Un estudio de la Universidad de Berkeley en California, EE.UU., detectó que reducir el abdomen mejora en un 20 por ciento la calidad del sueño y reduce la incidencia de la apnea.
"Parece ser que la obesidad y calidad del sueño están muy relacionadas, ya que dormir mal disminuye la acción de la leptina, hormona reguladora de la saciedad, y aumenta la concentración de la grelina, hormona del hambre, responsable del aumento de la ingesta", explicó el endocrinólogo argentino Alejandro García.
El estudio demostró que la privación de sueño lleva a elegir alimentos más calóricos, lo que sumado a la alteración hormonal antes mencionada lleva a desarrollar obesidad o tener dificultad para bajar de peso.
"Hay gran cantidad de información que describe las alteraciones del sueño asociadas a obesidad, tales como apneas, insomnio o el síndrome de las piernas inquietas y a su vez muchas de esas patologías tienen una correlación directa con eventos cardiovasculares graves o accidentes cerebrovasculares", detalló García.
No es la primera vez que el sobrepeso y la falta de sueño son vinculados, en 2011 el experto Karl Johansson y un grupo de científicos del Instituto Karolinska de Estocolmo en Suecia llegaron a la conclusión que una dieta baja en calorías podría beneficiar a quienes sufren de apnea del sueño, enfermedad que afecta a personas con obesidad.
Los especialistas suecos evaluaron la evolución de 63 hombres con edades comprendidas entre los 30 y 65 años y un índice de masa corporal (IMC) de entre 30 y 40 (el IMC oscila de 18,5 a 24,99 y quien tiene más de 30 es considerado obeso).
De los 63 sujetos, 58 siguieron una dieta sana y baja en calorías y acudieron a un programa de orientación en el que se les daba consejos para mantener el peso alcanzado.
>> Hábitos saludables para vivir más tiempo
Un 48 por ciento de los pacientes no necesitó la máscara para respirar que habitualmente utilizan quienes padecen apnea y en un 10 por ciento desapareció por completo esta patología, según los investigadores.