Mercedes de vuelta a Casa

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Foto: Iván Soca Pascual.


9 de diciembre de 2024 Hora: 19:27

Considerada la mayor exponente del folclor argentino, la cantante Mercedes Sosa aún tiene una memoria musical y espiritual en La Habana.

Especialmente en la Casa de las Américas, recientemente se celebró un concierto homenaje en conmemoración de la histórica presencia, desde hace 50 años y para siempre, de Mercedes Sosa en Cuba.

La iniciativa incluyó la celebración del XIII Festival de Arte Popular Mercedes Sosa, por primera vez fuera de Argentina. El espacio inclusivo para artistas consagrados y jóvenes talentos, inspirados por el legado de la icónica cantante argentina (1935-2009), estuvo presidido por su nieta Araceli Matus, quien también lidera la fundación cultural sin fines de lucro para preservar y difundir el patrimonio artístico.

En el panel «Mercedes en Casa» el día previo al concierto, los trovadores Amaury Pérez Vidal y Augusto Blanca, fundador de la Nueva Trova, participaron junto a otros invitados especiales, con sus valiosos testimonios moderados por María Elena Vinueza, directora de música de la institución.

Durante el concierto se vio llorar y cantar pleno de emoción a Pancho Cabral, autor, compositor y escritor argentino, con una obra inmensa tempranamente vinculada a Mercedes Sosa.

Las canciones de Cabral vibraron en su dulce y potente voz, escuchadas a sus 80 años por primera vez en la Sala Che Guevara y en Cuba, con el relevante trabajo de acompañamiento en la guitarra de un virtuoso de la música cubana, el bien llamado «maestro», Alejandro Valdés.

Previamente un público sensible y evidentemente conocedor de este repertorio, disfrutó de los trovadores cubanos Augusto Blanca, Heidi Igualada, Santa Massiel y Ana Irma Pereyó, cada uno con su propia obra, la de sus contemporáneos y alguna canción imperecedera cantada por La Negra e interpretada magistralmente por estas hermosas y extraordinarias voces cubanas.

Como parte del homenaje, la Casa de las Américas comunicó en su cuenta de Instagram: “Hoy les compartimos algunas de las canciones que componen el álbum Canción con todos. Mercedes Sosa, un homenaje a su primer concierto en nuestra Isla”. Se trata de un registro del concierto ofrecido en la noche del 24 de octubre de 1974 por La Negra.

Se trataba de la grabación en vivo de la presentación realizada en el teatro habanero Amadeo Roldán, como parte del intenso programa de actividades que sostuvo Mercedes Sosa durante aquella visita iniciática a Cuba, a la Casa fundada el 28 de abril de 1959.

Allí donde quedó su timidez de San Miguel de Tucumán y la hondura de sus historias de pueblo y de lucha. Fue en Casa de las Américas donde permaneció su voz hasta hoy, para que concibiéramos que no se debe mencionar de la belleza, sin escucharla cantar.

Tras cincuenta años, sigue siendo relevante reencontrar a Mercedes en Casa y en alguna medida más que antes, porque bajo este techo se ha “ayudado a descubrir América y las muchas Américas que América contiene”, como la describió el escritor Eduardo Galeano.

Así como llegó su abuela a La Casa de las Américas, con la voz tibia y potente que el poeta cubano Nicolás Guillén describió “como material de estrella”, los presentes conocieron a la nieta de Mercedes Sosa.

Araceli Matus es una mujer de 47 años, músico desde temprana edad, con la profunda convicción de su abuela Mercedes y su padre Fabián Matus (1958 – 2019), productor, representante musical y escritor, hijo de los reconocidos músicos argentinos Mercedes Sosa y Oscar Matus.

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Araceli Matus. Foto: Iván Soca Pascual.

A la pregunta, ¿Qué tienes de tu abuela?, en entrevista reciente de la radio argentina, respondió: “Tengo un montón de cosas de ella. Recuerdos emotivos, es una abuela, la única que tuve. Lo tengo todo. Canté con ella desde niña cuando volvió del exilio, eso hicimos. Fue muy duro ese tiempo en que estuvo lejos. Tengo recuerdos muy duros, horribles de esa etapa, aunque era muy niña. Siempre tuve mucha necesidad de mi abuela. No de Mercedes Sosa el mito, sino de mi abuela”.

Cuentan que Araceli usaba pañales cuando a su abuela y a su padre los llevaron detenidos en el último recital antes del exilio de Mercedes. Era octubre de 1978, cuando La Negra le había prometido a los dueños del Almacén San José, en La Plata, que no cantaría «ninguna canción prohibida». Mientras, para asombro de todos abrió las ventanas para que todos escucharan ese Cantaré, cantaré, de la canción “Cuando tenga la tierra”. Esa noche comenzó la despedida de Argentina, cuando los militares vestidos de civil activaron todas las alarmas en su contra.

