“Soy puta, pero también soy mujer”
© Por Pablo Virgili Benitez
@VirgiliPablo
Ayer cerca de la medianoche venía de regreso a mi casa de una salida nocturna con mis amigos y pasando por frente a un bar me encontré con una escena muy inusual. En la entrada del bar sentada en el escalón había una jovencita muy afligida llorando sin parar. Con la frialdad que hacía y la poca ropa que llevaba temblaba, parecía más de miedo que de frío. No pude resistirme y me le acerqué.
_Hola ¿Qué te pasa, por qué lloras? Te puedo ayudar en algo.
_ No, No creo que puedas.
_Pero porque no cuéntame que te pasa.
_Estoy cansada de esta vida.
_ ¿Qué vida?
_Esta de acostarme a diario con más de 10 hombres.
En ese momento quien se quedó frío fui yo.
Me narró toda su historia, tiene 18 años, es extranjera y llegó al país con el que creía era su novio que la abandonó en la primera esquina que encontró. La sedujo un hombre mayor tiempo después prometiéndole trabajo y casa, y al final fue víctima de la trata y terminó de trabajadora sexual. Dice que no es fácil su vida, pero es lo único que puede hacer para mandarle dinero a su mamá en su país de origen que padece cáncer y con su ayuda paga el tratamiento. Me abrazó, me agradeció por consolarla y acompañarla, y terminó diciéndome:
_Soy puta, pero también soy mujer.
Esas palabras de despedida me estremecieron. A pesar de ser prostituta también es una mujer, que tiene sentimientos, que ama igual que todos los demás. Es víctima de la trata, pero no baja nunca la cabeza y hace lo impensable por ayudar a sus seres queridos.
Este flagelo que mueve millones anualmente es culpa de todos nosotros fundamentalmente de los hombres, que somos los que consumimos en un placer ficticio a mujeres que quizás tienen hijos y que deberían estar en sus casas cuidando a sus niños y protegiendo a su familia, velando por que su hermana menor no sufra lo mismo que ella, echando adelante día a día su hogar.
Soy puta, pero también soy mujer…
Esas palabras quedarán grabadas en mi mente para toda la vida, porque esa muchacha ayer me dio una lección:
Hay que seguir adelante a pesar de todo, del frío, de la tristeza y de las injusticias. Pero también me enseñó que contra la trata se pelea desde todos los flancos, yo también puedo ayudar a erradicar ese delito, tú también, nosotros todos podemos unirnos en la lucha por un mundo mejor para todas y todos y sin que dentro de él exista la trata de personas…
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