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 Las protestas violentas de los años 2014 y 2017 en Venezuela fueron un globo de ensayo para probar el éxito de tal estrategia.

Las protestas violentas de los años 2014 y 2017 en Venezuela fueron un globo de ensayo para probar el éxito de tal estrategia. | Foto: José Negrón Varela

Publicado 1 octubre 2018



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Imaginemos que mientras las fuerzas militares y la atención política venezolana desplazan su atención hacia los más de 2.000 kilómetros de frontera con Colombia, los aliados militares de Estados Unidos intentan a través del Delta del Orinoco y la Amazonía venezolana controlar el estado Bolívar y con ello las centrales generadoras del 70% de la electricidad del país.

El presidente formal de Colombia Duque, en su corta intervención este 27 de septiembre pasado en la asamblea general de la ONU, demostró claramente al mundo su condición de muñeco de ventriloquia: De “dummie” que mueve su mandíbula acompasadamente para simular la voz de quien está detrás pensando y hablando con voz salida desde el vientre (ventri-loquia) Esta vez, no fue la voz de Uribe Vélez la que le dio la voz, sino el presidente de los EEUU, Trump. 

Hay varios análisis de lo dicho por él, unos más serios que otros, sobre su endeble alusión y su escasa argumentación sobre CÓMO pretende superar la tremenda crisis económica y fiscal por la que atraviesa la economía colombiana frente a los retos globales y que pretende resolver con las “recetas” ultra neoliberales de Carrasquilla, el controvertido negociante con el tesoro publico impuesto por el FMI como ministro de economía de Colombia.

Ó, sobre la prolongada crisis energética y petrolera y el aumento internacional de los precios del petróleo y de la gasolina incluida la gasolina venezolana de contrabando.

Ó, la sistematicidad en la violación en Colombia de los Derechos Humanos (que ya son globales) con el fusilamiento de más de 400 líderes sociales, cívicos, exguerrilleros y defensores de ellos.

Ó ¿Qué dijo el glamuroso “dummie” sobre la falta de credibilidad internacional y deslegitimación de la justicia colombiana, sobre la profunda crisis interna por la que atraviesa actualmente el país y sus repercusiones tan complejas en la esfera política; incluidos los enjuagues de los “Panamá Papers” denunciados en España sobre el Fiscal Vargasllerista Martínez?  Legitimidad de la justicia que es uno de los parámetros más importantes para calificar un Estado como Fallido. Nada.

Se limitó a dar vueltas y ampliar en detalle los tres temas escritos en las oficinas de Trump para que el dummie los mascullara:

 1- No habrá post conflicto con las Farc sino proceso DDR (Desarme, Desmovilización y Reinserción comprada) según fue concebido en los años 70 durante el gobierno Turbay. No hay dinero para el post conflicto, y la legalidad surgida debe ser perfeccionada. Proceso DDR que se aplicará en el futuro para cualquier otro proceso de paz que resulte.

 2- Reforzamiento del compromiso del Estado y el gobierno colombiano con la política de Washington para avanzar en la llamada War on Drugs (guerra contra las drogas). Guerra química, militar y legal en todas sus letras. 

3- Vinculación estrecha con la política del Departamento de Estado y la diplomacia estadounidense, para conformar la “Coalición Global contra Venezuela” que está en marcha, y a la cual parece se ha sumado el presidente francés Macrón pidiendo intervención de la Corte Penal Internacional, corte a la que Trump ha quitado su apoyo y ha rechazado.

Panorama complejo que acaba de ser confirmado por el diplomático e “intelectual ex comunista” mejicano Jorge Castaneda (sin ñ) bastante conocido por sus libros sobre el CHE Guevara y sobre lo que llamó “la Utopía desarmada” y de quien Fidel Castro dijera alguna vez que era un agente de la CIA; en un reciente artículo publicado en el diario colombiano El Espectador el 27 de septiembre 2018 titulado “Derrocar o no derrocar a Maduro”, donde afirma con el cinismo carbonario del “converso” que ha cambiado de bando y a quien se le debe dar todo crédito; que solo después de que EEUU haya sancionado la compra de petróleo crudo venezolano que se refina en el golfo de Méjico y esto no haya dado resultado, se deberá dar el respaldo al golpe de Estado contra Maduro. 
Veamos sus propias palabras:   

    ..Así que, podemos preguntarnos: ¿cuándo se hace necesario y deseable el respaldo latinoamericano —abierto o encubierto— a un golpe de Estado? 

