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Putin, Ucrania y el futuro de Europa. (Ria Novosti)

Putin, Ucrania y el futuro de Europa. (Ria Novosti)

Publicado 14 julio 2014



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A medida que la crisis en Ucrania se intensifica con la caída de ciudades claves de los rebeldes, como Slaviansk y Kramatagorsk, y el nuevo conflicto por definir dónde estarán ubicadas las capitales de Donetsk y Lugansk, en occidente algunos están comenzando a preguntarse ¿por qué Putin no ha intervenido de una forma más directa en nombre de los rebeldes de las regiones separatistas orientales?.

A medida que la crisis en Ucrania se intensifica con la caída de ciudades claves de los rebeldes, como Slaviansk y Kramatagorsk, y el nuevo conflicto por definir dónde estarán ubicadas las capitales de Donetsk y Lugansk, en occidente algunos están comenzando a preguntarse ¿por qué Putin no ha intervenido de una forma más directa en nombre de los rebeldes de las regiones separatistas orientales?.

Después de que en un principio reunió a todas las fuerzas en el lado este de la frontera con Ucrania el invierno pasado. ¿Por qué ahora Putin ha ordenado el retiro?

Cuando la crisis en Ucrania entró a una nueva fase el pasado febrero, la pregunta era: ¿habrá una intervención directa por parte de Rusia? Hoy la pregunta es: ¿Por qué Putin no ha intervenido? Y, ¿por qué cada vez más parece que no intervendrá?

Durante la década pasada, Estados Unidos construyó su apoyo entre elementos protofascistas sobre el terreno en Ucrania, financiando estas fuerzas al ritmo de lo que EE.UU. admitió fueron 5 mil millones de dólares. Sin embargo, hizo a un lado a los negociadores europeos e intervino directamente el pasado febrero, cuando parecía que la Unión Europea estaba a punto de lograr un acuerdo económico que no era lo suficientemente agresivo en términos políticos, de acuerdo con la percepción estadounidense.  

Desde un principio, Estados Unidos ha querido claramente un cambio radical del régimen político, no solamente un acuerdo económico favorable para Ucrania. La llamada “Revolución Naranja” que comenzó hace una década solamente ha tenido éxito en parte al separar a Ucrania de la órbita económica y política de Rusia. La crisis ucraniana de 2013 ofreció una nueva oportunidad para completar la tarea política inconclusa de la Revolución Naranja. Pero los europeos, sumidos en sus propios problemas económicos, no estaban interesados en tomar la iniciativa.

En su muy citada declaración pública “joder a la UE”, realizada el pasado febrero en la víspera del golpe de Estado orquestado por el liderazgo diplomático de Estados Unidos sobre el terreno en ese entonces, Virginia Nuland asegura que Estados Unidos claramente asumió el control directo de la intervención por parte de los europeos. La Unión Europea junto con el liderazgo del Fondo Monetario Internacional, querrían de ahora en adelante negociar el rescate económico con Ucrania, sin embargo, Estados Unidos no manejaría las políticas del mismo modo.

La dicotomía entre Estados Unidos y la UE, que salió a la vista de todos con el golpe de Estado en Kiev en febrero de 2014, cuando Estados Unidos tomó el manejo “en el terreno”, sigue siendo evidente hoy en día. Desde las elecciones parlamentarias ucranianas de mayo, Estados Unidos  sigue presionando a favor de mayores sanciones económicas en contra de Rusia, mientras que dirige al nuevo gobierno de Ucrania, encabezado por Piotr Poroshenko, para que haya más agresividad militar en las regiones orientales de Ucrania. Por otra parte, en meses recientes se ha hecho más claro que el ejército estadounidense, la CIA y sin duda los asesores de las fuerzas especiales de Estados Unidos, han mantenido un flujo constante dentro de Ucrania desde mayo pasado. Y los cambios referentes a las tácticas militares y la estrategia contra las regiones orientales en los últimos meses, han coincidido casi siempre con las visitas a Ucrania de altos funcionarios de Estados Unidos y de la OTAN.

En contraste, los gobiernos de la Unión Europea han estado tratando de mantener las sanciones económicas en contra de Rusia, limitándose a seleccionar individualmente en lugar de sectores económicos enteros de Rusia, tal y como ha propuesto Estados Unidos, mientras que llama a un alto al fuego y negociaciones inmediatas entre ambas partes.

Debido a la agresividad de las políticas estadounidenses en torno a Ucrania, la pregunta es:
¿Por qué Putin no responde de una manera más agresiva a la amenaza de la ahora potencial ruptura de Ucrania con los intereses económicos y políticos de Rusia? ¿Por qué Rusia no ha intervenido militarmente hasta ahora y parece, con el pasar de las semanas, que será menos probable que lo haga?

Las posibles respuestas a las precauciones de Rusia responden a que la agresivas políticas militares de Estados Unidos en Ucrania son muchas:

“Primero que nada, lo que está en juego aquí no es solamente una lucha por las regiones orientales de Ucrania. Ni siquiera es una lucha por Ucrania, por decirlo así. Es una lucha estratégica geopolítica más amplia que empieza a perfilarse en el continente euroasiático, así como los nuevos lineamientos globales comienzan a desarrollarse.”