Compromiso

Mercedes era hija de la humildad, de una mujer lavandera y un padre zafrero (cortador de caña, cosechador rural), por lo que siempre tuvo una clara idea de su pertenencia de clase social.

“Yo aprendí en ese origen, de esas vidas, de esa realidad que me rodeaba y determinó mi compromiso con el sufrimiento humano, con el destino del hombre en el mundo. Un compromiso con uno mismo y con los demás, que no sea de la boca para afuera, y en el cual solo la dosis de verdad que se es capaz de imponer a cuanto se dice puede avalar nuestra proyección artística”, enfatizaba Mercedes.

En las décadas de 1960 y 1970, las fuerzas policiales y sectores de inteligencia, siempre articuladas con otros países Chile y Uruguay, por ejemplo en un contexto político y social agitado, construyeron un conjunto de representaciones en el ámbito cultural y específico del folclore. Así fue que figuras como Mercedes Sosa constituían un sinónimo de “peligrosidad”.

Estos años transcurrieron entre el establecimiento de regímenes dictatoriales, caracterizados por una creciente represión militar contra las luchas populares.

En marzo de 1973, después de 17 años de proscripción, el peronismo volvía a ganar las elecciones en Argentina. El 25 de mayo de 1973 asumió el gobierno de Héctor Cámpora, acompañado por decenas de miles de trabajadores.

“Ese día 40.000 manifestantes se dirigieron al Penal de Villa Devoto para exigir la inmediata libertad de todos los presos políticos y asegurarse su liberación, sin esperar la sanción de la ley de amnistía. Cámpora debió decretar esa misma noche el indulto a todos los presos políticos”, narró la periodista Alicia Rojo. Seguidamente un golpe de la derecha del movimiento obligó a la renuncia de Cámpora en julio de 1973.

Se conjugaba con un momento de ascenso de la lucha social, la muerte de Perón en julio de 1974, la asunción de Isabel (Martínez de Perón, fue entre 1974 y 1976, la primera presienta de Argentina y en Latinoamérica), se agudizaron las contradicciones, mientras el ascenso obrero y popular dio un salto: “Y que fue la dictadura militar la que derrotó con sangre aquel ensayo revolucionario, que comenzó con el Cordobazo, tras el fracaso del peronismo y de su rol de contención de la movilización y represión a la vanguardia”, refiere el artículo de La Izquierda Diario.

También se fue instalando progresivamente la idea de un enemigo interno “subversivo” y de la necesaria intervención de las “fuerzas del orden”. Se organizaron fuerzas represivas paraestatales, como la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), responsable de persecuciones, secuestros y asesinatos a centenares de intelectuales, dirigentes sindicales, estudiantes y políticos.

Fue un oscuro preludio del terrorismo de Estado instaurado con el golpe cívico-militar de 1976, con el respaldo de Estados Unidos, autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, al frente del cual se encontraba el general de Ejército Jorge Rafael Videla. De esta forma, la junta militar disolvió al Congreso e impuso una ley marcial para gobernar por decreto.

Se desató la represión, la práctica de la tortura y las desapariciones. La Comisión de Derechos Humanos (Ginebra, 1977) acusó al régimen instaurado de 2300 asesinatos políticos, unas 10.000 detenciones y la desaparición de unas 30.000 personas. De ellos un gran número de seres humanos fueron asesinados y enterrados sin sepultura por la Junta Militar.

Mercedes Sosa expresó el acoso y las amenazas que comenzó a recibir, desde que fue parte de la “lista negra” que la junta militar había elaborado para catalogar a intelectuales y artistas, clasificados según sus “antecedentes ideológicos marxistas”.

Aunque el miedo se instaló sobre todos, Mercedes se mantuvo activa y cantando, hasta que definitivamente le dieron el ultimátum: “El mismo día llegó otra carta al Teatro Estrella donde yo iba a actuar varias semanas. Abrí yo misma esa carta, estaba escrita a máquina y quedé helada: me daban cuatro días de plazo para irme definitivamente de la Argentina (…) tenía que irme por comunista”, narró el estudio de la Universidad Nacional Del Litoral, Mercedes Sosa: comunismo y represión en los años 70.

Tuvo que exiliarse después de un show en La Plata en 1979, que culminó con la detención de ella y el público, aunque desde mucho antes se sabía amenazada pero se resistía a dejar su país. Posteriormente la cantora se exilió entre París y Madrid, donde no le faltó el trabajo, pero una profunda tristeza se instaló dentro de ella: “He sufrido mucho la lejanía y la soledad”, dijo.

