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Colombia: Los Primeros Signos de una Paz Violenta
Publicado 20 noviembre 2014



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Las Conversaciones de Paz necesitan ser acompañadas por un comportamiento pacífico en Colombia.

En mi última columna describí el proceso de paz entre el gobierno colombiano y las FARC. Discutí posibles maneras de boicotear el acuerdo de paz, en especial el papel del ex presidente colombiano-vinculado con los paramilitares, Álvaro Uribe Vélez. También hablé de las muchas cosas que el proceso de paz no va a resolver, entre ellas, algunas formas de violencia brutal que ocurren en Buenaventura, cometidos por los paramilitares desmovilizados.

Desde entonces, hemos visto algunos de los primeros asesinatos de los pueblos Indígenas durante este proceso de paz, esta vez por las FARC. Lo que sucedió se resume en una carta abierta publicada por Pueblos en Camino. A medida que las negociaciones de paz entran en su fase final, las FARC dieron la cara a sus víctimas en La Habana y reconocieron los errores cometidos. El 30 de octubre, hicieron lo que WOLA (Oficina de Washington en Latino América) llamó el "reconocimiento más claro de que las (FARC) le deben algo a sus víctimas".

En el campo, en los territorios indígenas de los Nasa del norte del Cauca (para antecedentes históricos sobre los Nasa ver mi ensayo fotográfico), las FARC se embarcaron en una campaña de propaganda armada sobre el proceso de paz en conmemoración a los combatientes que fueron asesinados por el gobierno. Uno de los muertos en el 2011, fue Alfonso Cano. Un cartel creado por las FARC con la imagen de Cano, dice: "no vamos a ceder por un instante en la lucha por una solución política al conflicto, por nuestros principios, por las certezas que nos motivan, porque somos revolucionarios, porque amamos la paz -. Sexto Frente, Bloque Occidental, comandante Alfonso Cano". Mientras las FARC consideran el norte del Cauca su territorio, y reclutan a gente de los Nasa para sus filas, los Nasa han luchado, con gran costo, por mantener autonomía en su territorio. A lo largo de décadas, los Nasa han liberado gran parte de su territorio de especuladores y grandes terratenientes que les habían robado, han establecido sus propios gobiernos municipales, y administran su propio sistema de justicia tradicional, en las asambleas comunales. Con el fin de resistir los ataques armados, por lo general por el Estado y los paramilitares, pero demasiado a menudo también por las FARC, los Nasa tiene una "guardia indígena" tradicional, una organización permanente de personas que llevan nada más que palos tradicionales como símbolo de su autoridad, y que han jugado un papel importante en mantener a los pueblos indígenas en su territorio, resistiendo a todas las fuerzas que han tratado de desplazarlos.

Dos de estos guardias indígenas, Manuel Antonio Tumina (42), y Daniel Coicue (63), comenzaron a derribar algunas propagandas de las FARC. De acuerdo con la autonomía de la comunidad: la decisión de poner o quitar los materiales de propaganda en territorio indígena, es una decisión política y pertenece a los Nasa. Bajaron el cartel de Cano. Las FARC los mató en respuesta.

Dos días más tarde, apareció un comunicado, firmado por las FARC (las FARC niegan que es de ellos) lleno de nuevas amenazas en contra de un gran número de personas indígenas, alegando que de acuerdo a su "inteligencia", "el movimiento indígena en el Cauca es traicionado por algunos de sus dirigentes que han dejado los sentimientos de sus humildes comunidades para trabajar con el gobierno". Las FARC declara, en esta carta, una lista de 26 líderes indígenas como "objetivos militares", a lo que la organización indígena ha respondido aquí (http://www.nasaacin.org/informativo-nasaacin/3-newsflash/7215-cauca-carta-abierta-al-secretariado-de-la-farc-ep-timoleon-jimenez)

El día después de la nota, el 8 de noviembre, otro miembro de la guardia indígena, de 26 años, José Libardo Pacho, también fue asesinado - si las FARC lo asesinaron también, sigue sin saberse.

La respuesta oficial de las FARC no fue mucho mejor que las amenazas que ellos repudiaron, alegando que los guardias indígenas (que estaban desarmados excepto por sus palos) fueron asesinados cuando intentaron desarmar a un grupo de "militantes indígenas". Por tanto, la declaración oficial de las FARC intenta lanzar esto como una disputa entre dos grupos de indígenas que se fue de las manos. El problema con esto es que las "diferencias" se dieron entre guardias indígenas desarmados y personas armadas que, presumiblemente, actuaban siguiendo órdenes. Esto hace al comando de las FARC responsables de las muertes. En momentos en que se discute la justicia para las víctimas en la mesa de negociaciones, en momentos en que las FARC afirman que se están enfrentando a sus víctimas y asumiendo la responsabilidad,  están creando nuevas víctimas y participando en el engaño para evitar su responsabilidad.

Las FARC quieren reclamar estos territorios como propios, ya que han estado operando en ellos. Pero la defensa de la tierra en estos territorios se ha dado por la resistencia autónoma de los pueblos indígenas - las amenazas de las FARC, y ahora los asesinatos, pueden interpretarse como un intento de beneficiarse de la lucha indígena, tratando de tomar, en un acuerdo de paz con el gobierno, algo por lo que los pueblos indígenas han luchado siempre.

Los Nasa organizaron una búsqueda y detuvieron a los asesinos, juzgándolos en asamblea y sentenciándolos de acuerdo a su sistema tradicional (véase la historia en Al Jazeera). Aquellos que fueron juzgados y castigados por los crímenes eran, como las FARC habían dicho, gente indígena también. Pero ¿qué pasa con la organización que les dio las órdenes? ¿Qué pasa con las amenazas permanentes de las FARC a miembros de la comunidad?

Hace dos años, cuando las conversaciones de paz estaban empezando a ganar impulso, dijo el presidente Santos, "No estamos negociando el Estado. No estamos negociando el modelo de desarrollo. No estamos negociando las políticas públicas". (http://wsp.presidencia.gov.co/Prensa/2012/Noviembre/Paginas/20121115_14.aspx, a través de colombiapeace.org).

Santos estaba poniendo las bases de que esto no era "la paz a cualquier precio", y que había "líneas rojas".

A lo largo de décadas de guerra, las FARC y el gobierno dijeron a los indígenas que su autonomía y territorio necesitarían ser sacrificados por las necesidades de la guerra. Ahora, parece que están sacrificándolo por las necesidades de un "proceso de paz", en la que dos ejércitos tratan a sus territorios como premios y a sus vidas como una cuestión indiferente.

Un proceso de paz debe ser una oportunidad para que estos actores armados se comporten de manera diferente. Las declaraciones de La Habana suenan bien, pero son de poco consuelo cuando son acompañadas por amenazas, mentiras y asesinatos en el terreno.


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