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  • ¿De qué hablamos cuando hablamos de deuda?
Fecha de publicación 1 abril 2016 - 11:35 AM

Cuando era chico, el Tata, el entrenador de fútbol de mi barrio me decía siempre: “Ivan, cortita y al pie. Cortita y al pie”.

Así que cuando me decidí a explicar a mi modo y manera de qué hablamos cuando hablamos de deuda, entendí que debía hacerlo como en el potrero.

Cortita y al pie.

Para eso, primero es necesario que juntos hagamos una breve reseña que nos permita contextualizarnos en tiempo y forma.

¿Cuándo empezó esta saga financiera?

Todo comenzó en 1824 cuando Bernardino Rivadavia solicitó un empréstito (un préstamo) a la Baring Brothers de Londres por la suma de £1.000.000. El objetivo, supuestamente, era utilizar ese dinero para construir puertos, iluminar la ciudad y crear pueblos. Del total pedido, sin embargo, solo llegaron £560.000. ¿Qué pasó con el resto? Bueno, parece que al cruzar el océano Atlántico a los muchachos se les fueron algunas cositas por la borda. ¿Sabes cuánto pagamos por esa deuda 80 años después de contraída? 12 veces el valor de lo que habíamos pedido.

Siguiendo con el repaso histórico, una detención obligada se debe realizar en el año 1874, cuando el por entonces presidente Nicolás Avellaneda ante la encrucijada de pagar o no la deuda, afirmó que “si hace falta pagar con el hambre y la sed de los argentinos, lo vamos a hacer”. Todo un patriota, ¿no? Pero no fue el único que demostró su absoluta obediencia frente a los intereses foráneos. En 1890, el presidente Carlos Pellegrini, en una situación parecida a la de su predecesor Avellaneda, manifestó: “Si es necesario vender la Casa de Gobierno, la vendemos”. Sí, ya sé lo que estás pensando; con amigos como esos no se necesitan enemigos.

¿Sabés cuál fue el gobierno que desendeudó a la Argentina por primera vez? Adivina adivinador… ¡Acertaste! El peronismo, tras varias gestiones de Miguel Miranda con los embajadores de los Estados Unidos y de Inglaterra, logró evitar que esos países que habían participado de la Segunda Guerra mundial, hicieran pagar a las naciones emergentes los costos de esa guerra. Pero claro que esa decisión no sería olvidada por los grandes monstruos financieros internacionales, ya que cuando el peronismo llegó al gobierno en su tercer período, en 1973, le fueron bloqueados todos y cada uno de los préstamos que solicitó. Lo cual no era otra cosa que una jugada política ¿Por qué te preguntas? Fácil. Apenas efectuado el golpe de Estado de 1976, el FMI abrió sus solicitudes de préstamos hacia la Argentina más rápido de lo que tardó Menem en cortarse las patillas. La cuestión es que a ese dinero “prestado” por el FMI, el Ministro de Economía José Martínez de Hoz lo utilizó para destruir la industria nacional, y no para fortalecerla como era el propósito del peronismo. Así, la deuda externa se disparó nuevamente a niveles altísimos. A eso hay que sumarle el negocio que hicieron las empresas privadas al trasladar sus deudas particulares, a la deuda pública. ¡Sí! ¡Lo que debían las empresas pasamos a deberlo todos y todas! Les dejo tarea para la casa, ¿averigüen de qué apellido era una de las empresas que se benefició con esa resolución? Les voy a dar una pista… Empieza con M y termina con acri.

Una vez recuperada la democracia, la deuda continuó creciendo. Durante la década de los 90´, y a consecuencia del régimen de convertibilidad, el país se endeudó todavía más; precisamente, para sostener esa farsa de “un peso un dólar”. Eso, combinado dramáticamente con la apertura del mercado, llevó a que dejáramos de producir y a que cada vez necesitáramos más plata para comprar esas importaciones. De modo que no teníamos ni para pagar la deuda. ¿Cómo lo solucionaron? Otorgaron las empresas públicas como parte de pago.

