En contexto: Santos y Zuluaga en la recta final

A nueve días para las controversiales presidenciales, la atención se centra en el futuro que le depara a la paz de Colombia. El presidente Juan Manuel Santos continúa aportando a la solución del conflicto armado de medio siglo, mientras que Óscar Zuluaga intensifica su radicalismo.

Te mostramos el contexto del panorama electoral en que se definirá el presidente que gobernará Colombia por los próximos cuatro años.

Abstención determinante. El candidato uribista ganó la primera vuelta del pasado 25 de mayo con cerca del 30 por ciento de los votos, superando poco más del 25 por ciento que logró el actual Presidente. Sin embargo, el gran reto para resultar victorioso es movilizar a 60 por ciento del padrón electoral que se abstuvo de votar.

Se forman las alianzas. Santos ahora cuenta con el apoyo de la Alianza Verde, que estuvo representada en la primera vuelta por Enrique Peñalosa; con el respaldo de Clara López, excandidata por el Polo Patriótico Alternativo y un bloque del Partido Conservador. Cerca del 40 por ciento que obtuvieron los tres candidatos restantes en la primera vuelta, también serán determinantes en el balotaje.

Debates. El rasgo conciliador del discurso de Santos se hizo notar en el debate presidencial del pasado jueves, mientras que Zuluaga

continúa radicalizando las políticas que aplicaría en cuanto a la resolución del conflicto armado. Si el candidato uribista llegara a la presidencia, se frenaría el proceso de paz que ha logrado tres altos al fuego de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Ha mermado la controversia. Los escándalos alrededor de las campañas presidenciales han disminuido en esta etapa pre-balotaje y los candidatos se han enfocado principalmente en exponer los aspectos positivos de sus propuestas.

Sin embargo, todavía tienen la sombra del video que vincula a Zuluaga con un espía del proceso de paz y del presunto financiamiento ilegal a la campaña de Santos, altercados que, según algunos especialistas, podrían ser el factor desmovilizador de los casi 33 millones de colombianos habilitados para votar.