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El ministro de Exteriores calificó la reunión como satisfactoria y positiva. (Foto: teleSUR)

El ministro de Exteriores calificó la reunión como satisfactoria y positiva. (Foto: teleSUR)

Publicado 17 febrero 2014



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Hacer una revolución  socialista en un país como Venezuela no es tarea sencilla en el corto y el mediano plazo. Organizar una estrategia de guerra económica para derrocar el gobierno revolucionario bolivariano,  como desea la oligarquía mercantil parasitaria, tampoco tiene buenas perspectivas en el mediano y largo plazo.

Es necesario tener siempre presente que la actual guerra económica planificada y ejecutada por la oligarquía mercantil parasitaria para derrocar la Revolución Bolivariana y apoderarse de  totalidad de la renta petrolera es, sencillamente, una nueva fase de la lucha de clases. Esta guerra necesariamente debe ser ganada por el proceso revolucionario para poder construir finalmente una sociedad socialista,

La lucha de clases se combate militarmente, económicamente, políticamente, cultural y socialmente, según la coyuntura que escoja el enemigo. Esa manera de hacer la guerra, a veces defensiva y a veces ofensiva, se inició en Venezuela hace por lo menos de 264 años, cuando se abolió el viejo sistema de encomiendas y la tierra fue dada en propiedad a los europeos y los criollos mantuanos ricos, minoría calculada entre 5 y 10.000 personas que conformaba en las diferentes épocas, del 1% al 5% de la población venezolana. Por este medio, la minoría dominante, dueña de todos los medios de producción, sometió al 95% restante a una relación servil de  explotación para expropiarle su trabajo. De esta manera, comenzó a consolidarse la propiedad privada de la tierra y el capital en manos del bloque político que aglutinaba  la burguesía mercantil-terrateniente; ya desde entonces, dicha burguesía  dominaba para su beneficio personal las relaciones interprovinciales de tipo Estado que surgieron con la creación de la Capitanía General de Venezuela y, posteriormente, el Consulado de la Provincia de Caracas.

La guerra popular que anima la marcha de  una revolución se expresa bajo la forma superior de lucha, la lucha de clases, necesaria para resolver las contradicciones existentes entre bloques políticos cuyas hegemonías  entran en contradicción. Para triunfar finalmente, la dirigencia revolucionaria debe comprender a cabalidad los nexos que relacionan la guerra popular con el resto de los fenómenos políticos, culturales y sociales de la coyuntura, es decir, ser capaz de analizar concretamente las situaciones concretas. La comprensión del todo debe tener primacía sobre los detalles; aunque ambos no pueden existir aisladamente, la táctica no se puede confundir con la estrategia.

Luego de la desaparición física del Comandante Chávez en 2013 y su ascenso al empíreo de la historia, el pueblo venezolano eligió presidente el camarada Nicolás Maduro; la burguesía mercantil parasitaria arreció la violencia terrorista urbana y la guerra económica mediante el aumento grosero de la usura y la inflación inducida, el sabotaje eléctrico, el asalto a la moneda venezolana,  el contrabando de extracción, el sicariato  y el linchamiento mediático del Presidente Maduro.

La respuesta del presidente fue acelerar la ofensiva económica contra la guerra de la  burguesía parasitaria y traidora a la patria mediante intervenciones que pusieron al descubierto la perversa trama conspirativa y fraudulenta, el malandraje empresarial que, cuando se trata de acrecentar sus capitales, no respeta ni reconoce los valores culturales y éticos más elementales de la convivencia social.

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