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Los partidarios del Presidente venezolano, Hugo Chávez, asisten a su mitin de cierre de campaña en Caracas, el 4 de octubre de 2012.

Los partidarios del Presidente venezolano, Hugo Chávez, asisten a su mitin de cierre de campaña en Caracas, el 4 de octubre de 2012. | Foto: AFP

Publicado 21 diciembre 2015



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Esta no es una Revolución que se puede deshacer con una elección, ni simplemente puede ser legislada para que desaparezca.

Mucho se ha escrito sobre el resultado de las elecciones legislativas del 6 de diciembre en Venezuela, con muchos de los análisis centrándose justamente en las deficiencias del Partido Socialista (PSUV) y la dificultad de la situación actual en el país. De hecho, incluso antes de que el órgano político se enfriara, abundaban las autopsias en los medios corporativos y alternativos, con disecciones al parecer de todos los aspectos de la vida política, económica y social de la República Bolivariana.

Pero lo que estos periodistas y analistas políticos suelen pasar por alto es la determinación de la esencia de la Revolución Bolivariana, la base radical que se ha comprometido a preservar lo que Hugo Chávez comenzó a construir hace más de 17 años. Esta no es una Revolución que se puede deshacer con una elección, ni simplemente puede ser legislada para que desaparezca. Esta Revolución no será, como algunos cínicos han argumentado, derribada por el peso de sus propias contradicciones, o por la podredumbre interna y la corrupción, o por fuerzas externas, tales como asesinatos y desestabilización económica.

Al contrario, la Revolución va a sobrevivir. Volverá a resurgir. Va a renacer gracias al compromiso de millones de dedicados chavistas.

Mientras que uno puede tomar esto como un artículo de fe, es en cambio una conclusión que nace de la experiencia en Venezuela, experiencia que se formó por docenas de conversaciones con activistas y organizadores cuyas palabras de amor y dedicación a la Revolución son sólo comparables con sus acciones para construirla.

En la construcción de la Revolución, estos hombres, mujeres y niños se comprometieron a defenderla.

Heridas frescas de la Revolución

Los resultados de las elecciones y los problemas sociales de las que surgieron, son sin lugar a dudas un comentario del nivel de descontento que muchos venezolanos sienten, tanto hacia su Gobierno como al estado general de los asuntos del país. Al leer los medios de comunicación corporativos, uno pensaría que este es el fin de la Revolución Bolivariana, que la derrota en las urnas es un repudio a todo el programa del PSUV y sus partidos políticos aliados. Pero tal lectura oculta la realidad y la capacidad de recuperación del proceso revolucionario, que ha visto y superado grandes desafíos anteriormente.

En abril de 2002, la oposición apoyada por Estados Unidos en Venezuela organizó un golpe de Estado contra el entonces presidente Chávez, en un desesperado intento de reafirmar su control sobre el país y extinguir la Revolución Bolivariana. Cientos de miles de venezolanos salieron a las calles de Caracas, con millones más en otras partes del país, pidiendo que Chávez sea restaurado en el poder, como le correspondía, y que los golpistas sean arrestados. No hubo ninguna duda que los EEUU fue el responsable de este intento forzado de cambio de régimen, muchos medios de noticias informaron a los pocos días que funcionarios de alto rango en el Gobierno de Bush estaban íntimamente involucrados en la organización del golpe.

Aunque pueda parecer una mera nota histórica 13 años después, el fallido golpe de Estado fue un momento decisivo en Venezuela –el punto de inflexión para la Revolución - fue cuando las personas para las que Chávez y el Proceso Bolivariano significaba un futuro mejor, se atrevieron a desafiar la hegemonía estadounidense y el intento de restablecimiento del poder político por la clase dominante capitalista.

Pero abril 2002 representó incluso más que la resistencia a Washington. La restauración de Chávez en el poder fue una demostración de la firmeza con la que los venezolanos estaban dispuestos a defender su Revolución de las amenazas externas, incluso de los que hasta 1998 habían parecido omnipotentes. Se mostró por primera vez (y ciertamente no la última) que la Revolución no quiso, y no pudo ser deshecha por los trucos sucios del Imperio y su clase compradora dentro del país.

Desde 2002 Venezuela ha sido repetidamente objeto de desestabilización política, económica y social por parte de los Estados Unidos. Estos intentos coordinados han aumentado exponencialmente desde la muerte de Chávez en 2013 y la elección del actual presidente, Nicolás Maduro. Tal subversión ha tomado muchas formas, incluyendo el uso de formas altamente eficaces y bien planificadas de guerra psicológica a través de la manipulación de los medios de comunicación y la opinión pública.

