• Telesur Señal en Vivo
  • Telesur Solo Audio
  • facebook
  • twitter
Sin duda, la fascinación de la derecha con Putin se relaciona directamente con su odio por el presidente estadounidense, Barack Obama.

Sin duda, la fascinación de la derecha con Putin se relaciona directamente con su odio por el presidente estadounidense, Barack Obama. | Foto: Sputnik News

Publicado 15 enero 2016



Blogs


La izquierda debería estar exigiendo diferentes acuerdos políticos y económicos, en Rusia y en el mundo entero.

El enemigo de nuestro enemigo no es nuestro amigo. Eso debe estar claro para todo el que esté genuinamente interesado en una mejor comprensión del mundo y como cambiarlo. Por tanto, ha sido, de alguna manera, sorpresivo y molesto ver que haya tantos izquierdistas elogiando al presidente Vladímir Putin en años recientes.

Lo más interesante de esta observación es el hecho que la izquierda mundial, en 2012, alabó al grupo de punk feminista, Pussy Riot, un conjunto empecinado en desafiar el poder político de Putin. Sin embargo, esos días terminaron. Hoy, muchos izquierdistas ven a Putin como el contrapeso a la hegemonía estadounidense en Oriente Medio; en particular en Siria, una nación asolada por políticas totalitarias guerras subsidiarias, sectarismo, cambio climático y globalización.

Por otro lado, es notable que lo mismo ocurra en la derecha: presentadores de radio conservadores, comentaristas de FoxNews, la extrema derecha europea, los magnates corporativos fascistas y el candidato presidencial de EE.UU., Donald Trump han aplaudido a Putin. A cambio, Putin ha elogiado a Trump. María Alekhina, mejor conocida como Masha, de las Pussy Riot, recientemente expresó lo siguiente acerca de Donald Trump y Vladímir  Putin:

“Cuando Putin llegó a su primer periodo o segundo, nadie en Rusia pensaba que era algo serio y todo el mundo bromeaba sobre esa situación. Ninguna persona pudo imaginarse que después de cinco o seis años, Rusia se involucraría en una guerra con Ucrania y la anexión de Crimea, además de tener todos esos problemas con Siria.

Ahora todo el mundo bromea con las tonterías de Donald Trump, pero hay un trecho muy pequeño entre las bromas y la triste realidad cuando se tiene a un presidente bastante alocado que habla de quebrar cada norma lógica y moral. Solo espero que él no se convierta en presidente. Así de simple”.

Sin duda, la fascinación de la derecha con Putin se relaciona directamente con su odio por el presidente estadounidense, Barack Obama. No olvidemos que cuando Bush estaba en la Casa Blanca, las mismas fuerzas de derecha arremetieron contra el Kremlin. Lo mismo sucedió en 2013, cuando la gran mayoría del congreso rechazó los planes de Obama de bombardear Siria. ¿Estaba la derecha preocupada repentinamente por los derechos humanos? Por supuesto que no. ¿Estaba rechazando esas políticas militaristas de Obama por su conveniencia política? Por supuesto que sí. En esa época, la mayoría de los estadounidenses se oponían al bombardeo de Siria. Cuando cambio la opinión internacional, la derecha criticó a Obama por no haber actuado a tiempo.

Muchos amigos de izquierda me han confiado, “¿Vince, no es maravilloso que Putin este plegado a Obama y Occidente”? Yo respondí, “no, estoy interesado en llevar una absurdo conteo político o jugar ningún juego político insignificante”. ¿Después de todo, la izquierda no debería ser más diversa y sofisticada que la derecha? ¿No es esa la mayor diferencia entre los dos polos ideológicos? De hecho la izquierda debería tener más pensadores que reaccionarios.

Todo esto debe esperarse de nuestros enemigos de la derecha, pero, ciertamente, no de nuestros aliados de la izquierda, ¿no es así? Incorrecto. Estoy es particularmente cierto en el caso de Siria: los izquierdistas comúnmente idolatran a Bashar al-Assad, mientras achacan a su régimen, de manera casual, incontables casos de abusos a los derechos humanos, atrocidades y crímenes. De nuevo, la izquierda se comporta de esta manera desde hace mucho tiempo. En el pasado, varias organizaciones e individuos de izquierda apoyaron a Saddam Hussein, José Stalin, Muamar Gadafi, entre muchos otros regímenes autoritarios.

