Van Gogh llega al séptimo arte en óleo
"Es extraño que Van Gogh se suicidara justo en el momento en que empezó a tener de éxito, cuando comenzó a recibir el reconocimiento que su obra merecía, e incluso tenía una exposición independiente en París", enfatizó la directora del largometraje.
Vincent Van Gogh llega a las pantallas del séptimo arte a través de Loving Vincent, un film realizado en 65.000 fotogramas pintados en óleo por 125 artistas al estilo del genio de la pintura holandesa.
La película se grabó en un principio con actores, para luego ser pintada al óleo a mano fotograma por fotograma, una técnica nunca utilizada en la historia del cine. La cinta fue escrita y dirigida por Dorota Kobiela y Hugh Welchman. Su preestreno ocurrió el pasado lunes en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy (FIFA, por su sigla en francés) y competirá hasta este 17 de junio.
Los cineastas eligieron como protagonista un personaje real pintado por Van Gogh 1853-1890, el hijo de su cartero llamado Armand Roulin, que se embarca en un viaje al lugar donde murió, Auvers-sur-Oise, para descubrir qué le pasó a aquel pintor loco que había entablado una gran relación con su padre.
"Loving Vincent es algo muy valiente en el mundo del cine", apuntó la cineasta polaca, quien recordó que en la última misiva que Van Gogh envió a su hermano, el artista escribió: "Tan solo podemos hablar a través de la pintura". Eso es precisamente lo que hace la película.
El cartero Roulin visitaba constantemente a Van Gogh debido a la gran cantidad de cartas que este mandaba a su hermano Theo, su principal apoyo tanto afectivo como económico, una correspondencia que ha ayudado en gran manera a formar el guion del largometraje.
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"Vincent Van Gogh es probablemente el único pintor que en su carrera abordó un espectro tan amplio de temas que son muy personales: su habitación, su bar favorito, su cartero... De hecho si pones los cuadros uno detrás del otro casi crean las viñetas de un guión", explicó Kobiela.
El rodaje cuenta con conocidos actores como Douglas Booth o Jerome Flynn, un total de 377 pinturas de prueba fueron necesarias para imaginar los intérpretes como personajes retratados por Van Gogh y de forma que pudieran ser reconocibles para los espectadores.