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  • Un glaciar agonizando
Fecha de publicación 3 febrero 2016 - 01:01 PM

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de conocer aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.”

Cien Años de Soledad. Gabriel García Márquez.

Un glaciar agonizando

No dejo de sentir una profunda admiración por este inmenso paisaje… Más de una década inmortalizando la cordillera.   

Han pasado más de 75 años desde que el montañista y fotógrafo documental colombiano, Erwin Krauss, comenzara a capturar con su cámara fotográfica las maravillas que escondiesen los valles y  nieves perpetuas de las montañas andinas de la cordillera central colombiana.

Los Caminos del Dulima y Kumanday

Por: Oscar Castaño

Guiado por los fascinantes relatos de distintos pueblos indígenas del Tolima y abuelos de montaña, en compañía de un trípode,  una cámara, un mapa mental, recuerdos de montaña y  compañeros de aventura, nos  adentramos por los caminos del indio de la “pija grande” (Pijao),  grupo étnico aborigen que en otras épocas encontraba en estos valles sitios de refugio y espiritualidad. Son más de diez años pretendiendo registrar estos inmensos bosques,  dejando en la fuente fotográfica valiosos aportes de los cambios de estos ecosistemas inhóspitos y desconocidos para muchos  colombianos.

Parte de la ruta que realizamos al iniciar este 2016, la tomaría hace más de 70 años Erwin Krauss,  reconocido por sus fotografías de montaña, y hoy, nosotros la retomamos pretendiendo formarnos con los valiosos aportes de las fuentes documentales etnográficas que nos legó;  mochila al hombro seguimos sus pasos y, a partir de observaciones en campo y de analizar las fotografías,  podemos dar testimonio del sorprendente progreso del descongelamiento de la capa glaciar del estratovolcán del Nevado del Tolima, en un lapso de 75 años.

La ruta que por más de dos décadas, en plena mitad del siglo XX,  fotografió Krauss, cobraba de nuevo vida frente a nosotros, mientras se esbozaba la posibilidad de acercar a muchos colombianos a visualizar la realidad de las alturas colombianas.  El abrupto cambio del paisaje nos hizo pensar que mientras que en el siglo XX montañistas del mundo venían a explorar estos glaciares, considerándolos como objetos exóticos de investigación y aventura, hoy, quienes habitamos el territorio, nos tenemos que conformar con ver desaparecer estas altas montañas cubiertas de nieve. Frente al escarpado paisaje, recordamos que las diferentes autoridades meteorológicas ya anuncian que de seguir aumentando la temperatura global, en tan solo 10 o 15 años nos enfrentaríamos a la desaparición total de los glaciares colombianos, y con que tan sólo  se aumente  en 3º   la temperatura global, desaparecerán todos los glaciares existentes, ocasionando un desequilibrio extremadamente peligroso para el planeta.  

Esta hermosas esculturas naturales, cubiertas aún de poca nieve y que se inclinan hacia el cielo, se encuentran sobre el páramo, inmensa colcha de retazos de extensiones de todos los colores,  verdaderas fábricas generadoras y reguladoras de agua que alimentan las tierras agrícolas de ciudades y pueblos del centro del país.  El paisaje único, su ecosistema de súper-páramo, humedales y bosques alto andinos,  son un reto para los montañistas del mundo entero; pero al mismo tiempo, son un gran atractivo para inversionistas extranjeros y multinacionales explotadoras que, sin hacer consciencia de la importancia vital de estos ecosistemas, han corrompido sectores del gobierno que ya otorgan licitaciones de explotación en zonas protegidas de páramo para el usufructo privado.

Estos particulares paisajes, donde Colombia es privilegiado, pues es uno de los 4 países con este ecosistema, que además posee variedad de especies endémicas y el páramo más grande del mundo, se encuentran en alturas que  varían entre los 2.500 y los 3.600 m.s.n.m. La vegetación que predomina en estas alturas es el numeroso ejército de frailejones que cuidan estos inmensos valles. Su extensión y variedad de especies vegetales, hacen parte de los departamentos de Tolima (municipios de Ibagué, Santa Isabel, Anzoátegui, Villahermosa, Murillo, Casabianca, Herveo), Risaralda (municipios de Santa Rosa de Cabal y Pereira), Quindío (municipio de Salento) y Caldas (municipio de Villamaría).

Después de 3 días de  duras marchas, pudimos registrar con nuestras cámaras  que a 3900  metros sobre el nivel del mar, se levanta una de las esculturas naturales más respetadas de los Andes colombianos: el volcán nevado del Tolima, un estratovolcán de forma cónica y una de las montañas más altas del complejo volcánico Cerro Bravo-Machín, estructura activa según estudios especializados.

Durante el siglo XVI, los frailes se referían a esta montaña como volcán Tataquí. Por su parte, los habitantes de la zona se refieren a esta como Dulima, haciendo referencia a una guerrera indígena de la zona que combatió a los españoles, convirtiéndose en ejemplo de la lucha de su pueblo aborigen.
Su altitud máxima es de unos 5220 msnm. Debido a su sistema de grietas al interior del glaciar, junto a su actividad fumarólica e hidrotermal, actualmente este volcán presenta un aspecto lúgubre que ha dejado, sin explicación, la desaparición del glaciar.  Sus nieves perpetuas, milenariamente,  alimentan las vertientes de la cordillera central.

