Una historia venezolana del trío Matamoros


26 de junio de 2023 Hora: 13:23

El pasado 8 de mayo se cumplieron 98 años de la fundación del Trío Matamoros, otra de las leyendas de la música en el Caribe y responsable directo de buena parte del repertorio de los músicos caribeños, aún hoy.

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El Trío incidió de forma clara en algunas de las variantes del Son, del son montuno, de la utilización de instrumentos, de las voces, los temas y el modo de abordar la crónica cubana en lo musical.

Fue tal la influencia del grupo en el modo cultural de entonces que Nicolás Guillén, Poeta Nacional de Cuba que en una oportunidad dijo, refiriéndose a la musicalidad de su obra poética: “Todo se lo debo a Matamoros”.

Más allá de Miguel Matamoros están Siro Rodríguez (monumental segunda voz del trío) y Rafael Cueto (el gran innovador del tumbao en la guitarra), los otros integrantes del grupo, cada uno con perfil y aportes propios, que es lo que marca la versatilidad de la legendaria agrupación. Cueto fue quien relató el episodio venezolano que  origina estas líneas.

Rafael Cueto y la historia con Caracas

Nació el 14 de marzo de 1900 en Santiago de Cuba. Mejor arrullo no pudo tener este santiaguero en los albores del siglo XX.

“En realidad yo quería ser pelotero, quería ser famoso en el béisbol y por eso nunca me fue bien en la escuela; me fugaba cambiando las clases de geografía por el campo de pelota. Mis padres sufrieron por eso, pero yo hubiera sido un buen pelotero. Estuve en la Liga Juvenil de Santiago, fui amateur y hasta profesional, pero la guitarra también me atraía y la verdad es que no hacían buena yunta serenatas y ejercicios. Terminé siendo sastre, pues fue el oficio que me buscó mi padre”. Así lo confesaba en entrevista desde La Habana.
Cueto quería jugar béisbol y tocar guitarra y teniendo 14 años lo que tenía era que aportar a la casa. “Trabajé en una fábrica de fideos, luego como aprendiz de sastre y luego en la fábrica de ron Bacardí, y allí me metí en el equipo de pelota”.

Ya había aprendido a tocar el Tres a los 7 años pero a los 15 les dio por la guitarra. “Me di el lujo de acompañar a casi todos los cantantes de Santiago de Cuba”. De todos los cantantes a los cuales  acompañó como guitarrista Cueto hizo de Siro su compañero y amigo. Famoso por la forma de ejecutar la guitarra prima Rafael Cueto conocía a Miguel Matamoros por referencias. Sería en 1924, cuando contaba con 24 años de edad que lo conocería personalmente.

¿Cómo fue ese encuentro?

“Matamoros estaba necesitando con urgencia un guitarrista y yo fui el recomendado. Se trataba de sustituir a Alfonso del Río en el Trío Oriental que Matamoros había fundado y en el cual Miguelito Bisbé era segunda voz. Alfonso no obtuvo permiso en la policía (era agente) para viajar a La Habana y Miguel tenía que sustituirlo. Así empezó mi carrera con Matamoros. El Trío con su nombre vendría después”.

Cambio de nombre

“Como integrante del Trío Oriental estuve con Miguel en La Habana. Luego vendría un prudencial retiro que terminó el día en que coincidimos en una fiesta en la que se celebraban los 31 años de vida de Miguel, de Miguel Matamoros. Yo me llevé a Siro para la fiesta y en una de esas nos pusimos a afinar. Cuadramos tan bien que decidimos no separarnos más. Así, el 8 de mayo de 1925, cuando Matamoros cumplía 31 años nació el trío que llevó su apellido. Y es que no importan los años; cuando las cosas definitivas aparecen, uno en la piel sabe reconocerlas y no debe separarse de ellas”.

