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Es obvio que el fútbol, fiel reflejo de la sociedad y de los gobiernos en turno, no podía permanecer excluido de voraz apetito de los grandes empresarios.

Es obvio que el fútbol, fiel reflejo de la sociedad y de los gobiernos en turno, no podía permanecer excluido de voraz apetito de los grandes empresarios. | Foto: EFE

Publicado 28 julio 2016



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"El arte de nuestros enemigos es desmoralizar y entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos y tristes no vencen jamás".  Arturo Jauretche.   

La expresidenta Cristina Kirchner afirmaba que "los procesos de inclusión no preguntan como piensan o por quién votas, simplemente incluyen, por lo tanto no nos persiguen por nuestros errores, sino por nuestras virtudes". 

Sin embargo, a partir del 10 de diciembre del 2015, la alianza Cambiemos, que ganara las últimas elecciones por sólo un 2.60 por ciento se dedicó a la estigmatización permanente de la oposición y aplicar una justicia selectiva y discriminatoria, típica de las épocas más obscuras que ha vivido la República Argentina, dónde a partir de despidos masivos, una millonaria transferencia del bolsillo de los trabajadores a los sectores más concentrados de la economía, cierres de ministerios, vaciamiento del Estado e impagables tarifazos, dejan claramente el sello de gobernar para los más ricos y los poderosos intereses multinacionales.

Así las cosas, es obvio que el fútbol, fiel reflejo de la sociedad y de los gobiernos en turno, no podía permanecer excluido de voraz apetito de los grandes empresarios.

Durante esta semana, el gobierno actual, nuevamente a contramano de sus promesas electorales decide terminar el fútbol para todos, una de las tantas grandes conquistas logradas en la administración kirchnerista, que permitía ver gratuitamente (períodos del 2009/2015) por la TV pública y abierta todos los partidos del campeonato nacional y la Copa Libertadores de América. 

En un país como Argentina, dónde el fútbol es motivo de pasión y encuentro de familiares y amigos, el popular deporte pasa a ser secuestrado una vez más por los grandes corporativos, como la transnacional cadena de Estados Unidos TNT del multimillonario Ted Turner, en alianza con el oligopolio local Clarín, más una red de actores secundarios que conforman el gran directorio de medios. A través de una aparente y poco eficaz comisión "normalizadora" la AFA ( Asociación del Fútbol Argentino),  ente rector sumiso al gobierno neoliberal sería el puente para que el fútbol regrese a manos privadas nuevamente como funcionaba en la década de los años 90s. Tal como afirmaba el comentarista deportivo Fernando Niembro, gran operador mediático de Mauricio Macri y acusado por lavado de dinero "el que quiera ver fútbol gratis en Argentina, mejor que se vaya a vivir a Cuba".

Ante una brutal embestida contra los derechos de los trabajadores, los argentinos asisten impávidos a otro desmantelamiento de sus logros como era el fútbol para todos, ya que este deporte regresa a manos de los poderosos corporativos, cuyo negocio será la transmisión de los juegos a costa de un derrame económico, que no aguantan los hogares más humildes y muchos sectores clasemedieros, en una época dónde lo más importante es sortear la inflación galopante, los inhumanos aumentos en servicios básicos como la luz, el agua, el gas, panorama agravado por el masivo cierre de pequeñas y medianas empresas, más la falta de empleos y oportunidades que la derecha más recalcitrante supo imponer.

La intervención solapada de Macri a la AFA impedirá además a muchas ciudades y provincias del país poder ver los juegos  sin pagar por ellos, ya que muchas operadoras de cable no llegan a esos lugares, sumado a que los partidos más importantes no serán visualizados por la web. Lamentablemente para los sectores más vulnerables, no sólo se restringe el ocio sino que estamos ante otra embestida neoliberal que además de visualizar solo el negocio, trafica con la tristeza y el desánimo de la inmensa mayoría del pueblo argentino.

El fútbol es el mayor fenómeno de comunicación de masas, es indudable que los mismos empresarios que participan de este desastroso gobierno de los más ricos, son los mismos directivos de los clubes más importantes, por lo tanto el negocio impone su criterio comercial como valor supremo, ante la absoluta falta de sensibilidad y sentido común.


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