Vicente Battista advierte sobre la materialización de las distopías de Orwell en la Argentina actual

En entrevista para teleSUR, Vicente Battista, ganador del Premio Rómulo Gallegos, criticó la destrucción sistemática de la cultura por parte de la ultraderecha.

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«Repito: en la juventud reside la posibilidad de producir grandes cambios, por encima de la incertidumbre y la desesperanza», insiste el escritor de 84 años que no claudica frente al neoliberalismo. Foto: Agencia Venezolana de Noticias.


2 de agosto de 2025 Hora: 22:44

El escritor argentino Vicente Battista, de 84 años, conquistó la última edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos con El simulacro de los espejos, una obra que marca un giro en su trayectoria literaria. Conocido por las atmósferas sombrías más propias del género policial, la novela ganardonada sorprende por su propuesta que conecta la crítica social con la realidad política contemporánea.

Su carrera literaria inició a los 22 años tras una experiencia traumática: durante la lectura de uno de sus primeros cuentos, un amigo escritor calificó el relato como «una mierda», llevándolo a pensar que su «destino no es la literatura». Sin embargo, ese mismo crítico reconoció su potencial. Posteriormente, varios cuentos se publicaron en la revista El escarabajo de oro, precisamente por cuenta de quien inicialmente le había realizado críticas negativas.

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Con más de veinte libros publicados y distinciones como el Gran Premio de Honor SADE (2014), Battista reflexiona sobre el momento político argentino y el papel de la literatura en tiempos de crisis. Desde Buenos Aires, concedió esta entrevista exclusiva para teleSUR donde analiza la conexión entre su novela premiada y la realidad que atraviesa Argentina bajo el gobierno de Javier Milei.

La obra galardonada con el prestigioso premio venezolano aborda temáticas que resuenan profundamente con el contexto político actual. El autor establece un paralelismo inquietante entre su narrativa y las grandes distopías del siglo XX, revelando cómo la ficción se ha transformado en una realidad palpable.

La opresión invisible, la vigilancia y el vacío espiritual en sociedades capitalistas decadentes son ejes centrales de El simulacro de los espejos. Para Battista, el reconocimiento de su novela cobra especial significado cuando recuerda que los personajes de Nosotros, de Un mundo feliz y de 1984 viven en sociedades donde impera el orden y la armonía. «Tanto Yevgueni Zamiatin, como Aldous Huxley y Georges Orwell, retratan un régimen opresor naturalmente aceptado por sus habitantes», explica el escritor.

«Por el contrario, los lectores de esas novelas sabíamos que debajo de esa falsa felicidad se entretejían sociedades represoras. Pero no nos preocupaba más de la cuenta porque, en definitiva, los veíamos como relatos de pura ficción, como historias fantásticas que jamás sucederían», reflexionó Battista. Subrayó que Nosotros se publicó en 1920, Un mundo feliz en 1932, antes de que Hitler invadiera Polonia, y 1984, en 1947, cuando el nazismo había sido derrotado y comenzaba a ser un recuerdo terrible.

Entonces, agrega, «las tres novelas continuaban encuadrándose en la ficción, pertenecían a una distopía que jamás se iba a materializar». Sin embargo, reconoce que al escribir su novela premiada, «tuve que rendirme a las evidencias: los regímenes opresores que Zamiatin, Huxley y Orwell pintaron en la pura ficción se habían convertido en espantosa realidad». El autor considera que logró presentar esos temas distópicos en su obra, «así al menos lo reconoció el jurado».

La cultura frente al neoliberalismo: «El único rol posible: seguir escribiendo sin hacer concepciones»

Esta perspectiva histórica plantea interrogantes fundamentales sobre el rol del intelectual en contextos de crisis. Las relaciones entre la literatura comprometida y las políticas ultraliberales que se implementan actualmente en Argentina genera un debate sobre la responsabilidad de la cultura frente a los modelos políticos dominantes.

«En todo caso, la cultura es víctima nunca cómplice de ese proceso», afirma categóricamente Battista. Explica que el concepto de literatura comprometida se continúa replanteando, recordando que en los años ’60, «¿Qué es la literatura?», de Jean Paul Sartre, «prácticamente era nuestro libro de cabecera». Entonces, señala, «Sartre hablaba claramente del compromiso en literatura, postulando que la calidad literaria debía prevalecer por encima de todo».

