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La paz abre la puerta a abarcar sin excusas la deuda histórica que Colombia tiene con su agenda social.

La paz abre la puerta a abarcar sin excusas la deuda histórica que Colombia tiene con su agenda social. | Foto: EFE (referencial)

Publicado 7 agosto 2017



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La mayoría de los precandidatos tiene meras intenciones de posicionamiento. Sin embargo, conviene prestar atención a aquellos que realmente tienen aparato o potencial para perdurar más allá de unas pocas semanas. 

Con Juan Manuel Santos apuntalando los últimos 12 meses que le quedan como jefe del Ejecutivo tras siete años en dicho cargo, comienza este último periodo con indiscutibles avances en materia de pacificación: las FARC-EP en proceso de dejación y el ELN en proceso de negociación.

Sin embargo, no todo son logros. Por el contrario, persisten muchos retos que sirven para configurar el escenario de demandas de los detractores del oficialismo. Por una parte y, a pesar de los avances en materia de pacificación con los principales grupos armados no estatales, persisten deficiencias en materia de implementación de los Acuerdos de Paz, las cuales han generado críticas desde las FARC-EP, por la incapacidad e inoperancia del Gobierno a la hora de garantizar las condiciones mínimas de la reincorporación de sus integrantes[1]. El territorio se ha visto afectado, además, por un fuerte incremento de los cultivos (de uso) ilícito, tal y como señala UNODC (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito)[2], lo cual refleja un escaso impacto de los programas de sustitución implementados por el gobierno en el marco de los acuerdos.

Además, al escenario de desaceleración económica – con fuerte impacto en la ciudadanía, ante la falta de políticas públicas orientadas a la equidad social- se suma el más grande lastre de su administración relativo a los casos de corrupción que la misma arrastra y que impactan de manera directa a sus más cercanos allegados[3].

Así, a pesar de haber dado comienzo a la cuenta regresiva que inexorablemente llevará a un nuevo gobierno al Palacio de Nariño, Santos no da puntada sin dedal y usa la última bocanada de oxígeno para reestructurar algunos ministerios e instituciones estatales. El último ‘revolcón ministerial’ ha generado preocupación en el Partido de la U, por la pérdida de espacios frente a otras colectividades, en particular, Cambio Radical (CR), el partido del exvicepresidente Germán Vargas Lleras[4]. Un reposicionamiento del líder de CR que genera suspicacias frente a si el mismo volverá a ser ficha clave de Santos de cara a 2018.

Actualmente, han anunciado su intención de competir en 2018 diversidad de dirigentes políticos, incluyendo varios pre candidatos uribistas. La mayoría de los precandidatos tiene meras intenciones de posicionamiento. Sin embargo, conviene prestar atención a aquellos que realmente tienen aparato o potencial para perdurar más allá de unas pocas semanas. La salida natural al actual exceso de oferta de candidatos son las coaliciones. 

Ello determinará la estrategia general de las campañas de todos ellos.
La más reciente encuesta Polimétrica de la firma Cifras y Conceptos (Caracol Radio), en la pregunta de intención de voto, dio un empate en el primer lugar entre Gustavo Petro y Germán Vargas Lleras, con un 13 %, mientras que Claudia López es tercera, con un 10%. Muy de cerca se posicionan Sergio Fajardo (8%), Clara López (7%), Alejandro Ordóñez (6%). Sin embargo, estas cifras hay que tomarlas con cierta cautela. Primero, porque la encuesta maneja un margen de error del 5% y su muestra de 1800 personas se sitúa únicamente en las grandes ciudades del país[5].

Segundo, por su tendencia a invisibilizar candidatos, dejando por fuera la valoración de candidatos como Piedad Córdoba. La pregunta de la que se deriva la intención de voto menciona a 22 candidatos, de los cuales se enuncia que no se incluyeron aquellos que obtuvieron menos del 1%, los mismos estarían incluidos en “otros”. Por otra parte, “otros”, que tendría la información de los tres candidatos restantes, alcanza un porcentaje del 6% de la intención de voto.

Fuente: Cifras y Conceptos (agosto 2017)


 
Frente a este escenario se esperan importantes vaivenes que dependerán de la entrada de nuevos actores que pueden mover un caudal electoral de forma imprevista. El mapa final aún no está configurado y es, todavía, difícil de prever. Además, los medios de comunicación muestran una versión miope y sesgada del panorama que no ayuda a interpretar los movimientos que se están dando, tal y como es visible en la citada encuesta de Cifras y Conceptos para Caracol Radio (Grupo PRISA).

Por su parte, el uribismo –y quienes lo acompañan–, que aparenta vivir un resurgimiento de sus cenizas luego del resultado del referéndum de hace un año, está acostumbrado a creerse sus propias mentiras. Aquel golpe no fue en ningún caso un aval a las tesis guerristas del expresidente, sino más bien la vía que una parte del electorado consideró adecuada para expresar su descontento.

No se puede olvidar que son precisamente las capas medias y bajas –la inmensa mayoría de la sociedad colombiana– quienes están pagando los efectos de la llamada desaceleración económica. Quienes siguen esperando las promesas incumplidas de tener acceso a salud y educación dignas; quienes padecen una situación laboral de anomia para los trabajadores, en la que muchos se ven obligados a compaginar dos empleos para aspirar a un salario de subsistencia; quienes ven sus pensiones amenazadas o directamente esquilmadas y se ven obligados a trabajar más allá de los 70 años; sin olvidar a los jóvenes, que presentan claros síntomas de hastío hacia la política tradicional, en un país en el que el 35% de la población está en la franja de edad 20-29 años[6].

Existe, por tanto, un reto para los nuevos actores que se incorporan al sistema político institucional colombiano y para aquellos otros que, con posiciones progresistas, siempre han sido maltratados a causa de la distorsión que representaba la violencia. La paz abre la puerta a abarcar sin excusas la deuda histórica que Colombia tiene con su agenda social. Una agenda que siempre fue despreciada por una élite política que era también empresarial y estaba, por tanto, preocupada por mantener sus propios negocios, mientras respondían con medidas cosméticas a los grandes problemas estructurales del país.
 
[1] http://www.semana.com/opinion/articulo/proceso-de-reincorporacion-de-las-farc/534723 
[2]http://www.odc.gov.co/Portals/1/publicaciones/pdf/oferta/censos/OF02012016_monitoreo_territorios_afectados_cultivos_ilicitos_2016.pdf 
[3] http://www.semana.com/confidenciales/articulo/odebrecht-investigaciones-a-santos-y-zuluaga-por-no-han-caducado/534289
[4] http://www.elespectador.com/noticias/politica/mas-enroque-que-revolcon-ministerial-articulo-706066
[5] http://cifrasyconceptos.com/productos-polimetrica/ 
[6] DANE, Proyecciones poblacionales, Censo 2005.

Artículo publicado en: http://www.celag.org/colombia-2018-comienza-la-cuenta-regresiva/  
 


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