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Villa del Cine aspira a producir películas, novelas y comedias. (Foto: Archivo)

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Publicado 4 febrero 2014



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El 4 de febrero para nosotros no terminará jamás,

nos llevaremos a la tierra la llama viva cuando nos toque llevárnosla

Hugo Chávez Frías

Palacio Federal Legislativo

15 de agosto de 2007

Testigo y protagonista de la historia. Así amaneció el pueblo venezolano aquel 4 de febrero de 1992, era martes y aún soplaban fuertes vientos tras la huracanada rebelión popular que estremeció al país tres años antes: el llamado Caracazo.

Mucha gente aún dormía, cuando comenzó a sentirse la fuerza de un movimiento que significó el parto de una etapa distinta en Venezuela: la historia tomaba otro curso.

Desde la madrugada iniciaron las operaciones de los jóvenes militares que dirigían la insurrección en Aragua, Carabobo, Miranda, Zulia y en la capital: Caracas. Tras muchas horas de combate, los rebeldes controlaron casi la totalidad de las regiones claves en el país, sin embargo, el movimiento no lograría triunfar, por ahora.

En la calle, en los hogares, los venezolanos seguían las incidencias de lo ocurrido mediante las transmisiones radiales y televisivas. Había dudas, incertidumbre, preguntas. Pero también se percibía una gran esperanza de que se revolvieran las situaciones que aquejaban a la nación, largamente sometida a las políticas neoliberales de la Cuarta República.

En aquella Venezuela, empresas estratégicas como la telefónica Cantv y la aerolínea Viasa fueron vendidas; arrojando como resultado el incremento exorbitante en los precios de los servicios para el pueblo o la quiebra de las compañías privatizadas; pero nadie se hacía responsable.

El Estado no garantizaba a los adultos mayores el derecho a una pensión y, los pocos que la tenían, recibían aportes económicos minúsculos, pero nadie se hacía responsable.

La salud y la educación marchaban también rumbo a la privatización; el manejo del petróleo estaba absolutamente en manos de las transnacionales; más de la mitad de la población vivía en pobreza crítica y nadie se hacía responsable.

Pero aquel 4 de febrero fue distinto. Cerca de las 11 de la mañana ya los rebeldes habían decidido deponer las armas, dejar de resistir, para evitar más hechos lamentables. Entonces la gente conoció a Chávez, el líder, quien ante Venezuela y el mundo asumió la responsabilidad por la insurrección.

Así habló el Comandante:

“Primero que nada quiero dar buenos días a todo el pueblo de Venezuela, y este mensaje bolivariano va dirigido a los valientes soldados que se encuentran en el Regimiento de Paracaidistas de Aragua y en la Brigada Blindada de Valencia.

Compañeros: Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros, acá en Caracas, no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor. Así que oigan mi palabra. Oigan al comandante Chávez, quien les lanza este mensaje para que, por favor, reflexionen y depongan las armas porque ya, en verdad, los objetivos que nos hemos trazado a nivel nacional es imposible que los logremos.

Compañeros: Oigan este mensaje solidario. Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano. Muchas gracias”.

Palabra cumplida

Valentía, bolivarianismo, solidaridad, lealtad, desprendimiento, responsabilidad; más que palabras, conceptos que, en lo sucesivo, seguirían presentes en el hacer de Hugo Chávez, como lo estuvieron en su discurso esa mañana del 4F.

En poco más de un minuto, todos los canales de televisión y emisoras de radio transmitieron el discurso del Comandante, el cual, lejos de representar la muerte de un sueño, desató en el pueblo un huracán político y social cuyas dimensiones sólo se han podido conocer al vivir la historia de los años siguientes.

El propio Hugo Chávez definió al 4 de febrero como “un relámpago en la oscuridad reinante”, y es así como la energía del relámpago desató una tormenta revolucionaria aún más fuerte, signada por la encarcelación de los militares patriotas, incluido Chávez, quien dos años más tarde, el 26 de marzo de 1994 vuelve a las calles, arropado por el pueblo y por la fuerza de los movimientos revolucionarios.

A estas alturas ya las raíces del 4F habían tocado lo profundo de la Venezuela que, durante décadas, permaneció sometida, con resignación, por un modelo político en el que los intereses de las clases dominantes, representadas por los partidos Acción Democrática y Copei, eran los pilares.

