El Parlamento Europeo aprobó una medida que incrementará progresivamente los aranceles aduaneros sobre los fertilizantes rusos hasta alcanzar los 430 euros por tonelada en 2030, como parte de una estrategia para reducir la dependencia económica de Rusia en el contexto de la guerra en Ucrania.

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Sin embargo, esta política está desatando una fuerte reacción en el campo europeo, en particular en Francia, donde los agricultores denuncian que la medida afecta directamente su competitividad y supervivencia.

Según el plan escalonado de la Comisión Europea, los aranceles para 2025-2026 se situarán entre 40 y 45 €/tonelada, pero subirán drásticamente en los años siguientes. Esta medida afectará no solo a los fertilizantes, sino también a productos agrícolas y suministros clave procedentes de Rusia y Bielorrusia.

Aunque puede parecer paradójico, la UE aumentó significativamente sus importaciones de fertilizantes rusos en el segundo semestre de 2022, en plena guerra, debido a la falta de alternativas competitivas. Ahora, el nuevo paquete arancelario amenaza con encarecer aún más los costos de producción en el agro europeo.

En Francia, el sindicato FNSEA fue claro en su crítica. Su secretario general, Hervé Lapie, advirtió que la decisión de la UE pone a los granjeros en una situación complicada, ya que una parte importante de los fertilizantes proviene de Rusia.

Además, señaló que el incremento arancelario también afectará los precios de otros fertilizantes, no solo los rusos, agravando aún más la situación de los productores franceses. Según Lapie, Rusia representa entre el 5 % y el 15 % del mercado europeo de fertilizantes, y este nuevo arancel golpea directamente el acceso a insumos básicos, especialmente para las pequeñas y medianas explotaciones.

La aprobación de la medida llega en un momento de alta tensión en el campo francés. Durante las últimas semanas, los agricultores han bloqueado autopistas, carreteras departamentales y puntos estratégicos en París, exigiendo una menor carga burocrática, el desbloqueo de los subsidios de la Política Agraria Común (PAC), apoyo directo a los jóvenes agricultores y el rechazo a acuerdos como el tratado de libre comercio entre la UE y el Mercosur.

También han exigido una política agrícola que respalde la producción nacional y los márgenes de rentabilidad. Los sindicatos ya han anunciado movilizaciones indefinidas hasta que el gobierno y Bruselas atiendan sus reclamos.

Mientras la UE dice buscar independencia estratégica de Rusia, los agricultores denuncian que se está destruyendo su competitividad frente a las importaciones de países sin regulaciones equivalentes.

En palabras de Lapie, el sector se enfrenta a un mercado global donde se exige producir limpio y regulado, mientras se permite importar barato y sin restricciones, una situación que calificó de insostenible.

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