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Los trabajadores de los EE.UU, lucharon por "8 horas para el trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas para lo que sea"

Los trabajadores de los EE.UU, lucharon por "8 horas para el trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas para lo que sea"

Publicado 10 septiembre 2015



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El candidato presidencial Bernie Sanders podría querer prestar más atención al tiempo como una cuestión de la democracia.

El candidato presidencial, que la tiene muy difícil, del Partido Demócrata de Estados Unidos, Bernie Sanders ha estado diciendo a grandes y furiosas multitudes que asisten a sus mítines que los trabajadores estadounidenses son los que más largas horas trabajan en el mundo industrializado. Y tiene razón. Según la Organización Internacional del Trabajo, "los estadounidenses trabajan 137 horas más al año que los trabajadores japoneses, 260 horas más al año que los trabajadores británicos, y 499 horas más al año que los trabajadores franceses".

Ochenta y seis por ciento de los hombres estadounidenses empleados y el 66 por ciento de las mujeres estadounidenses empleadas trabajan más de 40 horas por semana. En muchos sectores profesionales estadounidenses las semanas de trabajo de 60 a 70 horas y más no son infrecuentes. Agregar los desplazamientos brutales y extensos viajes en coche relacionados con los patrones residenciales y comerciales del país y no es de extrañar que cientos de millones de ciudadanos estadounidenses  enfrenten una grave escasez de tiempo libre.

No es nada nuevo. Los trabajadores de los EE.UU. superaron a sus homólogos japoneses en el total de horas anuales de trabajo en la década de 1990.

¿Por qué es un problema? El exceso de trabajo sólo aparece brevemente en el discurso de campaña de Sanders. Lo cita como una indicación de la salvaje injusticia económica de la nación: más y más riqueza e ingresos ha estado fluyendo hacia fuera de los hogares de la gente trabajadora y yendo a manos de pocos ricos, en un momento en que la productividad laboral sigue aumentando y los trabajadores pasan más tiempo en el trabajo que sus contrapartes en Europa y Japón. Es indignante.

Más allá de una cuestión de equidad, trabajadores, periodistas y académicos han informado desde hace tiempo que la caída inesperada de tiempo de descanso en la era neoliberal ha cobrado un precio terrible en la salud física, emocional y mental de la clase trabajadora. El exceso de trabajo y el círculo vicioso de trabajo, gastos y deuda son factores críticos en la endémica alta tensión de la vida estadounidense y la baja esperanza de vida de los estadounidenses en comparación con las personas de otros países ricos.

Al mismo tiempo, Sanders también podría mencionar que el exceso de trabajo y la pérdida de tiempo libre tienen un impacto negativo significativo en la capacidad de la ciudadanía para el autogobierno. El tiempo libre es entre otras cosas una cuestión de democracia. En mi experiencia, los movimientos sociales y políticos en los Estados Unidos son fundados una y otra vez en los terrenos de la escasez de tiempo y el agotamiento: la gente simplemente carece de tiempo para distraerse y del vigor necesario para un activismo significativo y de resistencia. Sin una abundancia razonable de tiempo fuera de la máquina capitalista y con movimientos de base de justicia social, sostenibilidad ambiental y soberanía popular que se basan más en, “lo que haremos”, no podemos prosperar y tener éxito. Por si sirve de algo, los pioneros del siglo XIX del movimiento laboral de Estados Unidos hablaron y escribieron acerca de la demanda de menos horas - tema principal en los primeros sindicatos estadounidenses por lejos - en gran medida en términos de cómo el exceso de trabajo les robó a los trabajadores el tiempo y energía indispensables para una significativa participación en el gran experimento de un gobierno popular que supuestamente había sido puesto en marcha por la Revolución Norteamericana.

El exceso de trabajo es un problema de la democracia en otro sentido: pues no es la elección de la mayoría trabajadora. Como el economista Juliet Schor señaló hace casi quince años, las largas horas experimentadas por  los "estadounidenses agotados por exceso de trabajo", reflejan la  preferencia de los empleadores por compensar a  los trabajadores por las ganancias obtenidas (aunque mal, y si lo hacen) con dinero en vez de pagar con tiempo libre. Las encuestas de opinión han mostrado que la mayoría de estadounidenses elegirían más tiempo libre sobre más dinero. Lo harían, si la elección se diera en un grado significativo. Pero no lo es. Y no lo es debido a la preferencia de la clase patronal de tener holgura en el mercado laboral - la reticencia de muchos años de los patrones a enfrentar el poder de negociación del mercado que la clase trabajadora disfruta cuando el empleo es más ampliamente compartido (como lo sería si las horas de cada trabajador se redujeran a un nivel razonable).