Sobre la misma cordillera resplandece El Paramillo del Quindío, una montaña rocosa que durante muchos años tubo nieves perpetuas; lamentablemente, hoy solo se ve el rastro de lo que alguna vez fue cubierto por la nieve.


Un poco más hacia el norte, a unos tres días de camino de los Valles del Placer, nos encontramos con la ¨Perla del Otún¨, como popularmente se le conoce en los cafetales de Risaralda, Quindio y Caldas a este volcán nevado de Santa Isabel, majestuosa montaña que en sus alturas no es prudente despertar. Es el nevado de menor altitud en Colombia, característica que la hace presentar mayor desequilibrio en su dinámica glaciar, la cual se hace evidente con el pasar de los años. 

Los expertos aseguran que este volcán nevado es un espacio único en el mundo para estudiar el cambio climático, que entre otras tantas consecuencias, está derritiendo los glaciares existentes.

Nevado de Santa Isabel 

La nieve de esta montaña descansa sobre un domo, a 5100 metros sobre el nivel del mar; en su parte occidental, es punto de encuentro entre los municipios de Villamaría – Caldas-, Santa Rosa de Cabal y Pereira –Risaralda-; mientras que su costado oriental se localiza en jurisdicción de los municipios de Murillo y Santa Isabel, departamento del Tolima.

La ciudad de Pereira obtiene sus aguas del rio Otún, vertiente que nace del deshielo de las cumbres del Santa Isabel y de la selva andina.

Luego de comparar datos fotográficos del año 1931 y de unos 8 días atravesando estos inmensos valles,  nos dispusimos a descansar en el súper paramo del costado oriental del volcán nevado de Santa Isabel, dejando el camino por donde algún día pasara  el maestro de la cámara fotográfica Erwin Krauss , pionero del montañismo en Colombia y facilitador de información para los avances científicos en materia geográfica y meteorológica del país.
Después de un par de días de descanso y de perdernos en las inmensas noches estrelladas en las faldas del nevado de Santa Isabel, nos  descolgamos por el Valle de Mozul, donde presenciamos una verdadera estera verde que cubre un gigantesco humedal, camino que nos llevaría a bordear lo que queda del volcán nevado del Ruiz.    

Este león durmiente que se encuentra sobre la misma cordillera tiene una altura 5200 metros sobre el nivel del mar. Allí, los  procesos de gelifracción hacen enormes esculturas de montaña rocosa, que privilegian a los habitantes de Manizales por el occidente y del Valle de la Magdalena por el oriente. Este volcán nevado es famoso por sus erupciones: una de ellas registrada el 12 de marzo de 1595; mientras que casi 400 años después, el 13 de noviembre de 1985, el deshielamiento a causa de la erupción, produciría una de las tragedias naturales más arrasadoras en la historia del país, produciendo la avalancha de Armero.

 
Antiguamente, los indígenas quimbayas lo llamaban Kumanday o Tamá, así como páramo de Erbé o volcán de Erbé, pero finalmente, predominó el nombre colonial, que hace honor al capitán Francisco Ruiz.  Se encuentra en jurisdicción de los municipios de Villamaría -Caldas- y Murillo –Tolima-.

Tener estas pequeñas masas de hielo es un orgullo para los habitantes que circundan las laderas de estos volcanes, quienes ven en ellos elementos de identidad y de importancia cultural. Con esto, llegamos al final de esta nueva travesía de 12 dias, cordillera adentro,  que ha dejado en el  trabajo de campo gratificantes documentos fotográficos.  Del recorrido además, queda la reflexión sobre nuestra responsabilidad en la paulatina desaparición de estos importantes cuerpos de vida, de nuestra permisividad y falta de compromiso en la defensa del territorio nacional.

Estos glaciares  parecieran dar una respuesta en rechazo a los proyectos mineroenergeticos que se están desarrollando en el país. Ejemplo de ello es el que se desarrolla a pocos kilómetros de este complejo volcánico, en el municipio de Cajamarca, donde la multinacional Anglo Gold Ashanti pretende explotar, a cielo abierto, toneladas de oro, con procesos que contaminan las aguas, la tierra y dañan el ecosistema circundante. 

Descendemos dejando atrás un maravilloso cuerpo de vida y empezamos a encontrar los rostros de campesinos que viven de esta tierra, algunos de ellos preocupados por los sufrimientos de la montaña, que de seguir avanzando se convertiría en un terreno desértico, de muerte y desolación. Con ellos, nos encontramos con historias de lucha que cobijaron estas grandes tierras, ocultando y protegiendo a guerreros milenarios hasta el día de hoy.

Después de esta experiencia, volveremos por más historias del Parque Nacional y Reserva Natural Los Nevados. A todos los montañistas del mundo, buenos vientos y buena mar.

@oskar_will_

documentandoando@gmail.com
http://flaneurdocumental.wix.com/flaneurproducciones 

Las siguientes fotografías hacen parte del proyecto fotográfico: Cordillera Adentro, el cual ha implicado el registro fotográfico de estos entornos  en los últimos 14 años. 
 



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