La VII Cumbre de las Américas realizada en Panamá entre el 10 y 11 de abril de 2015, fue uno de los cónclaves de los mandatarios del conjunto del continente americano más trascendentales de la historia continental. Se puede reconocer que esa cumbre marca el fin de una época en el continente americano y el nacimiento de una nueva era política. Tras largas décadas de historia, por primera vez los gobiernos del continente han llegado a establecer un diálogo y un debate respetuoso en el plano horizontal y no vertical como en el pasado.
Fueron treinta y cinco gobiernos los que representaron a sus países. Cuba, fue el invitado especial. Con su presencia en ese foro parece que concluyó la exclusión continental y culmina la Guerra Fría. Conflicto impuesto de facto hace más de medio siglo entre las dos Américas. Panamá fue un explendido escenario de esa séptima Cumbre. Ahí, hace casi doscientos años después, parece que comienza a realizarse el sueño supremo de Simón Bolivar. Aquel que describió el 6 de septiembre de 1815 en la “Carta de Jamaica”:
Sin lugar a dudas, la Cumbre de Panamá de abril de 2015, representó la idea bolivariana que contemplaba también la diversidad política, económica, financiera, militar y cultural que compone el perfil del nuevo continente americano. Asimismo el cónclave de los mandatarios a su vez mostró junto al diálogo, un rico debate de los viejos y nuevos paradigmas que se desarrollan en los países de las Américas. El dinamismo de la región se perfila por el rumbo de la paz como la que se gesta en Colombia después de más de cincuenta años de guerra contrainsurgente. Otro es el sano restablecimiento de las relaciones entre Cuba y los EU. Así como el combate conjunto de los países al narcotráfico, sin lesionar las soberanías nacionales. Profundizar los mecanismos de la democracia de acuerdo a los principios de la libre determinación de la naciones. Del combate compartido a la defensa del medio ambiente. De plantear alternativas al problema de la migración indocumentada, entre otros temas centrales de la agenda continental. Con ello se puso de relieve que esta generación de mandatarios que gobiernan nuestros países, es una generación histórica que comienza a ponerse a la altura de los grandes desafíos. Ya lo pensaba (en su ensayo: "Un pensamiento sobre el Congreso de Panamá"), el gran Libertador:
"El Congreso de Panamá reunirá todos los representantes de la América"(....) Este Congreso parece destinado a formar la liga más vasta, o más extraordinaria o más fuerte que ha aparecido hasta el día sobre la tierra. La Santa Alianza será inferior en poder a esta confederación..."
Si bien en la VII Cumbre de las Américas predominó el diálogo, no por ello se excluyó el debate. Este también fue una constante paralela al diálogo, pero fue un debate respetuoso en el marco de las diferencias ideológicas y políticas de los representantes nacionales. Lo cual también hizo evidente que el poder hegemónico que predominó en manos de los EU, en el momento actual muestra otra realidad, mucho más compleja pero también más diversa ideológica y políticamente en las formas de la democracia del joven siglo XXI.
Democracia continental donde los diversos actores ya no pueden ser intolerantes y excluyentes, sino por el contrario tienen que ser integrantes de una nueva realidad donde el respeto al otro, a su soberanía es garantía del desarrollo de la misma democracia regional.
Democracia americana -si se prefiere-, que ya no debe imponerse bajo un exclusivo paradigma, como un planteamiento uniforme y unilateral. Por el contrario, la democracia de la diversidad de los pueblos y de los países de las dos Américas, debe ser éticamente respetuosa de los otros. No debe ser ya impositiva y excluyente. Pero sobre todo la nueva democracia de los pueblos americanos debe ser esencialmente respetuosa de las expresiones particulares que tiene cada uno de los pueblos y naciones del continente.
En resumen, a Cuba nuevamente la historia la absolverá y le da la razón. Venezuela se confirma que no es una amenaza para la seguridad de los EU ni para nadie en el mundo. Por el contrario, los países de nuestra América, forman una región de paz y de un promisorio desarrollo social y económico. La otra América (EU y Canadá) ya no tienen la hegemonía de otros tiempos, hoy tienen que ser esas potencias respetuosas de sus treinta y tres buenos y dignos vecinos.