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Inmigrantes haitianos esperan para registrarse con las autoridades de República Dominicana.

Inmigrantes haitianos esperan para registrarse con las autoridades de República Dominicana. | Foto: Xinhua

Publicado 21 agosto 2015



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La influencia que los EE.UU. tienen en Haití y la República Dominicana les da una responsabilidad especial a los amigos norteamericanos de esos países.

Si la República Dominicana hubiera decidido en 2013 nacionalizar sus industrias, anunciando la fecha límite del 17 de junio de 2015 para la expropiación de todas las empresas de propiedad extranjera en su lado de la isla, es poco probable que los EE.UU. hubieran levantado las manos y que hubieran dicho que no se puede hacer nada porque la RD es un país soberano. Sabemos que es poco probable porque los EE.UU. derrocaron al presidente en el otro lado de la isla en 1991 y en 2004 por tratar de aumentar el salario mínimo. Lo más probable es que habría un cambio de régimen en la República Dominicana y un gobierno más amigable sería puesto en su lugar, para celebración de las élites estadounidenses y los medios de comunicación.

Pero cuando un tribunal de la República Dominicana pronuncia "La Sentencia" en 2013, despojando a los dominicanos - personas nacidas en la República Dominicana - de padres haitianos indocumentados, la ciudadanía, y el Congreso dominicano establece el 17 de junio de 2015 como fecha límite para que estos cientos de miles de dominicanos de ascendencia haitiana puedan establecer su residencia en medio de un laberinto burocrático de complejidad increíble, funcionarios estadounidenses solamente murmuraron su preocupación. Desde junio, decenas de miles de dominicanos de ascendencia haitiana han dejado la RD. Greg Grandin, escribiendo para ‘the Nation’ lo ha calificado como un "pogromo encubierto en cámara lenta". Han salido del país bajo amenazas de violencia. Han aceptado la deportación "voluntaria" porque su única alternativa era la deportación involuntaria. Están viviendo en campamentos en la frontera entre Haití y la República Dominicana, no muy diferentes a los campamentos donde cientos de miles de personas se vieron obligadas a vivir después del terremoto de 2010 en Haití.

Las personas desplazadas que viven en los campamentos han llegado después de un proceso que los ha dejado sin energía o protección. El desastre natural del sismo fue prolongado y se hizo mucho más mortal por la falta de soberanía de Haití. Este completo desastre de deportación planificada muestra cómo la falta de soberanía de Haití se entrelaza con la  falta de soberanía de la RD.

Ahora que los medios de comunicación norteamericanos han comenzado a publicar sobre las deportaciones, muchos de ellos discuten la invasión de la República Dominicana por parte de Haití en 1822. La Historiadora Anna Ellner ayuda a dar sentido a esta historia del siglo XIX, y revela lo completamente distorsionada que ha sido en la mayoría de las veces. Ellner presenta una historia diferente, una en la que Haití y la República Dominicana eran "hermanos en la lucha por la libertad".

Si los dos países eran hermanos en la lucha por la libertad, era una lucha contra la dominación de los EEUU. Los Estados Unidos invadieron y ocuparon Haití entre 1915-1934, y la República Dominicana entre 1916-1924. Los EE.UU. apoyaron las dictaduras de los Duvalier, que gobernaron Haití entre 1957-1986 y la dictadura de Trujillo, que gobernó la República Dominicana entre 1930-1961. Uno de los actos más notorios de Trujillo fue la "Masacre del Perejil" de 1937, una campaña genocida contra los haitianos en la República Dominicana. Se les hacía, a las posibles víctimas de la masacre, pronunciar la palabra ‘perejil’. Si la pronunciaban con un acento haitiano, eran asesinados.

