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    Olga Guillot, que había nacido en Santiago de Cuba en 1922, llevaba consigo todo el sentimiento y el sabor de la mayor de las Antillas.

Olga Guillot actuó en los más importantes escenarios, con míticos artistas como Duke Ellington, Nina Simone, Edith Piaf, Duke Ellington, Sarah Vaughan, o Nat King Cole.

Cuando Olga Guillot, aquella noche de bohemia íntima, le cantó uno tras otro los boleros cubanos más estremecedores, Lucho Gatica, quien hasta entonces cantaba tangos, quedó cautivado con aquel género que lo dejara para siempre en la memoria musical del mundo.

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- Tienes que ir a Cuba. Resuelve eso, Tito -dijo la Guillot a Eugenio Garrote, su representante. 

La cautivadora mujer había hechizado, con su voz y sensualidad, a quien supo traducir muy a su inolvidable modo, el bolero. Pero eso se supo después. 

En esta ocasión ella había llegado a Chile, contratada por la Radio Minería, que atesoraba a los grandes músicos de la época. Ahí conoce a la máxima figura musical del momento, su hermano, Arturo Gatica. Lucho, se entretenía por entonces en las canciones del folklore.

Esa noche nacía la versión masculina de Olga Guillot, su ‘alter ego’ del bolero. La propia Olga, durante una comida en casa de la familia Gatica, es quien le propone utilizar las canciones de su repertorio y le dice que en Cuba hay algunos cantantes que están haciendo algo diferente al bolero auténtico.

Olga Guillot. I Foto: EFE

- Lucho, es el bolero de los cuatro compases, tipo filing. A ver escucha esto -dice Olga, en lo que entona su armoniosa voz.

¨Si pudiera expresarte

Cómo es de inmenso

En el fondo de mi corazón

Mi amor por ti¨

- Chico, es que Cuba es Cuba, yo te digo que tienes a los más grandes compositores esperando por tu voz.

Olga, que había nacido en Santiago de Cuba en 1922, llevaba consigo todo el sentimiento y el sabor de la mayor de las Antillas. Comenzó tempranamente con el Dúo Hermanas Guillot y puso muy en alto a la música cubana por el mundo. Actuó en los más importantes escenarios, con míticos artistas como Duke Ellington, Nina Simone, Edith Piaf, Duke Ellington, Sarah Vaughan, o Nat King Cole, por mencionar algunos. 

Se dice, fue la primera hispana en cantar el bolero en la famosa sala de conciertos de Manhattan, Nueva York: el Carnegie Hall. Antes, según Olga, lo hizo Marta Pérez, famosa Mezzo soprano cubana, en compañía de Ernesto Lecuona.

Guillot grabó 60 discos, de los cuales 20 son de oro y participó en 16 películas. Lo menciono porque hay un par de generaciones que no saben siquiera de ella, estamos hablando de la reina cubana del bolero.

Ella es un leyenda para padres y abuelos cubanos, parte de un proceso que devino en la bolerística de la década de 1950, punto álgido de un largo camino melódico desde la trova tradicional del siglo XIX. Si me atreviera a mencionar algunos, siempre estaría ¨ella¨, el gran Benny Moré, Fernando Alvarez, Alberto Ruiz, Orlando Contreras, Orlando Vallejo, Rolando Laserie, Roberto Faz, José Tejedor, Ñico Membiela, Blanca Rosa Gil, entre otros muchos artistas cubanos, que rayaron las vitrolas de Cuba y el mundo, y se convirtieron en mitos de la radio, la televisión y hasta el cine de la época.

Así fue que Lucho Gatica llegó a Cuba en 1954, con el respaldo de la Emisora Radio Progreso ¨La Onda de la Alegría¨.

Lucho Gatica estuvo junto a las voces que cautivan en los más diversos escenarios cubanos. I Foto: EFE

Comenzaron entonces, largas temporadas en el escenario inevitable para la fama: Cuba. El entusiasmo que le despierta el filing lo lleva a grabar ¨Tú mi delirio¨ y ¨Contigo en la distancia¨ del intenso compositor cubano, César Portillo de la Luz, y a presentarse en dos cabarets de moda, Montmartre y Parisien. De su vínculo en éste centro nocturno, del célebre Hotel Nacional de Cuba, con el pianista Frank Domínguez, obtiene el privilegio de que le permitiera grabar su canción ¨Tú me acostumbraste¨.

