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Brasil: El PSB renunció a su futuro

| Foto: Reuters

Publicado 14 octubre 2014



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Al aliarse con Aécio Neves, el Partido Socialista Brasileño (PSB) reniega sus compromisos y echa por la basura la oposición que hizo temblar al gobierno de Fernando Henrique Cardoso.

El meollo de la disputa interna en el PSB, revelada recientemente, no se centra en la disputa por la presidencia del partido; lo que está en juego, y siempre estuvo, es la definición del modelo de Brasil que queremos y, en consecuencia, del partido que queremos. Y es en este punto donde no se pueden superar las divergencias, ya que entra en juego una categoría de valores incompatible con la pequeña política.

Al aliarse con Aécio Neves, el PSB reniega sus compromisos programáticos y estatutarios. Echa por la basura y deja para la historia la oposición que hizo temblar al gobierno de Fernando Henrique Cardoso y el esfuerzo de sus fundadores de instalar en el suelo de la paupérrima política local una resistencia de izquierda, socialista y democrática.

En el plano de la política inmediata, esta decisión que dividió al PSB, quizá definitivamente, acaba con la lucha por la cual Eduardo Campo se candidato (al igual que los presupuestos de su tesis, adoptada lealmente por Marina Silva en la campaña), como la denuncia de la vieja, nociva y artificial polarización entre el Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido Social Democracia Brasileña (PSDB) que, según decía, solo le interesa a los que están en el poder.

¿Como rendir honor a este legado haciéndose rehén de una de sus piernas, justamente la más atrasada? El resto es la pequeña política, el politiqueo de los que, no pudiendo formular, reducen las acciones políticas a los golpes, a los golpecitos, a la conquista de los pequeños trabajos de las estructuras partidarias y a la promesa de recompensa en el desván del Estado. Insistir en este tipo de prácticas significa otro error.

La crisis del PT deber servir al menos de lección. Pues quien no aprende con la historia está condenado a repetirla. De hecho, estamos frente a uma de las fuentes de la tragedia de Brasil: la visión miope, que toma lo accesorio como principal, lo episódico como estratégico y el espejismo como realidad.

El PSB renunció a su futuro con esta decisión, que echó por la ventana su propia historia e hizo pedazos la galería de sus fundadores, movido por la búsqueda del poder por el poder. En vez de atreverse a construir las bases del socialismo del siglo XXI, democrático, optó por rendirse cómodamente al statu quo. El PSB renunció tanto a la revolución como a la reforma.

Un partido socialista no puede conciliarse con el capital en detrimento del trabajo, ni aceptar la pobreza ni la explotación del hombre por el hombre, como si fuese un fenómeno irrevocable. De igual forma, un partido socialista no puede apartar al Estado para favorecer al gran capital, ni mucho menos renunciar a su soberanía para aliarse al capital financiero internacional, que crea y continuará creando crisis necesarias para la expansión de su dominio. Así, al apoyar a Aécio Neves, el PSB decidió aliarse a la socialdemocracia de derecha y abandonó la izquierda.

El presupuesto de un partido socialista es debatir, convivir con las diferencias y hacer prevalecer la lealdad y la ética. Al romper con estos preceptos, no puede sostenerse.

La vida partidaria exige liturgia. Como presidente del Partido Socialista Brasileño, quise mantenerme equidistante de las disputas, aún y cuando tenía mis opciones. Una vez libre, escuché las corrientes y dirigí la reunión de la comisión ejecutiva que optó por el suicidio político-ideológico que no pude evitar.

Como anfitrión, recibí según mis principios éticos al candidado que escogió la mayoría. Y una vez cumplido este papel, estoy libre para luchar por el Brasil que soñamos, convencido de que apoyar la presidencia de Dilma Rousseff es, en las circunstancias actuales, la única opción de la izquierda socialista, independientemente de los tantos errores del PT, tanto en el gobierno como fuera de él.

Fuente: Folha

Traducción: teleSUR


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