partidos de la izquierda turca han denunciado en varias oportunidades las implicaciones de los servicios secretos del Gobierno de Erdogan en varios crímenes terroristas y masacres.
Turquía ha servido como soporte de la OTAN en el apoyo a lo que denominan "oposición moderada" en Siria, Irak, Libia y los sucesos de llamada "primavera árabe" desde 2010, cuando se registraron protestas golpistas en Oriente Próximo.
Pese a la alianza, en abril pasado el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, expresó preocupación por el control que -considera- ejerce el Gobierno de Turquía sobre los medios nacionales de comunicación.
Según World Press Freedom Index, Turquía ocupa el lugar 149 de libertad de prensa, en un ranking de 180 países. Erdogan no se quedó callado ante las apreciaciones de Obama, y sentenció: "EE.UU. nos necesita, no podrá seguir la guerra en Siria sin nosotros".
Erdogan no reconoce el genocidio armenio perpetrado por el imperio otomano; Erdogan apoya la intervención militar en países autónomos como Siria.
Pero Erdogan también tiene fuertes opiniones respecto a Israel: cree que comete un genocidio contra Palestina, hecho que ha sido negado históricamente por Occidente.