Venezuela. El pan nuestro de cada día

Osvaldo Pérez amasa con gran esfuerzo. Es panadero. Su profesión es una de las más antiguas del mundo. En el segundo piso de un edificio residencial está ubicada su panadería. Vive en el mismo departamento donde elabora pan artesanal.

“Nuestra mezcladora se quemó hace unos meses. A mi edad se hace difícil amasar pero no puedo detenerme. Hay que comer”, nos dice mientras golpea contra la mesada la preparación para sacarle el aire, antes de dejarla descansar.

Desde hace 17 años, lo primero que hace luego de desayunar es preparar la mezcla base: harina, sal, agua y levadura. Le preguntamos cómo aprendió y responde con una mediana sonrisa:

“A mí me enseñó mi esposa y a mi esposa le enseñó Dios”, dice mientras sigue en su labor. Vemos cómo con sus manos le va dando formas redondas y alargadas a la masa, coloca una parte en una de sus diez bandejas para luego llevarlas al horno.

Son los únicos del edificio que preparan pan. Existen otros vecinos que venden pero no lo elaboran. Los vecinos prefieren subir o bajar a ese segundo piso y hacer su pedido.

“Tanto el pan salado, como el pan dulce, como el pan de jamón están a precios solidarios. Cuando la cosa se pone dura vendemos heladas las tortas”, recalca Osvaldo.

Esta vez no hay tortas, pero el pan “campesino” sale del horno directo al consumidor. Es el que más se vende: cuatro por 43 bolívares, poco más de un dólar.

El complejo donde vive y trabaja hace parte de las más de cuatro millones de viviendas que se han otorgado a familias venezolanas que no tienen la oportunidad de comprar una casa.

El pan es un alimento mundial a base de trigo. En Venezuela se estima que lo consume alrededor del 22 por ciento de la población. En el país caribeño prefieren la arepa a base de maíz.