ABC
Por eso la fuerza con la que estos mandatarios hablan y atacan a Venezuela. Ayer no pudieron detener a Chávez, hoy tras las sanciones se han jugado todo para detener a Nicolás Maduro. Foto: Prensa Presidencial
Por: Miguel A. Jaimes N.
21 de octubre de 2024 Hora: 22:58
En este momento Venezuela está en el peor nivel de relaciones con Brasil. Aun cuando con el Gobierno de Jair Bolsonaro las tensiones fueron en extremo fuertes, hoy con Lula Da Silva se han presentado como las peores. Las cosas empeoran cuando te distancias de un país el cual durante años demostró ser tu amigo. Por eso en política lo que perduran son los intereses.
Actualmente se discute la entrada de Venezuela a los BRICS. Pero también se discierne porque el nuevo presidente pro tempore de las economías emergentes sea Lula Da Silva. Si esto es así, las cosas seguirán estando difíciles con Brasil.
En varios tiempos se ha hablado del tema Brasil como uno de los pilares en Latinoamérica y el Caribe como economía emergente. Pero muchos desconocen los antecedentes que vienen variando tras la imposición de una región sobre otra.
Voy a relatar los mismos. Nicholas Spykman fue un geopolitólogo holandés-estadounidense, quien en plena II Guerra Mundial se dio a la tarea de analizar toda el área de influencia de Estados Unidos de Norteamérica, la cual va desde el Golfo de México hasta el Mar Caribe.
Hoy, toda la disputa es por quién va a tener el liderazgo que haga posible el control sobre los crudos convencionales y no convencionales de Venezuela, como primera reserva mundial, más su cadena de recursos: gas, oro, tierras raras y otros muchos minerales.
Para Brasil es mejor salir de quien ocupa el Palacio de Miraflores, y más si este no está al servicio de Estados Unidos; quien llegue debe garantizar su permanencia sin generar ningún tipo de liderazgo.
En la presidencia venezolana de las recientes dos décadas y media han permanecido dos fuertes adversarios de Washington, quienes con sus formas han defendido sus recursos; entonces para el Norte y Brasil, son dictadores.
Hay una oposición estimulada desde el exterior y su problema es controlar los hidrocarburos. Pero no hablamos de la oposición política venezolana, no. Nos referimos a la oposición primeramente de Brasil.
Después de la II Guerra Mundial las tesis del periodista y profesor universitario Nicholas Jhon Spykman (1893-1942) hoy cobran más valor. Este investigador, considerado uno de los padres de la geopolítica en Estados Unidos, escribió entre otras cosas que el Mar Mediterráneo de Estados Unidos es el Golfo de México.
Fueron los expertos geopolíticos Halford J. Mackinder, Alfred Teller Mahan quienes influenciaron a Spykman. Posteriormente hicieron lo mismo George F. Kennan, Henry S. Kissinger, Jhon Foster Dulles y Sbigniew Brzezinski; todos bebieron de las tesis de Spykman.
Su estrategia geopolítica consistía en que sobre toda la Tierra existe un corazón conocido como el Heartland. Este no es más que un punto, pero su principal característica es estar rodeado por un «anillo de tierras». Son «Tierras de borde» o Rimland, y a las mismas les es obligatorio controlar, es decir a la periferia. Son los alrededores de los países del área latinoamericana y caribeña en los cuales vieron su control, pues todos como un anillo bordea a Estados Unidos.
Fijémonos en el término Mar Caribe. Un territorio mal nombrado en su estructura geográfica, este no es otro que el Océano Atlántico, pero los norteamericanos con el fin de hacerlo local y separarlo de la gran masa continental y de otros imperios le dieron un nombre local, solo su núcleo para ellos. Toda esta zona sufrió una ruptura de historias para llegar a su actual control.
Pero la cosa es mucho más grave. Los mismos norteamericanos definen al Océano Atlántico como también lo hacen los canadienses: «Caribe Oriental». Para ellos nace en Canadá y viene a morir justo en la zona en disputa con Venezuela: Guyana.
Estos antecedentes poco se logran comprender cuando el intelectual brasileño José Luis Fiori, quien apenas con diecinueve años fue forzado a exiliarse en Chile tras el macabro golpe de Estado en Brasil de 1964. Escribió un ensayo: «En busca del disenso perdido», (1995) allí se queja abiertamente de la influencia neoliberal en las izquierdas.
Para los tiempos de hoy allí está el principal problema para un cambio político en la zona. No hay unión ideológica sobre lo que es Latinoamérica y el Caribe como para que muchos entiendan que un pensamiento progresista y liberador sería la fórmula para identificarnos y apoyarnos, hoy es todo lo contrario.
Fiori afirma que la superpotencia subsistente se impone a la fuerza y la fuerza es la guerra, no conocen otra forma o manera de conseguir su don deseado para imponer la globalización neoliberal.
