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El santo recorrer las calles de Miranda, que se llenan de los parranderos.

El santo recorrer las calles de Miranda, que se llenan de los parranderos. | Foto: AVN

Publicado 29 junio 2017



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Desde hace más de dos siglos, las poblaciones de Guarenas y Guatirem al norte de Venezuela, rinden tributo a través del baile al santo portador de las llaves del cielo.

Con el característico calor de las poblaciones de Guarenas y Guatire del estado Miranda (centro-norte de Venezuela) y el acostumbrado espíritu de algarabía de sus habitantes, este 29 de junio se celebra, como todos los años, la Parranda de San Pedro, una festividad en la que se venera al santo portador de las llaves del cielo.

Con los rostros bien pintados de negro, cada quien vestido con traje de levita y sombrero de pumpá negro, similares a los atuendos que usaban en la época de la colonia española venezolana, los bailadores y músicos, acompañados del pueblo mirandino y turistas, recorren las calles de Guarenas y Guatire, una tradición que se ha mantenido vigente durante más de dos siglos.

Esta emblemática festividad cultural y religiosa fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por su sigla en inglés) el 5 de diciembre de 2013.

Desde muy temprano la fiesta comienza con la celebración de la eucaristía donde los devotos elevan sus plegarias; al finalizar la misa, sale el santo juntos a los fieles a recorrer las calles de Miranda, que se llenan de los parranderos, que entre bailes alegres y cantos de agradecimiento, llevan con orgullo en sus hombros la imagen del apóstol celestial.

Origen de la festividad


Existen dos versiones en torno al nacimiento de esta festividad. La primera cuenta que una humilde esclava llamada María Ignacia le ofreció a San Pedro bailar en su día, todos los años, si sanaba a su hija enferma, Rosa Ignacia.

Al sanarse la niña, la negra María Ignacia cumple su promesa y bailó en agradecimiento al santo hasta su muerte. A partir de allí, es su esposo el que asume la deuda y decide vestirse como su mujer durante la celebración de esta festividad y danzar por las calles en cumplimiento de la promesa de su esposa.

Otra versión señala que María Ignacia se enfermó y por verse imposibilitada de bailar el día del santo apóstol, su esposo toma su lugar, y comienza a utilizar su indumentaria femenina hasta después de morir su esposa.

De estas leyendas nace esta hermosa festividad, donde también el papel de esta emblemática mujer es representado por los hombres parranderos de ambas localidades mirandinas, quienes portan atuendos femeninos coloridos, trenzas negras en el cabello, sombrero y cargan en sus brazos a una muñeca de trapo en alusión a la niña Rosa Ignacia.

Los parranderos también se personifican siempre vistiendo trajes y sombreros color negro, similares a los atuendos que usaban las familias mantuanas de la época, que tenían en su poder la vida y servicio de hombres y mujeres afrodescendientes, muchos de estos despojados de sus tierras originarias y trasladados a Venezuela para ser obligados a servir como esclavos, condición que cambia a partir de la lucha emprendida por el Libertador Simón Bolívar en 1810 y la posterior abolición definitiva de la esclavitud, en 1854 con el decreto del entonces presidente de la República, José Gregorio Monagas.

El pueblo mirandino acogió la tradición que se mantiene vigente con fervor en la actualidad a través de jóvenes promeseros que cada año le rinden tributo al santo y que son favorecidos con su bendición.

La Parranda de San Pedro reúne, año tras año, desde el 28 hasta el 29 de junio, a todos los creyentes, incluyendo a turistas de otras regiones o internacionales que sienten la curiosidad de conocer esta tradición que es muestra de la amplia diversidad cultural con la que cuenta Venezuela.


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