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California Highway Patrol officers confront protesters during demonstrations near the Republican National Convention in Cleveland, Ohio, U.S., July 19, 2016.

California Highway Patrol officers confront protesters during demonstrations near the Republican National Convention in Cleveland, Ohio, U.S., July 19, 2016. | Foto: Reuters

Publicado 21 julio 2016



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La democracia estadounidense se presenta como un show que apenas puede ser profundo cuando no se lo plantea y que cautiva sólo desde lo grotesco.

En la tarde del tercer día de la Convención Nacional Republicana 2016 en Cleveland, trabajadores de los medios y los asistentes a la Convención Republicana se encontraron con una barrera para salir de la zona de seguridad alrededor del centro de convenciones. Más allá del cerco policial y una valla protectora de diez pies de altura, la protesta se volvía turbulenta. La quema de la bandera estadounidense se promocionó durante todo el día por los miembros del Partido Comunista Revolucionario, un pequeño grupo de estilo maoísta conocido por sus trucos políticos de provocación, pero en última instancia inofensivos.

Desde el túnel de seguridad, al parecer inspirado en los puestos de control que destacan en la Palestina ocupada por Israel, era difícil distinguir a manifestantes de los medios de comunicación en la multitud. Gritos histéricos se escuchaban desde la multitud agolpada, pero no había humo para ser visto.

La mera amenaza de quemar un pedazo de tela de color era suficiente para provocar un bloqueo. Guardias de seguridad arrearon a los medios desconcertados fuera del túnel. Cuando dos columnas de policías antimotines en armadura de cuerpo completo comenzaron a tomar posiciones cerca de la protesta, la seguridad se abalanzó para quitar a los medios de comunicación fuera de una zona de aparcamiento donde se podía observar el tumulto.

En la escena habían decenas de Motorizados con Trump, gritando que en cualquier otro país matarían a quienes quemaran la bandera. La inminencia de la violencia es una táctica de la derecha que glorifica sus armas como instrumentos de paz. El día anterior cuando tomé una foto en la calle cerca de la Convención de un grupo de musculosos todos con las mismas camisetas de la 2da Enmienda, uno me dijo, con la aprobación de guiños de su compatriota: "Si no fuera por la Primera Enmienda, habría destruido tu cámara ".

Estos pistoleros no se habían dado cuenta que la Constitución no es un menú a la carta en lo cual se pueden escoger y elegir, y la eliminación de la Primera Enmienda marcará el comienzo de la tiranía que despotrican tan inminentemente.

Pero este momento encaja en el hueco de la democracia estadounidense. Finalmente quemaron una bandera, dando a los medios de comunicación imágenes dramáticas para salpicar en sus portadas, la oportunidad esperada para que la policía exhibiera su fuerza, lanzando gas pimienta y deteniendo a cuatro. También dio la RCP oportunidad de secuestrar otra protesta a favor de los derechos de inmigrantes y la muestra de arte de "aislar a Trump" y su odio con cientos de pies de lienzos pintados con paredes de ladrillo.

Con los manifestantes asustados en gran medida por la policía y allanamientos del FBI,  la gente también tenía miedo de francotiradores, nacionalistas negros y neonazis, las protestas se han reducido a pequeños paquetes que se mueven a través de un centro vacío.

Pero las protestas sirven como un programa de empleo para los medios voraces por un bocado de noticias, dado que la sala de convenciones está desprovista de vida cada día por lo menos 18 horas. Las protestas sirven como una simulación de la vida real para que la policía ponga a prueba todas sus armas, sus tácticas y su equipo electrónico.

Más importante aún, con el gobierno y la histeria de los medios, la disidencia genuina ha sido sofocada.  Estas pequeñas protestas mantienen la aparición de la democracia popular bajo el control de un policía que sostiene la línea contra la anarquía completa. El momento en el que los manifestantes anti-Trump entran dentro del alcance de manifestantes a favor de Trump, la policía entra en acción y aisla los dos lados con las zonas libres de la democracia. Las ideas deben ser contenidas, libre de cualquier contaminación potencial.

Cualquier amenaza de violencia es exagerada. Alex Jones bramó sobre su enfrentamiento violento con "Los comunistas de Black Lives Matter”, cuando en realidad las imágenes muestran a Jones torpemente haciendo un control se seguridad a un manifestante después de ser empujado ligeramente. Pero el propósito se cumplió: rodaron las cámaras, la policía se puso en acción, y Jones pudo jugar al valiente que dice la verdad una vez más. El público en su casa se imagina que Cleveland es una escena loca al borde de la guerra, cuando en realidad está llena de trabajadores menores de edad, chaperos, buscadores de fama, miles de policías aburridos y un hormiguero agitado por periodistas buscando rastros digitales para cualquier sesión de fotos, comentarios, o una entrevista, lo que sea.

Las protestas reflejan el interior del Quicken Loans Arena, donde se celebra la Convención. El hecho que un escenario para un partido republicano-nacionalista se fije con el nombre de una empresa acusada de tácticas de venta agresiva y préstamos depredadores para la adquisición de vivienda, en una ciudad donde la comunidad afroamericana ha sido devastada por la crisis de ejecuciones hipotecaria, que comenzaron con el presidente Bush y han continuado en el gobierno de Obama, es un ejemplo estelar de la imagen que triunfa sobre la sustancia. A pocas cuadras de distancia en casi todas las direcciones se aprecian edificios abandonados, calles en mal estado y gente desesperada.

Cerca de la manifestación de la pared “Wall Off Trump” me encontré con Matt Taibbi de Rolling Stone. Ampliamente elogiado por su cobertura de la crisis de ejecuciones hipotecarias y la caída de Wall Street, Taibbi lamentó que la convención parezca más un evento de ventas, "Estamos en una de las ciudades más pobres y necesitadas en Estados Unidos y tenemos 10 millones periodistas aquí y todo lo que están haciendo es un espectáculo de todo esto ".

La segunda noche de la convención, titulada "Hagamos que Estados Unidos funcione de nuevo," debería haber etiquetarse como un desastre. Trece meses después de su campaña, sin embargo, Trump tiene que ofrecer una idea concreta de lo que va a hacer para ayudar a los millones de estadounidenses atrapados en la pobreza o apenas mantenerse a flote. Nada sobre la forma en que los trabajos de fabricación volverá o cómo aumentaría los salarios que no sean un bucle incesante de superlativos: "grande", "sorprendente", "increíble", "tremendo."
Por el otro lado, Trump sí ha indicado cómo va a empeorar la economía, al intentar expulsar a 11 millones de inmigrantes, a partir de las guerras comerciales y de aumentar las tensiones diplomáticas con los aliados de los Estados Unidos.

Pero por tres días consecutivos la noticia más importante de los medios de comunicación ha sido el plagio del discurso de Melania Trump. "Hacer America Trabajar de Nuevo" se repitió tanto la primera noche que exprimió toda la sed de sangre: más Bengazi, más Clinton, más tiempo para la familia de Trump.

Nunca hubo una edad de oro de la democracia estadounidense, pero como Cleveland está mostrando, hasta la pretensión de aquello que está muerto. Lo que queda es cámaras de alta tecnología y policías que rodean a un público vacío. Ambas partes y los medios de comunicación son cómplices de este fiasco. Esta puede ser la elección más absurda en la historia, pero la verdadera realidad está por venir.


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