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Se calcula que más de 100 casas han quedado destruidas.

Se calcula que más de 100 casas han quedado destruidas. | Foto: @BrunoRguezP

Publicado 26 mayo 2024



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Aunque todavía no hay una cantidad confirmada, se sospecha que hayan fallecido alrededor de 300 personas.

La violencia tribal ha dificultado los esfuerzos de los rescatistas en el catastrófico deslave que hizo desaparecer toda una aldea en la isla de Papúa Nueva Guinea a causa de las intensas lluvias que asolaban la región, mientras continuaba la búsqueda de cientos de aldeanos que se sospecha hayan muerto bajo los escombros.

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Más de 300 personas sepultadas por un deslave en Papúa Nueva Guinea

En la madrugada del viernes un desprendimiento de tierra sepultó a un pueblo de la provincia de Enga, en la ladera de una colina antaño animada, quedó casi completamente arrasado sepultando decenas de casas y a las personas que dormían en ellas.

Aunque todavía no hay una cantidad confirmada, se sospecha que hayan fallecido alrededor de 300 personas.

Serhan Aktoprak, funcionario de la Organización de Naciones Unidas (ONU), denunció que habían estallado enfrentamientos tribales a lo largo de la única ruta existente para acceder a la zona de la catástrofe.

Aunque afirmó que la violencia "no estaba relacionada con el deslave", el ejército brindaba cobertura de seguridad a los convoyes de ayuda.

La comunidad estaba integrada por unas 4,000 personas, conociéndose como un bullicioso punto de comercio para los mineros de aluvión que buscaban oro en la región de las tierras altas. Según Aktoprak, hasta el sábado por la noche se habían sacado cinco cadáveres de entre los escombros.

Se calcula que más de 100 casas han quedado destruidas, junto con una escuela improvisada y varios puestos de comercio.

"Trabajar entre los escombros es muy peligroso y la tierra sigue deslizándose", dijo desde Port Moresby, la capital, sobre las vicisitudes de un equipo de respuesta de emergencia de la ONU que trabaja en Enga.

En algunos puntos, el deslave, mezcla de rocas del tamaño de un auto, árboles y tierra removida, alcanzaba los ocho metros de profundidad.

Las organizaciones humanitarias afirman que la catástrofe ha acabado con el ganado, los huertos y las fuentes de agua potable de la aldea.


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