La actual guerra de la gente de negocios en contra de los sindicatos - son tan feroces que el porcentaje de trabajadores inscritos en los sindicatos se ha reducido de un 35 por ciento a mediados de la década de 1950 a un 20 por ciento y a menos del 12 por ciento en nuestros días - es un factor fuertemente relacionado. El trabajo organizado siempre ha sido la fuerza histórica más eficaz para presionar por una reducción de la jornada laboral.

Dejando de lado sus preferencias de tiempo libre sobre el dinero, trabajadores estadounidenses que reciben premios adicionales de sus empleadores, en general, reciben más dinero, no más tiempo libre. Esto les anima a comprar más cosas para disfrutar más "eficientemente" del comparablemente menos tiempo de ocio que reciben, algo que alimenta un "círculo vicioso de trabajar y gastar" (y pedir préstamos) por lo que la gente trabaja constantemente (y pide prestado) para "mantenerse al ritmo de los Jones"- es decir, para mantener el estatus social definido por la compra de objetos de calidad cada vez más grandes y más caros, casas suburbanas, SUVs, refrigeradores, televisores, reproductores de video, aspiradoras, y similares.

No hay misterio acerca de cuáles son las políticas que necesitamos para superar el exceso de trabajo y con ello ayudar a restaurar el espacio temporal para la democracia en los EE.UU. Algunas son bastante directas: una mejora significativa del salario mínimo en los Estados Unidos (lo que haría posible que hogares de clase trabajadora puedan renunciar a un segundo y tercer puesto de trabajo); la re-legalización de la organización sindical para traer de vuelta al movimiento obrero ("esa gente que te regalo los fines de semana", para citar una calcomanía inteligente); la aplicación de normas sobre el pago de horas extras; reparto del trabajo obligatorio para equilibrar la semana de trabajo y proporcionar puestos de trabajo para los desempleados; gigantes programas de empleo federal para construir una nueva infraestructura ambientalmente sostenible y crear opciones de empleo decente. Una re-expansión de la red de seguridad social estadounidense daría a millones de trabajadores alternativas a las largas horas de trabajo con bajos salarios.

El sistema de pagador único universal, del programa de salud proporcionado por el gobierno que defiende Sanders – Un Mejor Cuidado Médico Para Todos - tendría un impacto especialmente bienvenido para mejorar el tiempo libre de manera indirecta. Además de liberar a los obreros asalariados de la necesidad de trabajar segundos y terceros empleos para cubrir los costos exorbitantes del seguro de salud en el mercado privado, liberaría a millones de trabajadores de su actual dependencia servil de sus empleadores para su propia salud y con frecuencia la salud de sus familias. Es poco probable que los trabajadores luchen por menos horas (o cualquier otra cosa) cuando ponen su propia salud y el de sus familias en riesgo por atreverse a resistir las demandas de los empleadores. Al mismo tiempo, un pagador único también le quitaría el importante incentivo estructural que presiona a los empleadores para extraer la mayor cantidad de trabajo posible de cada uno de sus trabajadores a tiempo completo y que reciben beneficios: los altos costos del cuidado de la salud de los empleados, que equivale a un 40 por ciento de la remuneración total de los trabajadores asalariados y que son pagados por trabajador, no por horas trabajadas.

Por supuesto, estadounidenses que quieran más tiempo para el ocio y, tal vez para la democracia, deberían comprar menos cosas innecesarias, algo que les ayudará a salir de esa rueda sin fin de trabajo y gasto mientras apoyan la causa de la ecología habitable.

Sanders podría querer prestar más atención al tiempo como un tema de la democracia. Como dice en su discurso de campaña, si llegara milagrosamente a vencer las altas probabilidades en contra que tiene su candidatura de llegar a la presidencia (los números electorales del gurú Nate Silver le dan en el mejor de los casos, una posibilidad de 1 en 20), su victoria sería hueca sin un gran movimiento popular para impulsar su agenda progresista después de la elección. Tales movimientos necesitan de trabajadores y ciudadanos con tiempo y energía para participar en este tipo de activismo, como los fundadores del Movimiento Obrero estadounidense lo sabían.

El último libro de Paul Street es They Rule: El 1% v Democracia (Paradigma, 2015)


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