Pero, José Luis Fiori también afirmó en su obra: El geopolítico Nicholas Spykman y América Latina; que quien tiene el poder mundial no es quien controla directamente el «corazón del mundo», pero sí quien es capaz de cercarlo, como desde Estados Unidos lo hicieron durante toda la Guerra Fría, y lo siguen haciendo hasta nuestros días.
El tema global con su disputa es el «Pivote geográfico del Mundo». ¿En dónde está? ¿Dónde se encuentra? Es el corazón del mundo y quien controle las áreas geográficas entre Berlín y Moscú, dominará la isla mundial conocida como Eurasia, es decir Europa y Asia, así, quien controle esta isla controlará el mundo.
Por esa razón los Estados Unidos de Norteamérica infiltraron y dirigieron la caída del Muro de Berlín y la reunificación de las dos Alemanias, más la desfragmentación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Mientras esto se daba, acá las discusiones sobre América Latina estaban en la lucha por el control de América del Sur. Es la radical separación entre lo que se conoce como la América Anglosajona y la América de los latinos.
Esta otra historia comienza por el control de todas las tierras debatidas en la guerra entre México y EE. UU. Hasta 1848, tras el tratado de Guadalupe-Hidalgo, el país azteca se vio obligado a perder lo que hoy son las ciudades norteamericanas de California, Nuevo México, Arizona, Texas, Nevada, Utah, más parte de Colorado y Wyoming. Son la confluencia de lo que hoy conocemos como el Río Bravo.
El poder político y militar de los gringos desde ese entonces comenzaron a llamarlas las tierras situadas al Sur del Río Grande. Un mundo diferente a Canadá y a Estados Unidos de Norteamérica. Para ellos resulta infeliz que a sus zonas de habla inglesa se les intente llamar latina y que se practique el idioma castellano. Para ellos esta similitud nunca existirá.
Por eso el poder político de Estados Unidos está constituido entre Demócratas y Republicanos quienes siguen las enseñanzas de Spykman, hablan de un mundo latino dividido en dos regiones. Una mediterránea la cual parte desde México, América Central y el Caribe incluyendo a Colombia y Venezuela. Pero otra es Sudamérica y en esto es cuando Brasil interviene.
Volvamos. La América mediterránea es la zona de supremacía de Estados Unidos. Geopolíticamente guarda todas las características de un mar cerrado del cual sus llaves están en Washington compartidas por el poder político entre Demócratas y Republicanos.
Pero aquí viene lo rudo. Estados Unidos considera que México, Colombia y Venezuela deben ser considerados inútiles e incapaces para llegar a transformarse en grandes potencias. Siempre estarán en una posición de absoluta dependencia ante Estados Unidos.
Cualquier amenaza a la hegemonía norteamericana por parte de América Latina y del Caribe -caso Cuba y Venezuela- será aplastada, y la hegemonía únicamente podrá ser ejercida por las ABC: Argentina-Brasil-Chile.
Por eso allí está la actitud tan permanente hostil de Argentina, Brasil y Chile. Ahora Brasil. Así debemos entenderlo. Según Spykman, para todos los vecinos después del Río Bravo siempre serán para los norteamericanos solo intereses. Sus únicos líderes serán los países del ABC.
Por eso, claramente tienen a Argentina, Brasil y Chile como los únicos con derecho autorizado a contrabalancear la zona inmediata a la supremacía norteamericana, conocidos como los grandes Estados de América del Sur.
Si alguna amenaza sufriera Norteamérica en esta área del hemisferio la región del ABC, inmediatamente debe responder por la única vía: la guerra. Hay que detener la bravata intentona revolucionaria, la cual se esparcirá como hongos en toda América Latina y en las islas del Caribe.
Lo mismo hicieron los Estados Unidos con Turquía, Japón e Irán. Como este último -Irán- se zafó, ahora los cercan con Israel, un potente enemigo el cual guía a todos para ir a una gran guerra, la cual seguramente desencadenará la tercera conflagración global, al menos así se aprecia.
Esta es la manera de controlar a América Latina, todo Oriente Próximo más el Golfo Pérsico, cerca de Asia y en especial a China, y destruir a quien guíe a todos sus enemigos desde el Asia septentrional: la Federación Rusa.
Así debemos entender como las conductas de Cristina Kirchner, Fernández, Lenín Moreno, Boric, Pepe Mujica, Lula y Petro, todos se han vuelto en contra de Venezuela. Por eso va Lula a Bogotá para ofrecerle a Petro su ingreso a los BRICS y en respuesta Vladimir Putin invita al presidente Nicolás Maduro al próximo evento de las economías emergentes.
Por eso la fuerza con la que estos mandatarios hablan y atacan a Venezuela. Nosotros estamos fuera de los países de la alianza ABC. Para ellos siempre seremos sus enemigos. Ayer no pudieron detener a Chávez, hoy tras las sanciones se han jugado todo para detener a Nicolás Maduro.
Como vemos hay muchos caminos, enemigos y los mismos traidores que ayer creímos amigos. Aunque en política no hay amigos, solo intereses. Acá la tranca es detener el liderazgo venezolano.
Hasta más pronto…
Autor: Miguel A. Jaimes N.
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