La Masacre del Perejil de Trujillo fue descrita en una novela del escritor dominicano – estadounidense Junot Díaz, ‘La breve y maravillosa vida de Óscar Wao’. Y en una novela del escritor haitiano-estadounidense Edwidge Danticat ‘La Agricultura de los Huesos’. Díaz y Danticat han estado escribiendo y hablando acerca de las deportaciones, tanto en el 2013 como en los últimos meses. En junio, Danticat la llamó "una crisis humanitaria a punto de suceder". Y Díaz preguntaba: "¿Qué pasa cuando un gobierno básicamente da luz verde a su más primitiva y jodida xenofobia?"

Philips, en su escrito del último mes, ‘escribiendo desde la frontera’, describe lo que la "deportación voluntaria" significa:

Del lado de la RD de la frontera, se observó un camión de carga - previamente utilizado para el transporte de plátanos – estacionarse al lado de uno de los autobuses escolares. Nos enteramos de que el conductor del autobús se negó a seguir a Haití y negociaba que el camión de carga lleve a los pasajeros el resto del camino a Port-de-Paix, en el norte de Haití. El acero del balde del camión estaba al aire libre, sucio, era más pequeño que el autobús escolar y no estaba diseñado para llevar gente, especialmente en ese sol abrazador y por tantas horas de viaje. Los pasajeros gritaban al conductor, diciendo que estaban siendo tratados como animales. Algunas mujeres con bebés en sus brazos pudieron sentarse en la parte delantera del camión con el conductor. Todos los demás, incluyendo varios niños pequeños, tuvieron que permanecer de pie o sentarse en su equipaje en la parte trasera del balde de acero polvoriento del camión. Varias personas tuvieron que colgarse de los lados del camión.

Este ‘paseo’, resulta que no fue proporcionado por el gobierno de la RD. Tampoco era gratis. Los pasajeros nos dijeron que pagaron el equivalente de  $ 60, una gran suma para trabajadores pobres en la República Dominicana. Para ponerlo en perspectiva, al día siguiente el gobierno haitiano se comprometió a proporcionar fondos de socorro para ayudar a las personas que pasan por la ciudad de Belladère, con 110 gourdes haitianos, o el equivalente a $ 2,15 por persona.

En cuanto a la crisis humanitaria "a punto de suceder" en junio: ha comenzado a desarrollarse en los campamentos en la frontera.

La influencia de Estados Unidos sobre todo esto es muy concreta - Todd Miller reportó en ‘the Nation’ en el 2013 que los agentes fronterizos de Estados Unidos trabajaban y entrenaban a los agentes fronterizos dominicanos en la frontera.

Periodistas norteamericanos que han logrado presentar versiones simplistas e inexactas de las relaciones entre Haití y la RD en el siglo XIX no fueron, al parecer, capaces de desenterrar la historia mucho más reciente y relevante de la desestabilización del gobierno electo de Haití durante años, comenzando en el 2001, cuando fuerzas paramilitares, operando desde la seguridad de la República Dominicana culminaron en una invasión que mató a miles de personas y derrocó a su gobierno en el 2004. Esa operación transfronteriza, tampoco, no pudo haber sucedido sin la sanción y la asistencia de los Estados Unidos.

Haití no está gobernada por los haitianos y no tiene el poder de ayudar a los deportados más de lo que podía ayudar a los desplazados por el terremoto. Su gobierno está, efectivamente, bajo el control de la comunidad de donantes, los EE.UU., la ONU, y su presidente está demasiado centrado en una crisis electoral, en la que él está implicado, como para preocuparse por una crisis humanitaria en la frontera.

Por otro lado, los muchos tentáculos de influencia que los EE.UU. tienen en la isla de Española, que comparten Haití y la República Dominicana, dan una responsabilidad especial a los amigos norteamericanos de estos dos países. Una declaración inusual vino de los ex ‘Voluntarios del Cuerpo de Paz’, que pedían la suspensión de la ayuda militar a la República Dominicana. Muchos han señalado que la economía de la República Dominicana depende del turismo. Posibilidades de campañas abundan. Greg Grandin señaló que la atención internacional que se ha centrado en el tema en los últimos meses desaceleró el proceso. Con más trabajo, este podría ser detenido.


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