La crisis de Ucrania tiene varios niveles de significado. Pero en el plano geopolítico es sobre si Europa seguirá desarrollando lazos económicos y políticos más profundos con Rusia de los que tiene hasta la fecha; o si Estados Unidos tomará medidas más agresivas para reducir la velocidad, dar marcha atrás, y potencialmente romper, la creciente relación económica de Europa y Rusia.

Este escritor rechaza la opinión de que la intervención de Estados Unidos en Ucrania es el resultado de una picaresca aventura de la política exterior que tomó por sorpresa al gobierno de Obama y a sus aparatos de seguridad. Cuando se ve de manera más global y estratégica, lo que parece ser una política errónea aventurera de Estados Unidos en Ucrania, que se pone en marcha y que es dirigida por una ala neoconservadora dominada por el Departamento de Estado estadounidense desde el invierno pasado, es en realidad una intervención planificada y la respuesta por parte de los intereses de Estados Unidos.

Esos intereses vieron el surgimiento de la crisis general en Ucrania en 2013 como una oportunidad para asegurar aún más la hegemonía económica mundial de Estados Unidos mediante la prevención de lo que se percibe como una peligrosa desviación de Europa hacia una mayor integración económica con una Rusia que resurge.

Es muy bien conocida la creciente dependencia de Europa del gas y de la energía de Rusia. En la última década, la dependencia de Europa ha crecido hasta ocupar al menos una tercera parte de su gas de Rusia. Y las economías de Europa del Este son casi totalmente dependientes del gas ruso. Pero esa dependencia energética es sólo "la punta del iceberg económico", visible de una creciente dependencia económica mutua entre Rusia y Europa.

El comercio de importación y exportación de Alemania, Italia y Francia con Rusia, en varias categorías, ha crecido significativamente en la última década, incluyendo la producción y exportación de equipo militar. El desarrollo y exportación de dos portahelicópteros por parte de Francia hacia Rusia es simplemente un ejemplo de lo anterior. La reciente sanción económica de Estados Unidos en contra del banco más grande de Francia BNP por nueve mil millones de dólares, podría ser vista en parte, como la respuesta y amenaza de Washington a la entrega de los portahelicópteros a Rusia a pesar de la insistencia de Estados Unidos en sentido contrario.

Las propuestas de Estados Unidos para proveer a Europa de gas natural licuado es otro indicador de su intento por apartar a Europa  fuera de su creciente recurso ruso y la dependencia de capital, las actuales propuestas de Estados Unidos por un Tratado de Libre Comercio Transatlántico con Europa es sin duda otro indicador del giro de Estados Unidos hacia Europa. Con una economía combinada de apenas el tamaño de Estados Unidos, Europa es muy grande y un importante premio económico que permite a Rusia obtener un punto de apoyo muy grande y la penetración económica de Rusia ya ha ido muy lejos a la vista de los intereses de Estados Unidos.

La intervención directa de Estados Unidos en Ucrania - que le dio un empujón hacia afuera a los europeos en febrero de 2014 para llevar a cabo el golpe de Estado en Ucrania - debería de ser vista, por lo tanto, en este contexto de la respuesta política de Estados Unidos a posibles cambios estratégicos a largo plazo en Europa.

¿Qué mejor manera de poner a Europa completamente de vuelta en el redil económico estadounidense, que precipitando una crisis política en Ucrania que lleve a Rusia a un conflicto militar prematuro y directo con el Occidente?.

Pero si Rusia interviniera militarmente en Ucrania, en respuesta a las provocaciones de Estados Unidos, esa intervención sería una oportunidad para Washington para presionar a Europa en general, y Alemania en particular, para retirarse de las relaciones económicas Europa-Rusia que se han desarrollado en la última década.

Putin sin duda lo sabe y ha estado buscando una manera de evitar una pelea directa con Estados Unidos y su brazo de la OTAN en el este de Ucrania. Putin y Rusia están pues "entre la espada y la pared", como dice el refrán. Intervine militarmente en Ucrania y Rusia impulsa al objetivo estratégico estadounidense de desacelerar e incluso separar a Europa económicamente de Rusia en el largo plazo. Por otro lado, al no intervenir militarmente, Putin fortalece ciertos intereses de la UE para seguir resistiendo las demandas de EE.UU de imponer  mayores sanciones contra Rusia y para seguir insistiendo en un acuerdo negociado en Ucrania.

Reconocer las mayores razones geopolíticas de la intervención política directa de EE.UU. en Ucrania y la renuencia de Rusia a responder con su propia intervención militar en Ucrania, no es para negar otras posibles razones para la indecisión de Rusia a actuar militarmente, a pesar de la grave amenaza a los intereses planteados por el golpe de Estado orquestado por EE.UU. en febrero pasado.

