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Soy Reportero
  • La República Limonera de Mauricio
Fecha de publicación 27 enero 2017 - 10:40 AM

La suspensión unilateral de EE.UU de las exportaciones de limones producidos en la provincia de Tucumán trajinó las informaciones de los principales diarios de nuestro país. Luego de afirmar el presidente Macri vehementemente que […] “Batallamos para que nos vuelvan a abrir el mercado de limón. Lo central ahora es la seriedad y la confianza que podamos generar” [1] las autoridades norteamericanas respondieron frenando las exportaciones cítricas argentinas demostrando, sin rubor, lo que piensan de la seriedad y la confianza que el primer mandatario argentino se auto adjudic a.

 El efecto del ladrillazo diplomático dejó perpleja a la comunidad de buenos negocios del Cardenal Newman en el gobierno  que solo atinó al manual de frases de ocasión que recomienda el ecuatoriano Jaime Durán Barba. Estados Unidos es el principal exportador de limones en el mundo y la suspensión del embarque argentino forma parte de un conjunto más amplio de medidas proteccionistas que ha tomado la administración Trump, descolocando al gobierno argentino que no percibe los cambios que impulsa EE.UU en su política exterior.

Salvo para los Newman boys, que parece que estudian con otro programa educativo, la economía norteamericana posee una fuerte tradición proteccionista. El Consenso de Washington del que fue EE.UU el principal difusor, en tanto la apertura de la economía, no evitó que fuera tenazmente proteccionista. Solo cuando los intereses geopolíticos norteamericanos habilitaban ventajas tácticas o estratégicas concedía un intercambio más fluido como pueden observarse en el balance económico con Japón, China o India. La escala, calidad y potencia de las exportaciones norteamericanas hacen de EE.UU un actor insoslayable y hegemónico aunque esa hegemonía sea disputada por otras potencias.

Según el portal Santandertrade [2] la magnitud del intercambio económico entre nuestro país y el resto del mundo coloca a EE.UU en tercer lugar tanto de las importaciones como de las exportaciones.

El evidente  gesto de descalificación hacia el gobierno de Macri que el gobierno de los EE.UU le ha descerrajado tiene mucho más de simbólico que económico frente a la magnitud de las cifras de intercambio entre ambos países, que en los últimos años han retrocedido mucho más.  La evidente hostilidad del gobierno de Donald Trump, aún para los más fervientes partidarios de las barras y las estrellas, ha tenido la particularidad de colocar a todos los países de Centroamérica y Suramérica en la misma bolsa.

Si la Alianza del Pacífico era el contrapeso para la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) y la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) la salida de EE.UU del Tratado Transpacífico (TPP) refuerza las posibilidades de integración latinoamericana y coloca en una posición inmejorable a la diplomacia China sobre la cuenca del Pacífico.    

El cambio de paradigma del nuevo gobierno norteamericano ha colocado a varios países de la región en una verdadera encrucijada. Entre los principales damnificados se encuentran los países miembros de la Alianza: México, Perú, Chile, excepto Colombia que forma parte del bloque regional pero no del Tratado Transpacífico, pero también los gobiernos de los principales países integrantes del Mercosur: Argentina y Brasil que tienen posiciones hostiles frente a lo que consideran gobiernos populistas como Bolivia (Estado asociado), Ecuador (Estado asociado) y Venezuela (Estado parte).

Las estadísticas de los países vinculados a la Alianza del Pacífico muestran el enorme potencial destructivo que posee el neoliberalismo bajo la forma de los tratados que integran. Las gigantescas cifras de empobrecimiento poblacional, excepto Chile [3] , dan cuenta de la naturaleza del intercambio económico con EE.UU en tratados de libre comercio donde se exportan productos primarios y se importa todo lo demás.

La solicitud argentina formulada por el presidente Mauricio Macri de ingresar al Tratado Transpacífico, fue arrojada al cesto de la basura con el mismo desdén con que la nueva administración trata a México y ofende a Latinoamérica. La abortada posibilidad de integrar el mencionado tratado nos proporciona la posibilidad de analizar lo que significa formar parte de esos acuerdos.

El Tratado Transpacífico o el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (Trans-Pacific Partnership) o TPP es un acuerdo celebrado entre países de la Cuenca del Pacífico para desarrollar el libre comercio sin barreras arancelarias que graven los productos intercambiados. Pero aún más importante es que ese acuerdo lleva asociadas otras clausulas tanto o más importantes que la disminución de los aranceles. Contiene acuerdos sobre propiedad intelectual (que busca eliminar productos genéricos), impone nuevas modalidades de contratación laboral (flexibilización) y mecanismos de arbitraje sobre litigios entre inversores y Estados, obligando a las naciones a renunciar a sus soberanías al proponerse tribunales internacionales fuera del territorio nacional. Es tan poco probable que EE.UU deje de lado los mecanismos históricos de intercambios económicos asimétricos con América Latina como poco probable que la administración macrista desista de sumir al país a esta clase de acuerdos tan onerosos en términos sociales y soberanos. El repliegue hacia la unipolarización del mundo forma parte el ciclo de expansión, contracción del capitalismo norteamericano que tal vez opte por un agresivo y feroz nacionalismo en términos simbólicos. La última palabra la tendrá el complejo industrial-financiero bélico sobre el curso que tomará la conflictividad mundial. Nada de eso tendrá como preocupación al macrismo dispuesto a convertir a nuestro país en una verdadera república limonera.

Cabecitas

Referencias

[1] https://www.pagina12.com.ar/15909-trump-salio-a-cantarle-me-matan-limon-a-macri

[2] https://es.portal.santandertrade.com/analizar-mercados/argentina/cifras-comercio-exterior

[3] Las cifras de pobreza que proporciona Chile no son compatibles con el Índice de Gini que muestra un coeficiente de desigualdad muy superior a la pobreza declarada. Lo mismo ocurre con México cuyo nivel de pobreza no se correlaciona con el Índice de Gini.



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