Así uno tras otro vienen a él, Frank Emilio, otro virtuoso pianista que lo acompaña con las canciones, ¨No puedo ser feliz¨, de Adolfo Guzmán, con las inigualables voces acompañantes del Cuarteto Las D'Aida. Igualmente, se ufanaba de inmortalizar en el acetato: ¨Por nuestra cobardía¨, ¨Novia mía¨ y ¨La Gloria eres tú¨, del ronco maravilloso del filing, José Antonio Méndez.

Siguen los éxitos con ¨Canta lo sentimental¨, de Urbano Gómez, ¨Nosotros¨, de Pedro Junco y ¨La Noche de Anoche¨, que dedicara su autor René Touzet - quien luego fuera su esposo y padre de su hija Olga María- a la voluptuosa Olga Guillot. ¨Estoy aturdida, yo que estaba tan tranquila¨, le dijo en broma la Guillot, parafraseando la canción, después de escucharlo entonar esta pieza musical. Quedó prendada de su voz, y movió cielo y tierra para traerlo aquella primera vez a La Habana.

De las incontables veces que llegó, supo y gozó él, como parte del atractivo nocturno de La Habana de noche. Lucho Gatica estuvo junto a las voces que cautivan en los más diversos escenarios cubanos, catapultados por grandes empresarios de la radio y la televisión, un emporio del santiaguero Goard Mestre, quien ubicó al español Gaspar Pumarejo, al frente a su departamento de Programación. Potenció así, su iniciativa comercial y lo convirtió en su más fuerte competencia.

Cuenta el cronista Ciro Bianchi que Gaspar Pumarejo - quien a pesar de Goard Mestre, fue quien lanzó el 24 de octubre de 1950, la primera señal de tv comercial en Cuba- lo trae el 1957 al show de Canal 2-Telemundo ¨Escuela de televisión¨, aprovechando su cumbre publicitaria.

Cantante Lucho Gatica. I Foto: EFE

Otro “momentum” de ese viaje para Lucho Gatica, fue en el Stadium del Cerro. Un evento sin precedentes, donde convergieron 30 de los más afamados músicos cubanos - idea reditable- que andaban por el mundo. En aquella ocasión con el título “Cincuenta años de la Música cubana”.

Llegado su turno, Pumarejo pregunta a Lucho sobre el tiempo que lleva sin ver a su madre y cuándo volverá a verla. Hasta enero, responde el artista, que es cuando puede viajar a Chile. Pumarejo le tiene una sorpresa. Dice que ha hecho una conexión en cadena y podrá ver a su madre por televisión. En efecto, una señora, con el rostro muy serio, aparece en una pantalla gigante y le habla a su hijo.

Lucho se frota los ojos; no da crédito a lo que está pasando. Pumarejo, sin darle tiempo a reaccionar, devela el truco: la señora está allí mismo, en el estadio, porque en secreto la trajo desde Chile. Llora Lucho Gatica. Llora la madre. Llora Pumarejo. Lloran las 30.000 personas que colmaron el recinto. Lloran los televidentes.

Después vino la fama, México y todo el mundo aclama a Lucho Gatica. Entonces, cuando por estos días, los padres y abuelos se alisen el pelo y se levanten tarareando “no existe un momento del día, en que pueda apartarme de ti”, y engolan la voz con una mirada de carnero enamorado, asumimos otra vez la nostalgia donde el bolero es el Rey, y que sus majestades, Olga Guillot y Lucho Gatica, lo hicieron grande, primero desde Cuba.

Tristezas

Para llegar a reconocer este género internacionalmente, tuvo que nacer aquel insigne “Tristezas”. Se conoce que el primer bolero fue escrito por el cubano José Pepe Sánchez, en Santiago de Cuba para el año 1883. La pieza dio origen formal al género con el acompañamiento musical que se denomina «clásico» de guitarras y percusión.

El género musical con nacimiento registrado hace más de un siglo, tuvo una amplia repercusión en América Latina y a escala universal. En 2021 fue convertido en Patrimonio Cultural de la Nación.