Una posible segunda razón por la que Putin parece renuente a involucrarse militarmente de forma directa en las regiones orientales, es que él reconoce que los militares rusos todavía no pueden competir en un conflicto directo con las fuerzas de EE.UU. y la OTAN. La modernización militar de Rusia aún no se ha completado, por lo tanto, es prematuro para un conflicto decisivo en el terreno. Haber reintegrado a Crimea antes de que EE.UU. fuera capaz de seleccionar personalmente el gobierno de Poroshenko y reconstituir las fuerzas armadas de Ucrania, fue un gran paso pero Putin sabe que es muy poco probable que un desarrollo similar en las regiones orientales resulte tan exitoso como la guerra de Crimea.

En tercer lugar, está el factor de las oligarquías económicas de Rusia, que tienen poco interés en un conflicto militar en el este de Ucrania, y una buena parte de su interés en aumentar su riqueza mediante sus asociaciones económicas y de inversión con los banqueros de Europa occidental y de los capitalistas industriales. Muchos también tienen grandes posiciones financieras en la gigantesca empresa rusa Gazprom, a la que el gobierno de Ucrania adeuda 4.4 mil millones de dólares por los pagos retroactivos de gas. La única manera en que Gazprom y los oligarcas serán pagados es con el acuerdo del FMI para asegurar el actual rescate por 18 mil millones de dólares en el que Ucrania incluirá los pagos de Gazprom. A Rusia y Gazprom les gustaría concluir este acuerdo de pago primero que otra cosa. Sin embargo, Poroshenko y EE.UU. mantienen el cebo colgando, negándose a aceptar los términos finales, mientras que las acciones militares están en marcha. Delicadas negociaciones continúan hasta el día de hoy entre las partes con respecto a la cantidad que Ucrania y el FMI pagarán a Gazprom por el suministro de gas. Poroshenko y los asesores estadounidenses, sin duda, se niegan a ponerse de acuerdo hasta que hayan pacificado militarmente el este de Ucrania.

Otra posible interpretación de la renuencia de Putin a intervenir militarmente es que ésta refleja una estrategia de permitir que la violencia de los militares y el gobierno de Ucrania se intensifique en el este, y, por lo tanto, se profundice aún más el descontento interno popular y con oposición al gobierno ucraniano. También existe la posibilidad de que la acción militar en curso por parte del gobierno de Poroshenko se extienda demasiado y produzca una reacción popular dentro de la propia Ucrania. Las continuas atrocidades por parte del ejército de Ucrania en contra de sus propios ciudadanos ruso-parlantes en el este, también aumentarían el apoyo del pueblo ruso a la intervención, tema sobre el que ahora están dividas las opiniones. Putin puede así estar a la espera de acontecimientos dentro de Ucrania, que induzcan a que la opinión pública - tanto de Ucrania y Rusia – cambie a favor de la intervención militar directa.

De las varias razones detrás de la aparente renuencia de Putin para intervenir en la Ucrania oriental, la más convincente es la competencia estratégica geopolítica a largo plazo sobre el futuro de la propia Europa: ¿va a quedar fuera de las crecientes relaciones con Rusia? O ¿será Europa en general,  Alemania y Francia en particular, que seguirán manteniendo e incluso incrementando las relaciones económicas con Rusia? Una intervención militar rusa en este punto impediría claramente esto último, y pondría en marcha un retroceso de las relaciones económicas de Europa y Rusia.

El conflicto en Ucrania por lo tanto está relacionado con el futuro rumbo de Europa misma. ¿Será que Europa se ha vuelto aún más dependiente económicamente de los EE.UU., más integrado con los EE.UU. Económica, política y diplomáticamente, aún más un apéndice de los EE.UU.? ¿O Europa puede embarcarse en una posición más independiente a nivel mundial y no solamente con el desarrollo económico de Rusia, sino también de China?

Si Estados Unidos no hubiese provocado el golpe de Estado y la crisis en Ucrania, una política económica europea más independiente resultaría más probable, tal vez incluso inevitable. Sin embargo, con el hecho de la crisis de Ucrania y de la agresiva acción militar dirigida por Estados Unidos y el gobierno amigo de Poroshenko, la futura dirección económica de Europa, por lo tanto, puede depender de si Putin y Rusia intervienen o no militarmente en el este de Ucrania, en respuesta a la  actual provocación de Estados Unidos.

Pero no apostaría por ello. Nuestra conjetura es que Putin es un "maestro de la táctica", y no deja  observar las implicaciones geopolíticas más amplias de una intervención militar rusa. Será más probable que continúe proporcionando todo el apoyo que pueda a los rebeldes en Donetsk y Lughansk, en lugar de una respuesta militar directa.

Jack Rasmus es el autor de 'La recesión épica: Preludio a una Depresión Social' (2010) y 'Economía de Obama: la recuperación de pocos' (2012), por Pluto Press, London, Reino Unido, y las próximas 'Transiciones de la Depresión Global' (2015). Es el anfitrión del programa de radio Visiones Alternativas de la Red de Radio Progresista, y sirve como funcionario opositor de la presidencia de la Reserva Federal en el Gabinete Verde opositor (Green Shadow Cabinet) en Reino Unido . Su sitio web es www.kyklosproductions.com. Su blog es jackrasmus.com

(Traducido por Luis Arroyo)


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