Después de muchas negociaciones para su retorno al escenario argentino del Coliseo deseado por La Negra y que no pudo ser tras la negociación con la censura policial acerca de las canciones prohibidas, finalmente lo que sucedió con los militares en el poder durante aquellas trece noches de 1982 en el Teatro Ópera de Buenos Aires fue un hecho artístico, histórico y un acontecimiento político.

“Fue el retorno desde el exilio de una cantante folclórica y el de una mujer comunista”, subrayó su hijo Fabián Matus en el libro Mercedes Sosa – La Mami (Planeta, 2016).  A pesar del miedo por ella y por los espectadores, Mercedes quedó conmovida al recibir una lluvia de claveles rojos, lanzados por quienes clamaban por la democracia y la necesitaban para reafirmar su esperanza. Tras años de terror, unos meses más tarde la artista realizó una gira por ciudades y pueblos de Argentina.

No obstante, a su retorno no dejó de ser vigilada y no solo por la policía, sino por grupos como el Movimiento Nacionalista de Restauración, cuyos miembros circulaban volantes donde la exponían con Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista de España y la Pasionaria, Dolores Ibárruri. A ello añadían un texto: “el 50 % de lo que recauda la ‘señora’ es para financiar el terrorismo en la Argentina”. Así aparece en el archivo de Dirección de Inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires (DIPPBA, Div. Cen. AyF, Mesa Ds, legajo 19923).

También hubo amenazas y bombas, por ejemplo en el Estadio Estudiantes de La Plata en 1982, cuando estalló un artefacto explosivo donde iba a presentarse. La DIPPBA creada en 1956, con el nombre de Central de Inteligencia y disuelta en 1998 contiene documentos que registran los movimientos sociales y culturales de Mercedes Sosa, hasta el año 1997.

Mi cómplice y todo

Cuando Mercedes volvió a Argentina en 1981, su nieta de 4 años se abrazó a la mujer del poncho después de tanta distancia, sufrimientos familiares, amenazas y persecuciones. Llegaba a casa quien ya era una artista famosa, teniendo en cuenta de que al nacer su nieta Mercedes tenía 41 años. Sin embargo, la relación entre ambas siempre fue cercana y cómplice.

Me duele mucho su ausencia, es muy difícil… pero la vida es así; comentó Araceli Matus, quien inició en los estudios de piano casi al mismo tiempo que aprendió a leer y a escribir.

Mi abuela está conmigo siempre, no específicamente cuando canto. Porque es parte de mi vida: mi madre, mi padre y mi abuela siempre están. Y los tres súper musicales. Por eso yo soy esto. Mi mamá no se dedica a la música profesionalmente, pero era pianista. Y yo aprendí todo de ellos tres.

También en el modo de hacer, porque tengo como ella, “un carácter de mierda”, enfatiza mientras la asaltan tiernos recuerdos, como aquella primera vez que entró a un estudio a grabar una canción de la mano de su abuela.

La nieta de Mercedes Sosa inició un camino profesional como musicoterapeuta, hasta que editó su primer disco como solista, Matuseándose, con el que obtuvo el premio Gardel como Mejor Nuevo Artista.

“Hace poco me dediqué a la música como expresión artística; lo hice cuando fue necesario, aunque estudié piano desde los 7 años. Con este disco decidí ser solista desde el cantar. Antes lo hice como instrumentista”.

Acerca de su disco debut, Araceli Matus Ferreira dijo que este álbum se llama Matuseándose en evocación a su padre y a su abuela. En el 2022 fue presentado en el Centro Cultural Borges en el que día en que “La voz tucumana”, Marta Haydée Mercedes Sosa Girón, había nacido, un 9 de julio (1935).

«A mí me pesa la gente, mi abuela no. Mis abuelos no me pesan porque yo tuve dos abuelos que son la maravilla, comenta. El disco Matuseando, de mi abuelo, para mí es la gloria total. Así que necesitaba reafirmar un poco eso. Creo que no logré, soy muy de ella. Es un disco increíble. Me da mucho orgullo de mi abuela, su herencia es su composición y su canto.

Cuando era muy pequeñita, mi abuela me cantaba las canciones de mi abuelo. Me enseñaba la primera parte de las canciones, y que adivinara o inventara la segunda y después me mostraba realmente como era. Siempre estuvo muy presente la parte Matus”.

Araceli tiene un estilo intimista, una voz dulce y suave, expresada en un repertorio bien enfocado en la música latinoamericana, el cancionero brasileño y los arreglos de jazz: “Ojo, a mí me encanta el folclore, me hace bien al corazón. Pero prefiero tocar y cantar otros ritmos”.

“Yo canté siempre con mi abuela en público desde los 17 años, pero no era una cuestión constante, yo llegaba y si ella decía hoy cantas, tenía que cantar. La banda sonora de Mercedes Sosa tenía mucho más de Caetano, que lo que ella cantó. Mi abuela escuchaba cosas que nunca iba a cantar, como jazz y a muchos pianistas”.

