Una galleta Spillers and Bakers, superviviente al naufragio del legendario Titanic hace 103 años, se vendió por casi 23 mil dólares en la casa de subastas inglesa Henry Aldridge & Son.

La oblea fue salvada por James Fenwick, un pasajero que zarpó el buque Carpathia tras dejar atrás el hundimiento del barco y la mantuvo intacta sobre un película kodak junto a la siguiente inscripción: “galleta del piloto del bote salvavidas del Titanic abril de 1912".

Según el diario The Telegraph, la galleta no se ha podrido o quebrado por estar hecha de un material similar a un bollo caliente. “cuando la galleta se hace vieja, se seca y se fosiliza”, apunta el rotativo, citando a Alan Aldridge, quien vendió la galleta. 

"Se podría decir que es la galleta (...) de una gran medida", añadió el vendedor de la casa de subastas.

Los Spillers and Bakers eran conocidos como fabricantes de galletas para perros, generalmente, pero hacían otros productos comestibles para humanos que grandes y de bajo costo, utilizados como kit de emergencia o sustento en tiempos de guerra. 

Las galletas y otros productos comestibles que hicieron eran austeros y de bajo costo y se utiliza generalmente como raciones de emergencia o sustento en tiempos de guerra.

Aldridge bromeó: "Yo no podía imaginar nada menos apetecible, pero si estás en un bote de remos en el medio del océano, que había duda comer con el resto de ellos."

Casas de subastas inglesas ha vendido otros artefactos del Titanic, que incluyen el último menú de almuerzo de fecha 14 de abril de 1912 valorado en 88 mil dólares. Este menú fue resguardado por un pasajero de primera clase y fue comprado por un coleccionista privado en septiembre pasado. 

“Chuletas de cordero a la parrilla, frito y patatas asadas al horno; un buffet de pescado, jamón y carne de vacuno; una pastelería de merengue de manzana; y una selección de ocho quesos”, ofrece la carta de almuerzos salvada.

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Otras ventas como varias cartas enviadas desde el barco han provocado escándalos. Tal es el caso de una sobreviviente de un bote salvavidas que pudo haber llevado a 40 personas y solo subió 13.  

Entre las 13 personas estaba el terrateniente Sir Cosmo Duff-Gordon, su esposa la señora Lucy y su secretaria Mabel Francatelli, según los testimonios registrados por Scotland Yard, ellos fueron los únicos adinerados y se sospechó de que no dejaron subir más sobrevivientes al bote. 

También estuvo una carta de un hombre que tras escapar de la nave se enfrentó a una presunta "investigación injusta" tras ser acusado de desertor. 

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