En el diccionario de la música cubana, el musicólogo Helio Orovio afirma que el bolero constituye la primera gran síntesis vocal de la música del país, que al traspasar fronteras registra permanencia universal. 

Es también una suerte de fusión de factores hispanos y afrocubanos, presentes en la línea acompañante de la guitarra y la melodía. Reconoce que su relación con la música española del siglo XVII es lejana, con una base musical de dos guitarras, un requinto para las melodías y dos voces que realizaban las armonías.

Desde entonces comenzó su evolución con las variantes del bolero-moruno, bolero-mambo y bolero-beguine. Fue notable como entre las décadas del 1940 y 1950, el bolero sufrió nuevos cambios, por la ampliación de las posibilidades armónicas y tímbricas a través de los conjuntos que hicieron suyos el género musical.

El Cieguito Maravilloso, Arsenio Rodríguez, tresero y compositor, al frente de su conjunto reenfocó a la música cubana. El matancero nos ofreció “Fuego en el veintitrés”, “Bruca manigua” y la más famosa: “La vida es un sueño”.

Arsenio Rodríguez parte a New York en 1952, después de ello se conoce que su ceguera era inminente. Precisamente de esta difícil circunstancia, surge esta canción que como los mejores boleros, canta al dolor, al sentimiento.

Con la llegada del feeling, se evidencia una transformación en la manera de componer e interpretar. Influenciado por el jazz norteamericano, su nombre deja claro su vínculo indisoluble a la emoción y el sentimiento. A partir de aquí, también a los finales la década del 40 del siglo XX, el bolero enriqueció sus textos, la armonía y línea melódica.

Fue notable el aporte de compositores como Rosendo Ruiz Quevedo, José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Ñico Rojas y Marta Valdés. Entre otros notables, recordaremos las innumerables versiones de “Aquellos ojos verdes”, de la autoría del matancero Nilo Menéndez con textos del cantante Adolfo Utrera.

Entre las magníficas composiciones figura: “Quiéreme mucho”, convertida en otro himno de la nacionalidad cubana. Originalmente llevó el nombre de “Serenata criolla” y se estrenó en 1915, en el teatro Alhambra como parte de la obra “El servicio obligatorio”.

Para esta, Ramón R. Gollury, con el seudónimo de Roger de Lauria y Agustín Rodríguez, sainetero del teatro Martí, escribieron la letra, mientras el maestro Gonzalo Roig, la música.

Aparece entonces como primer bolero-son, la reconocida canción, “Lágrimas negras”, compuesta en 1930 por Miguel Matamoros.

Hospedado en una casa de huéspedes en Santo Domingo, escuchó el llanto desconsolado de una señora, a la cual el marido la había dejado por otra mujer. La canción fue reconocida por la interpretación del trío Matamoros.

“Si me comprendieras”. Aseguran que fue compuesta en la misma puerta de su casa, por José Antonio Méndez cuando, cierta vez, su esposa no lo dejó entrar. El bolero se convirtió en un clásico.

De una mujer cubana salió un himno al amor. “Dos Gardenias”, fue creado por la pianista Isolina Carrillo y el puertorriqueño Daniel Santos se convirtió en el primero en grabarla y popularizarla. El innovador y talentoso músico cubano Pérez Prado, tuvo a su cargo la orquestación con piano acústico.

Patrimonio cubano

La titulación del bolero como patrimonio cubano en 2021 representó un paso para la candidatura del género musical, como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

La noticia fue develada en el 120 aniversario de Luis Marquetti, reconocido como el Gigante del Bolero y en la celebración 102 del natalicio del inolvidable intérprete cubano, Benny More.

Para la emblemática intérprete internacional Omara Portuondo, este es un magnífico homenaje a tantos artistas y boleristas del mundo y de Cuba, y también para las personas que se han enamorado con un bolero. 

A la vez recuerda la Portuondo, que fue "Veinte Años", compuesto en 1935 por la trovadora cubana María Teresa Vera con texto de Guillermina Aramburu, "el tema que mi padre y mi madre me enseñaron", afirma desde La Habana, quien a los 91 años de edad, quizás sea la bolerista cubana más conocida en el mundo. 

Habría que entender a los cubanos cuando queriendo decirte ‘ponte para las cosas’, lo hacen con la frase: “Olvida el tango y canta bolero”. 

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