No hasta que se hayan agotado todas las demás opciones, en cualquier circunstancia. Todavía no se ha explorado una alternativa. Más del 90 por ciento de la moneda dura y las ganancias gubernamentales proceden de las exportaciones petroleras, que están disminuyendo y están comprometidas, ya que pueden ser parte de ventas anticipadas a China. La mayoría de estas exportaciones todavía se destinan a la costa del golfo de Estados Unidos, donde las refinerías propiedad de la compañía petrolera nacional, PDVSA, se encuentran entre las pocas en el mundo que pueden procesar su crudo pesado. Aunque en los últimos meses Estados Unidos, algunos países de la Unión Europea y naciones latinoamericanas han golpeado a Venezuela con sanciones —inefectivas en su mayoría—, estas no se han dirigido a las exportaciones de petróleo, aun cuando empresas privadas han demandado a PDVSA por incumplimiento de contratos.

Washington, en especial, ha sido renuente a sancionar el petróleo, a pesar de que sabe que sería la medida más efectiva para castigar al régimen venezolano. Solo esta semana, el gobierno estadounidense aplicó nuevas sanciones a figuras clave en el séquito de Maduro. Pero son las sanciones al petróleo las que obligarían a Caracas a encontrar otros compradores —cosa que puede hacer—, pero a un alto costo y con múltiples complicaciones. Estas sanciones privarían al régimen de buena parte de sus ingresos en dólares, tal vez de manera irreparable. Por desgracia, también dañarían al pueblo venezolano. La pregunta es qué causa más daño: las sanciones realmente nocivas o perpetuar la pesadilla actual”. (ver en https://www.elespectador.com/opinion/derrocar-o-no-derrocar-maduro-columna-814786

Mientras tanto y para ganar tiempo, en el occidente venezolano, en la frontera con Colombia, se ha montado al parecer una maniobra de despiste, para realmente caer sobre el verdadero objetivo estratégico en el oriente venezolano, en la franja energética del Orinoco, posiblemente desde las bases inglesas de la Guyana; según la hipótesis analizada por el columnista José Negrón Valera en el portal Sputnik News así: 

  … ¿Qué pasaría si la agresión del lado colombiano no fuese sino una simple distracción para el verdadero objetivo militar?

Imaginemos que mientras las fuerzas militares y la atención política venezolana desplazan su atención hacia los más de 2.000 kilómetros de frontera con Colombia, los aliados militares de Estados Unidos intentan a través del Delta del Orinoco y la Amazonía venezolana controlar el estado Bolívar y con ello las centrales generadoras del 70% de la electricidad del país.

Sería este un botín de primer orden, pues forzaría a una negociación con el Gobierno venezolano. Además, de que, en un escenario de pesadilla como este, posiblemente Guyana en alianza con las grandes transnacionales petroleras aprovecharía para avanzar ilegalmente sobre el Esequibo.

Una tesis de 'divide y vencerás' muy de acuerdo con la propuesta de balcanización que desde los más importantes tanques de pensamiento estadounidenses se ha planteado como la nueva estrategia de control sociopolítico del futuro. Las protestas violentas de los años 2014 y 2017 en Venezuela fueron un globo de ensayo para probar el éxito de tal estrategia. Así que ya cuentan con un precedente. (ver en https://mundo.sputniknews.com/firmas/201809281082329577-habra-guerra-en-venezuela/

Con lo que volvemos a nuestro punto de partida:

La agudización de la contradicción antagónica objetiva y real, existente entre el proceso revolucionario venezolano y el reforzamiento del fascismo con rostro humano en Colombia, cuya solución, en “última instancia”, ha quedado oficializada a nivel mundial o global, directamente a la orden y arbitrio de la primera autoridad de los EEUU, el presidente Trump.


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