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El intelectual argentino cuenta con más de veinte libros publicados y notables galardones en su haber. Foto: Agencia Venezolana de Noticias.

Para ilustrar esta separación entre calidad artística e ideología, menciona que Viaje al fin de la noche es una novela excepcional, más allá de que Ferdinand Celina haya sido un colaborador nazi. «Es imposible ignorar a Ezra Pound, a pesar de su adhesión al nazismo, el propio Luigi Pirandello que no disimuló sus simpatías por Mussolini».

Recuerda un encuentro celebrado en Buenos Aires en junio de 1999 bajo el título «Borges y yo, diálogo con las letras latinoamericanas», para conmemorar el centenario del nacimiento de Borges. «Casi 50 escritores y escritoras de todo el continente a lo largo de dos días participamos de ese encuentro», relata. En esa ocasión, integró una mesa junto a Roberto Fernández Retamar, Abelardo Castillo y Diamela Eltit. «Recordé que en los años 60 ya defendíamos a Borges, a pesar de todo lo que Borges hacía para que no le defendiéramos», concluye.

Las referencias literarias del autor contrastan con su análisis directo de la coyuntura política argentina. La caracterización de la Argentina actual como «profundamente afectada por lo más terrible de la ultraderecha» no admite, según Battista, medias tintas en su diagnóstico.

«Creo que no precisa explicación, bien sabemos de qué modo se comportan los gobiernos de ultraderecha; lamentablemente, abundan los ejemplos», responde con brevedad que contrasta con su análisis más detallado sobre otros temas.

Algunas encuestas proyectan la adhesión de sectores de la sociedad argentina a las políticas de Milei, incluyendo algunos cultores y pensadores, lo que genera interrogantes sobre la persistencia de ciertos modelos económicos que parecen replicar errores del pasado.

«Para bien o para mal, no creo mucho en las encuestas», aclara Battista. «No obstante, me atrevo a asegurar que muy pocos artistas y pensadores apoyan las políticas de Milei«. Respecto a la adhesión al modelo económico, recurre a la sabiduría popular: «dicen que el hombre es el único animal capaz de tropezar más de una vez con la misma piedra».

Enumera los antecedentes: «Sufrimos el modelo de Martínez de Hoz en la última dictadura, luego el modelo de Menem-Caballo, después el modelo de Macri, todos fracasaron. Milei apuesta a ese mismo modelo, más temprano que tarde sabremos si la historia se repite«.

Los paralelismos con el escenario de 2001 saltan como referencia ineludible para comprender las tensiones actuales y evaluar si el Gobierno de Milei está repitiendo patrones con otras víctimas y formas de represión.

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En su discurso de recibimiento del premio, Vicente Battista advierte sobre la materialización de las distopías de Orwell en la Argentina actual. Foto: Agencia Venezolana de Noticias.

«Si bien la historia nunca se repite, podría haber algún paralelismo con el 2001», responde Battista con la cautela histórica que caracteriza sus análisis.

Esta reflexión se complementa con un diagnóstico más estructural sobre las consecuencias de las políticas implementadas. La destrucción sistemática de «la cultura, la ciencia, los jubilados, los estudiantes» plantea interrogantes sobre la viabilidad de una nación soberana e independiente que elimina recursos culturales, científicos y educativos.

Battista recurre a la perspectiva histórica para explicar este patrón: «En octubre de 1916, el radical Hipólito Irigoyen inauguraba el primer gobierno popular en la Argentina. En 1930, las fuerzas armadas inauguraron el primer golpe de estado. Desde entonces se repitieron los gobiernos populares y los golpes de estado, casi pendularmente vamos de un extremo a otro».

Conecta este análisis con el comportamiento ideológico: «Antes te dije de qué modo se comportan los gobiernos de ultraderecha con los artistas, las ciencias, la salud y la educación. El actual gobierno es fiel a su ideología», afirma con sabiduría política.