Clave de un proceso histórico

En el año 2009, al conmemorar 17 años del 4F, el comandante Hugo Chávez expresó durante un discurso ofrecido en Maracay, estado Aragua, lo siguiente:

“El 4 de febrero es una de esas fechas verdaderamente históricas, diría yo más, una de esas fechas que parten en dos el tiempo histórico. Yo soy sólo consecuencia de ese parto histórico. El 4 de febrero, entre tantas otras cosas, es padre, aquel 4 de febrero surgieron, entre otras muchas cosas, el último Presidente de la Cuarta República, recordemos que Rafael Caldera estaba liquidado políticamente, y aquel día resucitó de entre los muertos políticos, porque fue uno de los pocos líderes del pasado que salió a decir algo distinto, como lo dijo, y aquel día se llevó el aplauso del pueblo; mientras nosotros recogíamos nuestros heridos, nuestros muertos, y nos íbamos directo a la prisión, a las mazmorras. Pero aquel día también nació el primer presidente de la Quinta República, el primer Presidente de la nueva era venezolana, este soldado que aquí les habla”.

Es así como se define el momento histórico (sumado al alzamiento popular del 27 de febrero de 1989) como determinante en la ruptura de un orden sociopolítico establecido por el puntofijismo.

En palabras del presidente Nicolás Maduro “la insurrección del 4 de febrero fue consecuencia de toda la degradación ética, moral y económica del pacto de Punto Fijo”.

Así lo expresó durante el encuentro con movimientos sociales celebrado en el Palacio de Miraflores, el pasado domingo 2 de febrero, en el 15.° aniversario del Gobierno Bolivariano.

Recordó el jefe de Estado venezolano que “el comandante Chávez ubicaba el disparador, el arranque del poder constituyente, del poder popular, de la fuerza redentora de la nueva etapa de la Patria el 27 de febrero de 1989, cuando el pueblo salió a las calles en insurrección general”, y agregó que “aquella insurrección popular del Caracazo fue completada por la rebelión militar bolivariana del 4 de febrero de 1992”.

Rumbo a un destino mejor

Han pasado 22 años desde aquel día en que el pueblo en armas alzó su voz en defensa de los derechos y garantías sociales.

El rumbo de la Revolución Bolivariana, marcado por el relámpago de la rebelión, indica que se ha logrado reivindicar desde lo social, económico y político lo que el país demandaba desde hace más de dos décadas.

El Gobierno Bolivariano logró rescatar la industria petrolera, columna vertebral de la nación, así como compañías estratégicas que habían sido privatizadas, entre ellas, la Cantv.

La inclusión ha sido notable y progresiva en el ámbito educativo, mediante la creación de las misiones Robinson, Ribas y Sucre, con un impacto significativo en el incremento de la matrícula y disminución de la deserción escolar.

Y a esta pequeña muestra de las políticas impulsadas con la llegada de la Revolución Bolivariana cabe agregar que en Venezuela se incrementa diariamente la lista de adultos mayores que gozan de una pensión homologada al salario mínimo y cientos de edificios se levantan en diferentes ciudades como parte de la Gran Misión Vivienda Venezuela, por ejemplo.

Hoy las fuerzas del 4 de febrero siguen en expansión, tal y como lo dijo hace un año el comandante Chávez, en carta enviada desde La Habana, Cuba, donde luchaba por su vida:

“El 4 de febrero no ha terminado, su espíritu insumiso debe acompañarnos cada día porque los poderes que enfrentamos desde hace más de dos décadas persisten aún en su intento de detener el curso de la historia en Venezuela, en nuestra América y en el mundo, son los poderes que amenazan con destruir a la humanidad y al planeta”.

El reto de cada revolucionario es ser consecuente con el espíritu del 4 de febrero de 1992, para que el “por ahora” del comandante Hugo Chávez se consolide como el “para siempre” de la Patria”.

Estoy con ustedes llevando la boina roja y el brazalete tricolor,

multiplicado en el amor popular

Carta del comandante Hugo Chávez, desde La Habana

4 de febrero de 2013

Fuente: http://bit.ly/1bqMoo4

Escuche reflexiones y poema del #ComandanteChávez en torno al #4F :


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