Acerca del legado material de su abuela, que conserva la fundación a su nombre, comentó: “Hasta el año pasado tuve su guitarra, pero decidí regalársela al último guitarrista que tuvo mi abuela, Jorge Giuliano. Me pareció que estaba bueno así”. 

Dijo que ya no tienen un espacio físico para el trabajo de la fundación porque “no tengo apoyo del estado”. “Me cansé de luchar contra el estado nacional y la penitenciaria, el lugar donde estaba la sede es un Patrimonio histórico nacional, perteneciente al Ministerio de Justicia. Allí estuvimos casi 14 años en convenio con el Ministerio de Cultura, algo logramos. Es un lugar muy grande y a pesar de nuestras propuestas, no fue aceptado. Por normas de Buenos Aires, dijeron que no estaba habilitado para actividades culturales.

“Estamos intentando juntar en un solo lugar los objetos pertenecientes a mi abuela; tenemos los bienes en mi casa, en las sedes de organismos de Derechos Humanos en la ciudad, y un depósito de una persona que trabajó con mi abuela. También en el museo de instrumentos musicales en los Estados Unidos, donde mostrarán temporalmente una exposición de la tradición de la música argentina, una parte dedicada a Mercedes y otra para Atahualpa Yupanqui. Igualmente hay objetos de mi abuela en el Museo del Folclor en Tucumán, y en varios países más».

Actualmente la Fundación mantiene activa en las redes sociales su labor de difusión patrimonial y del legado de Mercedes Sosa.

Mercedes en Casa

A la Casa llegó en 1974 con la impronta, el sentimiento y la historia que ella misma estaba protagonizando a nombre de la Nueva Canción Argentina.

La Casa de las Américas tiene la calidez y la brisa del mar en su portal próximo al malecón habanero. Una suerte de espíritu caribeño que antecede desde el umbral el abrazo de los cantores cubanos que allí la esperaban, junto a su fundadora Haydee Santa María.

Las imágenes lo cuentan todo. Estaban allí Carlos Puebla, llamado “el cantor de la Revolución», los jóvenes fundadores de la Nueva Trova cubana, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Sara González. Cantores imprescindibles como Omara Portuondo, Amaury Pérez Vidal, entre otros no tantos para mantener la intimidad, darle el espacio a evocar el dolor de los exiliados argentinos, para el canto hondo en la inconfundible voz de Mercedes Sosa. De todas formas, a su alrededor había intelectuales, escritores, periodistas, cineastas y artistas. Es la gran contradicción que se establece cuando visitas a un cubano en su casa, donde todos quieren agasajarte.

Silvio dijo después: “Quizá la había visto antes en Cuba, pero siempre me ha parecido que conocí a Mercedes Sosa en el estadio de béisbol de Santiago de los Caballeros, en la República Dominicana, una noche de diciembre de 1974”. Fue aquel canto a la libertad que protagonizaron en República Dominicana, durante el Primer Encuentro Internacional de la Nueva Canción “Siete días con el pueblo”, donde estuvieron los cantores argentinos Mercedes Sosa y Bernardo Palombo, como los cubanos Silvio y Noel Nicola, entre múltiples artistas de Latinoamérica.

Tras el fallecimiento de Mercedes, el 4 de octubre del 2009, Silvio Rodríguez definió su influencia de forma contundente: “La vertiente que se dio en llamar nueva canción no sería lo mismo sin Mercedes. Ella sola es un comienzo y un fin, pero a la vez, como un Midas sonoro, fue dotando de una luz especial todo lo que tocaba”.

Por cierto, los temas «La maza» y «Unicornio», de Silvio Rodríguez y «Años», de Pablo Milanés, fueron grabados por ella en el disco Mercedes Sosa, 30 años. Sobre ello, Silvio comentó al periodista Roberto Espinosa: «que Mercedes te cantara una canción era como estar bendito. No solo era su voz extraordinaria, era también su trayectoria, el prestigio que le acompañaba. Me sorprendió mucho que cantara Unicornio. La maza, lo vi más lógico, porque tiene ritmo como de chacarera, o se puede llevar por ahí. ¿Pero Unicornio? Me dejó muy tocado su interpretación, además con un sensible arreglo de Charly García. Son de esos regalos que uno no espera y que deslumbran”.

Así fue el ciclo que se cerró en Casa de las Américas 50 años después de la visita de Mercedes Sosa a Cuba, como un regalo que uno no espera y te deslumbra. Justamente con un concierto de trovadores de ambas naciones, el día del cumpleaños 78 de Silvio Rodríguez. Entonces hubo que dedicárselo a los dos.

Autor: teleSUR - Rosa María Fernández