Frente a este diagnóstico demoledor, es inevitable la pregunta sobre el papel que deben asumir la literatura y el arte cuando se intenta desnaturalizar la memoria histórica y reescribir la identidad nacional.

«El único rol posible: seguir escribiendo sin hacer concepciones», responde Battista con una firmeza que refleja tanto su filosofía de resistencia como su ética profesional inquebrantable.

Esta posición de principio adquiere mayor relevancia cuando se consideran las críticas violentas que ha enfrentado Battista por recibir un premio vinculado con la izquierda, donde algunos califican esto como una «intervención externa» o una «ideologización» de la literatura.

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Battista, quien ha sido jurado en varios premios literarios de la región, afirma que el Rómulo Gallegos y el de Casa de las Américas son ejemplos de transparencia. Foto: Agencia Venezolana de Noticias.

«Honestamente, no le doy importancia a esas críticas», responde con humor el intelectual. «Voy a recurrir a una frase del Quijote que, paradójicamente, no está en el Quijote: ‘Ladran, Sancho, señal de que cabalgamos‘».

Su experiencia como jurado en diversos certámenes literarios le proporciona una perspectiva única sobre los mecanismos de legitimación cultural. La transparencia de ciertos concursos contrasta, según su testimonio, con las acusaciones de sectarismo que suelen recibir estos espacios de promoción cultural, particularmente atacados por las derechas en América Latina.

«Es natural que la derecha ataque a la izquierda, también en el espacio de la cultura», explica Battista. Detalla su experiencia: «Me tocó ser jurado en varios concursos literarios. Para el veredicto final, los miembros del jurado reciben un máximo de diez novelas previamente seleccionadas por un pre-jurado».

Destaca la diferencia con certámenes internacionales: «Fui jurado en el Premio Casa de las Américas, de Cuba, y en el Premio Rómulo Gallegos, de Venezuela, en los dos casos recibí la totalidad del material que concursaba, no hubo jurado de preselección. Es la mejor prueba de lo transparente de ambos certámenes».

El estado actual de la izquierda en América Latina y la posibilidad de construir alternativas frente a Gobiernos que aplican políticas de hambre disfrazadas de modernidad ocupan la reflexión continental del escritor.

«Pongo toda mi atención en los jóvenes; en definitiva, serán ellos quienes ayudarán a que el mundo utópico se transforme en un mundo real», responde Battista con una confianza generacional que atraviesa toda la entrevista.

La relación entre los procesos populares latinoamericanos y los nuevos modelos autoritarios que nacen desde la extrema derecha plantea interrogantes sobre continuidades ideológicas o rupturas con la narrativa tradicional.

«Repito: los devaneos ideológicos no afectan a la narrativa», sostiene Battista. Cita nuevamente a Sartre: «dijo que la mejor literatura se produjo en París durante la ocupación nazi. Basta con recordar las novelas y cuentos que surgieron en ese período para advertir que tenía razón».

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Vicente Battista, Premio Internacional Rómulo Gallegos 2024, durante la inauguración de la exposición homónima homenaje al gran novelista venezolano que realiza la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG). Foto: Ministerio de Cultura de Venezuela.

A los 84 años, la perspectiva vital de Battista se nutre tanto de la experiencia acumulada como de una esperanza que se niega a claudicar. Lo que le da esperanza en el contexto actual y su mensaje a los jóvenes argentinos y del continente que viven en un clima de incertidumbre y desesperanza condensa décadas de compromiso intelectual.

«Repito: en la juventud reside la posibilidad de producir grandes cambios, por encima de la incertidumbre y la desesperanza», insiste el escritor.

Finalmente, la posibilidad de que Argentina se recupere sin cambiar profundamente su rumbo político y social o si estamos ante una derrota histórica para el proyecto popular cierra la conversación con una reflexión que sintetiza tanto el análisis histórico como la apuesta al futuro:

«Nuestra historia política es muy corta, poco más de 200 años. A lo largo de ese periodo se produjeron hechos terribles, es cierto, pero conviene recordar que perder una batalla no significa perder la guerra«, concluye Battista con una metáfora militar que sugiere una visión estratégica de los procesos políticos que trasciende las coyunturas específicas.

Autor: teleSUR: DRB - MMM

Fuente: teleSUR