En 2007, la autora y periodista de investigación, Eva Golinger, reveló que Washington estaba financiando un programa para proporcionar apoyo financiero a los periodistas venezolanos hostiles a Chávez y la Revolución Bolivariana. De hecho, el esfuerzo fue dirigido a influir en la opinión pública a través de los medios de comunicación de derecha, formando las opiniones de los venezolanos en contra de su Gobierno. Un método de combate probado de desestabilización de la CIA, tales tácticas de guerra psicológica se documentaron en las “Operaciones Psicológicas de la CIA en la Guerra de Guerrillas”, un manual distribuido a los contras en Nicaragua cuando Washington trataba de derrocar al Gobierno Sandinista en la década de 1980. Como se ha señalado aquí, la CIA quería determinar "las necesidades y la frustración de los grupos objetivo... [y crear]una hostilidad generalizada contra el Gobierno". El objetivo era crear la falsa impresión en la mente de la población que el Gobierno era "la causa de su frustración".

Esto se ha hecho con gran efecto en Venezuela. Los medios de comunicación de derecha del país han hecho todo lo que está en su poder para debilitar al Gobierno, y culpar de todo al PSUV, incluso los efectos de la guerra económica librada contra el propio Gobierno. De acuerdo con los medios de comunicación de la derecha, es el Presidente Maduro y todo el Gobierno, junto con el movimiento que representan, que ha creado y agravado todos estos problemas con su ineptitud y políticas fallidas. Aunque sin duda ha habido errores, no es menos cierto que muchos de los principales problemas en el país se vieron agravados por el sabotaje económico. El punto importante aquí es que una guerra económica se transformó en una guerra psicológica, que ocupó un lugar destacado en las recientes elecciones.

De hecho, la guerra económica es fundamental para la comprensión de la situación actual del país. A raíz de la victoria de la oposición en las urnas, los bienes básicos comenzaron mágicamente a reaparecer en las tiendas en Venezuela, otro indicio de que gran parte de la escasez no se puede atribuir a políticas económicas fallidas, sino más bien a una campaña coordinada de subversión económica. Del mismo modo, algunos de los problemas de inflación y venta de contrabando se pueden atribuir directamente a la oposición apoyada por Estados Unidos y sus clientes en Miami y Washington. Esto, sin duda, no es para eximir al Gobierno de toda culpa, sino para señalar que Venezuela y su Revolución han sido atacados directamente por las fuerzas del Imperio.

La desestabilización del país también es patente, con los asesinatos jugando un papel clave. Tal vez ningún asesinato selectivo ha tenido mayor impacto en el país y la Revolución que el asesinato de Robert Serra en 2014, un joven y prometedor legislador del PSUV que fue asesinado por individuos relacionados con el ex presidente de Colombia y enemigo auto-declarado de la Revolución Bolivariana, Álvaro Uribe. Un joven, fotogénico y profundamente comprometido, activista y legislador, Serra fue visto por muchos como el futuro del PSUV y del movimiento chavista en el país. Su asesinato fue interpretado por millones como un asalto directo a la Revolución y el futuro del país.

Paseando por los barrios radicales de clase trabajadora, como 23 de enero y El Valle, es probable que uno encuentre carteles y / o grafitis garabateados en las paredes con la simple frase, "Robert Vive", y la imagen icónica del joven Serra - el futuro de la Revolución, abatido a tiros antes de incluso tener la oportunidad de dirigir.

Y esta es la realidad de la Revolución: los EEUU y sus aliados han hecho todo lo posible para destruir el Proceso Bolivariano. Y, sin embargo, la Revolución continúa. Esto es algo más que un eslogan deresistencia, es un hecho objetivo.

Estas elecciones, que tuvieron lugar en medio del deterioro de las condiciones económicas y una intensa guerra psicológica y económica, todavía vieron a más de 5 millones de venezolanos emitir votos a favor del PSUV y de la Revolución, por el Socialismo y el antiimperialismo.

Los rumores de la muerte de chavismo se han exagerado enormemente. Este sueño, esta Revolución, no morirá.

**Eric Draitser es un analista geopolítico independiente con sede en la ciudad de Nueva York. Es el editor de StopImperialism.org y anfitrión de CounterPunch Radio. Puede localizarlo en ericdraitser@gmail.com.**


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