Reclamo Místico


 

Son los que son

Fueron muchos los toques hasta que Matamoros empezó a gestionar la grabación de un disco. Eusebio Delfín, el compositor de “Y tú, qué has hecho” impresionado por la musicalidad del grupo los llevó al representante de la casa grabadora Víctor, la RCA. Se hicieron los contactos pero estos cristalizaron en 1928 cuando Matamoros trabajaba como chofer en Santiago de Cuba. Un  directivo apreció al conjunto, le gustó y 20 días después de ese encuentro el trío estaba en Nueva York grabando su primer sencillo. “Promesa” fue el primer tema grabado, pero sería con la siguiente grabación con la que causarían furor: “Olvido” y “El que siembra su maíz” implantaron un récord de ventas en la Cuba de entonces: 64.000 copias vendidas en un ratico.

El que siembra su maíz (original)


 

¿Estaban preparados para el éxito?

“Muchos pensaron que éramos mexicanos y casi como tales debutamos en La Habana. Recuerdo el éxito que logramos con “Mamá, son de la loma”. El resto es historia conocida, creo yo. Sí, estuvimos preparados para el triunfo porque estábamos seguros de nosotros, del son como ritmo, de las letras de las canciones y de lo que estábamos buscando”.

Lo internacional

“Estuvimos en México, Estados Unidos, República Dominicana, Haití, Venezuela, donde tuvimos tremenda y dura anécdota.

¿Qué les pasó?

“La primera visita que hicimos a Venezuela fue terrible. Viajamos desde Haití sin tener el contrato firmado y por eso en el puerto de La Guaira no nos dejaron desembarcar. Estuvimos un mes en el
barco sin poder salir hasta que regresamos a Haití. Eso fue a finales del año 30. Nos fuimos a España, Francia y Portugal. No sería sino en 1933 cuando volveríamos a Venezuela, y entonces sí nos pudimos presentar”.

En septiembre de 1933, el Trío Matamoros salió  a su gira latinoamericana. El primer destino fue la ciudad de Colón, en Panamá y de allí viajaron a Puerto Cabello, Venezuela, más cercano a Panamá que el puerto de La Guaira donde tan mala experiencia habían vivido. Del Puerto siguieron hacia Caracas donde ahora sí pudieron presentarse en el afamado Teatro Ayacucho en el centro de la capital venezolana. (Allí, teniendo 13 años Carlos Emilio Landaeta Pan con queso pudo ver al trío y se le cambió la vida a favor del son).

Son de la Loma


 

También estuvieron en La Victoria, Valencia y Barquisimeto. El Trío Matamoros cumplió luego presentaciones en Curazao y retornaron para continuar su gira por Maracaibo, Lagunillas, Cabimas y San Cristóbal. Saldrían posteriormente para Colombia, Brasil, Argentina y Chile.

El Trío Matamoros regresaría a Venezuela en 1956 y se presentaría en el recordado Coney Island, que a tantos famosos recibió. Pero todo tiene su final y en 1960, optaron por la jubilación.

¿Cómo fue ese retiro?

“Nosotros, que vivimos todo el peso de revueltas y dictaduras recibimos a la Revolución de Fidel despidiéndonos de ella porque nos jubilamos comenzando el año sesenta. Fue el 10 de mayo a través del canal 6 de la televisión. Toda Cuba nos vio. Teníamos 35 años tocando, y, como se sabe, el gobierno revolucionario emitió decretos de amparo a los artistas; así que obtuvimos una jubilación honrosa con una pensión digna más todos los honores”.

Rafael Cueto se quedó pasando los últimos años de su vida en La Habana, donde falleció el 7 de agosto de 1991 a los 91 años de edad. Fue el último viviente de los Matamoros, e hizo grandes aportes musicales. Según Vicente González-Rubiera (Guyún), Rafael Cueto creó un modelo rítmico (tumbao), a base de bajos cantantes al cual le agregó la percusión. Ese tumbao, además de armónico, resaltaba por su eminente sabor rítmico cubano, que engrandecía el sabrosísimo rayado que hacía Miguel en la guitarra. Al no hacer el rayado de Miguel, Cueto evitaba la cacofonía, tanto rítmica como armónica; empleaba un ritmo totalmente distinto, más los bajos que realizaba, en cuyos tumbaos introducía una polirritmia nunca antes escuchada.

Ha pasado el tiempo. Siro, Miguel y Cueto contemplan desde la eternidad su obra y su vigencia. Están bañados de gloria porque sembraron mucho, y la cosecha es muy buena y duradera.

Autor: teleSUR - Lil Rodríguez

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