Fue entonces que entró en juego el mayor fraude financiero de la historia. Primero el Blindaje, una operación en la que el FMI le daba a la Argentina un crédito por 40.000 millones de dólares. A cambio, el Gobierno debía poner en práctica un violento ajuste. Pero, como el país tenía que pagar los vencimientos de la deuda, el dinero salía así como entraba. Frente al crecimiento de los niveles de desocupación y de pobreza, el ex Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, David Mulford, no tuvo una mejor idea que pergeñar el Megacanje. En resumen, otra estafa que perjudicó a la Argentina en 55.000 millones de dólares. Lo que llevó a que la deuda externa del país se elevara a más del 160% del PBI; es decir, se debía casi el doble de lo que producíamos.

Así fue cómo arribamos a la debacle del 2001, donde la desocupación era del 25%, los índices de pobreza del 54%, y de indigencia del 30%.

¿Tenes idea de cuánto fue el incremento de la deuda externa entre 1976 y el 2001? De 8.000 millones de dólares en 1976, a 160.000 millones en el 2001. Eso no es lo más alarmante… entre esos períodos, nuestro país pagó 200.000 millones de dólares: más de 20 veces lo que debía.

Con la asunción de Nestor Kirchner en la presidencia, el Gobierno comenzó a negociar su deuda de una manera más digna a la que lo había hecho hasta entonces. Por primera vez en la historia, se decidió pagar la deuda con recursos propios, logrados a partir del desarrollo y el crecimiento económico. Bajo esa consigna, en el 2005 conseguimos una reestructuración de la deuda, con una adhesión del 76% de los acreedores (de los prestamistas), y con una quita del 65%. Ese mismo año cancelamos la deuda con el FMI, quien hasta hacía poco dictaba las políticas económicas de la nación, apoyados fuertemente en el amparo que le proveían los medios de comunicación. Ese posicionamiento frente a las negociaciones se sostuvo durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, quien en el 2010 llevó adelante una segunda reestructuración de la deuda, llegando esta vez a un 93% de adhesión por parte de los acreedores. Tal como se había realizado antes con el FMI, en el 2010 también se canceló la deuda contraída con el Club de París, una deuda que se remontaba al año 1956.

Llegados a este punto, seguramente te estés preguntando dónde entran los fondos buitres en todo esto. ¿Te acordás del 93% de adhesión que alcanzamos al reestructurar la deuda? Ese 7% restante que decidió no entrar en el canje donde la Argentina acordaba los métodos a pagar, esos son los fondos buitres.

¿A qué se dedican? Básicamente, a comprar bonos de deuda de países en crisis, especulando con que, una vez que la economía de esa nación se recomponga, el valor de esos bonos aumente. Luego, se rehusan a aceptar la negociación de pago que se les ofrece. Como en instancias judiciales tienen Jueces dispuestos a sentenciar a favor de ellos, saben que tarde o temprano van a cobrar. Una estafa redonda, desde luego.

Pero hay un detalle: los fondos buitres jamás pagan deuda. ¿Cómo es eso? Ellos se dedican a comprar los denominados “Bonos Basura”, bonos de países que entraron en default y que no valen nada.

Esos fondos buitres tienen nombre y apellido. De hecho, uno de los más grandes (y uno de los principales contribuyentes de la campaña de Mauricio Macri) es el fondo NML, de Paul Singer. NML compró en 2008 bonos basura de nuestra deuda por la suma de 48 millones de dólares. ¿Sabés cuánto exigió que se le devuelva? 1.500 millones de dólares.

Con la excusa de terminar con los fondos buitres, el Gobierno de Mauricio Macri dice que así, y solo así, se podrá contraer deuda en el exterior. Lo que no nos cuenta, es que hay un 93% que tiene todo el derecho a reclamar lo mismo que se les está pagando a los buitres; ya que todos los acreedores compraron el mismo bono.

Volviendo a la pregunta inicial, ¿de qué hablamos cuando hablamos de deuda? Pues, hablamos de una herramienta. El asunto está en para qué es utilizada; si para seguir pagando otras deudas y en detrimento de la matriz industrial nacional, o para obra pública y en favor de las grandes mayorías.

Del repaso histórico y de la contextualización actual, se desprende que una vez tuvimos un Presidente que se mostró dispuesto a pagar con el hambre y la sed de los argentinos, otro que propuso vender la Casa de Gobierno, y otro que entregó las empresas públicas de la nación. Lo que es inquietante, es que hoy nos gobierna un Presidente decidido a hipotecar el futuro de esta bendita Patria.

-Ivan Di Sabato-



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