Acá, el problema fundamental con la izquierda es la dicotomía de pensamiento. La izquierda al igual que la derecha, a menudo ven el mundo en blanco y negro: el capitalismo es malo, el socialismo es bueno; las estructuras no jerárquicas son buenas y las jerárquicas son malas; las fuerzas antiestadounidenses son buenas, las pro Estados Unidos son malas; cualquiera que esté combatiendo al imperialismo Occidental es bueno, etc. Claramente, los activistas radicales que están interesados en transformar radicalmente el mundo actual deben rechazar la dicotomía de pensamiento porque es muy tóxico y contraproducente.

Además, me gusta pensar que la izquierda es mucho más capaz de analizar la situación actual de manera más integral. Claro que la izquierda debe condenar al tío Sam cuando Estados Unidos se comporta, como usualmente lo hace, agresiva o ilegalmente, y la izquierda con frecuencia lo hace. Sin embargo, la izquierda debe ser capaz de criticar todas las corporaciones y formas de poder que provengan del Estado, sin importar de donde se originen y desarrollen estas fuerzas corporativas estatales.

Los izquierdistas en todo el mundo deberían estar buscando alianzas políticas con organizaciones radicales y movimientos de base que estén trabajando para cuestionar la concentración de poder estatal y corporativo en Rusia. Estos grupos existen, pero están bajo una dura represión política. De hecho, esto también ocurre en Oriente Medio y el Norte de África donde existen un gran número de fuerzas progresistas, muchas de ellas de izquierda, están marginalizadas o bajo  ataque, no solo de sus gobiernos, sino también de organizaciones terroristas, ONG internacionales, ejércitos extranjeros y activistas de izquierda que ven al mundo en términos simples.

Por ejemplo, como señala Sarah Lazare, las organizaciones antiimperialistas en Occidente tienen muchos aliados progresistas en Irak. No es cierto que para oponerse a la guerra de Irak se deba apoyar al régimen baasista de Saddam Hussein (lo mismo ocurrió en Libia nueve años más tarde, pero la izquierda jugó el mismo juego ideológico e incurrió en los mismos errores políticos). Grupos como la Organización para la Libertad de la Mujeres en Irak (OWFI), El Movimiento Popular para Salvar a Irak, la Organización de Estudiantes y Jóvenes para un Irak Libre y el Sindicato de Trabajadores Eléctricos de Irak rechazaron al imperialismo Occidental y, asimismo, cuestionaron la corrupción y crímenes del extinto régimen de Hussein y los regímenes posteriores al año 2003, apoyados por Estados Unidos.

Recordemos, la última tarea de la izquierda es cuestionar el poder y proponer alternativas a las instituciones actuales y los acuerdos políticos y económicos, tanto en Rusia como en el mundo entero. A lo largo de la historia, la fortaleza de la izquierda ha sido proveer una crítica institucional a la sociedad, no la interpretación subjetiva de los eventos mundiales. En otras palabras, los izquierdistas deben enfocarse para buscar las maneras en las que se manifiesta el poder y las corporaciones estatales en el mundo, no como operan individualidades como Putin y Obama dentro de esas estructuras. Después de todo, queremos una sociedad distinta, ¿no es así? ¿O acaso estamos felices de llevar un absurdo conteo de puntos políticos cuando Putin pone en ridículo a Obama y Occidente en la arena política internacional?

En un mundo fascinado por individuos, personalidades, afectos, imágenes y símbolos, no es una sorpresa que tanto la izquierda como la derecha admiren a Putin. Nadie es inmune a la enfermedad neoliberal. Pero más importante, nuestras luchas son universales de naturaleza. Enfrentamos un sistema global que requiere una resistencia global. En gran parte, la clase trabajadora y los pobres del mundo no deciden su futuro: lo hacen las fuerzas del Estado y las corporaciones. Los ciudadanos rusos tienen poco que decir sobre cuándo, si o cómo se arrojarán las bombas rusas. Ese es nuestro dilema fundamental: ¿la falta de voluntad y poder político?

Al final, nuestro trabajo consiste en permanecer totalmente críticos, sin importar qué presidente o país esté en la mira. Por consiguiente, cuando las políticas rusas estén a la par de los valores y principios de la izquierda, o cuando las bombas rusas asesinen a civiles inocentes, los activistas están obligados a elevar su voz y protestar, no buscar excusas para los crímenes de Estado y la corrupción.


teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta sección

Comentarios
1
Comentarios
https://volksfighter100.wordpress.com/el-ajedrecista-obama-acabo-siendo-mejor-gerente-que-bush-el-pintor/ El ajedrecista Obama acabó siendo mejor gerente que Bush el pintor
Nota sin comentarios populares.